jueves, 17 de septiembre de 2020

A DE AYUSO

 

Ayuso, del latín ad deorsum 'hacia abajo'. Qué premonición de nombre. Por supuesto se trata de una pequeña monarca de ojos pasmados que gobierna —es un decir: no hay que tomarlo al pie de la letra— una rica región de Europa especialmente asolada por esa pandemia de nombre monárquico. Se trata de un personaje grandioso, o si se prefiere sublime, por inepto, ufano, invulnerable, como un superhéroe. En realidad shakesperiano. Véase. Nuestra heroína le pregunta a un candidato a recibir asistencia médica si sabe escribir su nombre. El candidato, inmigrante sin papeles e ingeniero en su país responde: “señora, gracias a Dios, me educaron tan bien que sé escribir mi nombre”. Y ella le responde con justa cólera: “O sea, que no te limitas a hacer una marca, como un hombre honesto y sencillo”. En este momento todo su gobierno en pleno y en especial la consejería de sanidad, como una turba, exclama: “Ha confesado”, que se lo lleven, pero no a la uci, es un villano y un traidor”.

Dicen que Calígula pretendió nombrar cónsul a su caballo Incitatus, al parecer un hermoso animal. Y yo me pregunto, y no es retórica, ¿qué Calígula, o sea, qué enloquecido ha nombrado a esta, la de los ojos pasmados? ¡Cómo!, ¡que esto es una democracia y esta señora bien que mal ha ganado unas elecciones! Bien, ese Calígula, sea quien sea, que la colocó en disposición de ser elegida por esa turba de sus votantes, y esos que construyeron más hospitales vacíos porque a la par despidieron médicos y sanitarios, ese arte para no llamar a las cosas por su nombre, sobre todo si son desastrosas,  ese talento, más allá de lo político, para no caer en lo prosaico de resolver problemas, sino para crearlos o al menos agravarlos. Todo eso es la política madrileña, la democracia, la sensatez zopenca de esos miles de votantes que quizás sepan escribir su nombre, pero poco más. Y sin embargo habrá quien crea que hemos mejorado desde la Guerra de Los Cien Años y la peste negra. Y llevarán razón: ahora sabemos escribir, hasta con letras muy gordas, con spray y en las paredes: ¡Viva Ayuso! El arte del grafitti está en su apogeo, mucho más que la sanidad pública.