" Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído" (Jorge Luis Borges haciéndose en modesto, pero lo suscribo)
Escritores de culto. Se supone que son los escogidos por un
grupo distinguido de lectores, los que practican su culto, se sienten elegidos,
merecedores de su dios autor. Por tanto, no pueden ser escritores populares,
merecedores del in-culto aprecio de las masas. Yo esto lo veo un poco ambiguo y
un tanto pretencioso. Por ejemplo, qué pasa con nuestro Cervantes, con el culto
al Quijote sin ir más lejos. Teóricamente no se trata de un escritor de culto,
no está o-culto, todo el mundo sabe quién es y sabe de qué va el Quijote. Pero,
por otra parte, nos consta, que poca gente lo ha leído. Entonces, Cervantes es
un escritor de culto aunque no oculto, con millones de admiradores que no lo
han leído, pero se lo han propuesto, aunque aplazándolo, como el propósito de
dejar de fumar o hacer gimnasia. Es cierto que los cervantinos son una secta
especial y algo plasta que dan la penosa impresión de no haber leído en su vida
otra cosa que a Cervantes y El Quijote. Hay que añadir un detalle importante: el autor de culto tiene
que ser difícil y poco conocido. Ninguno de estos dos requisitos los cumple
nuestro autor. Dejemos pues a Cervantes porque no sirve para este propósito.
Tiene
que producir goces inefables a sus adoradores, pero ser un plasta para el común
de los mortales. Tiene que no gustar a la mayoría, o mejor resultar
desconocido, para que la minoría de su culto se sienta diferente al vulgo. Claro
que hay cultos mayoritarios. Harry Potter sin ir más lejos. Tiene además la
ventaja de estar J.K Rowling y su flamante exitazo ocultas por dos elementos:
el enorme de las películas y el pensar que es una literatura juvenil. Lo cierto
es que los libros del niño mago están muy bien escritos y son mejores aún que
las entretenidas películas. En fin, otro ejemplo que no es.
Mis sugerencias de escritores de culto no me valen conforme las
pienso: Vladimir Nabokov, Philip Roth, Michel Tournier, Margaret Atwood, Rosa Chacel, Juan Marsé… todos y todas
(lenguaje inclusivo) tienen númerosos lectores (y aún más lectoras, y más lenguaje inclusivo) y son ampliamente conocidos, aptos
para las relecturas y el goce prolongado. Nada, que no valen como ejemplo. Otra
posibilidad es mi propia práctica; cuando veo en la faja o en la contraportada
de una novedad que se trata de un escritor de culto, ya de entrada me
predispongo contra el autor, no me gusta ninguna secta; las mayoritarias y
triunfantes menos. Santo Dios, dónde encuentro yo a mis escritores de culto,
ocultos o no, a salvo de incultos. Ya está; los encuentro entre los escritores
fachas, que se mantienen a resguardo desde los prejuicios progres y a la vez a
salvo de los mismos fachas, que ya sabemos que no leen.
Como si fuera una pregunta de concurso cultural de la tele, ¿qué
tienen en común Ezra Pound, Louis Ferdinand Céline, Knut Hamsun, Jorge Luis
Borges y Federico Jiménez Losantos? Buenos, con sus enormes diferencias, son Estimables-Escritores-Repudiables, pero no como escritores, sino como opinadores, por sus ideas
reaccionarias, desde las francamente filofascistas de Céline y Pound o las nazis
de Hamsun a las simplemente displicentes con las democracias de Borges y las
insultantes y agresivas, ferozmente anticomunistas y francamente desagradables en el tono, de Jiménez Losantos; a pesar de lo culto que me consta que es, el pobre no se ha enterado que ir de anticomunista por la vida es ir en compañía de lo peor. En el
campo reaccionario abundan, incluso dominan, los imbéciles. Ser un amargado en vida que repudia la vida suele ser un destino bobo. Por eso llama la
atención la existencia en esos estercoleros del pensamiento de gente de talento
indudable. Con vuestro permiso, y con el mío, voy a sacar del listado a Borges
que tenía otras virtudes insólitas en un argentino, como detestar a su vez el
peronismo y el fútbol. Hay más, la literatura de Borges no era
reaccionaria, pero es que la de Céline, Hamsun y Pound tampoco, ni de lejos. Lo
que eran reaccionarias o fascistas o nazis eran sus opiniones públicas, que no
contaminaban su buena literatura, como las opiniones liberales o las
socialistas no contaminan la buena literatura de los buenos literatos de izquierda.
La literatura no sólo no es panfletaria, sino que el panfleto no es un género
literario, sino publicitario.
En cuanto a Federico Jiménez Losantos, persona desagradable
donde las haya, es autor de una de las mejores antologías de los ensayos de
Manuel Azaña que he leído nunca, con prólogo ejemplar; debe ser que las
enseñanzas de su profe de instituto José Antonio Labordeta no cayeron en saco
roto. Y su historia del comunismo es un tocho documentadísimo, al que si se le retiran
todas las amargas y desmesuradas apostillas —y se puede—, contiene mejores y
más contrastados datos que las hagiografías comunistoides al uso. Se llama
Memoria del comunismo. Es muy feo señalar, pero él señala con una puntería envidiable; lo que sucede es que luego no hay que escupir sobre sus tumbas, como recomendaba Boris Vian. Vaya, otro autor de culto, aunque no detestable.
No lean a estos autores, no es que sean políticamente incorrectos; no lo son, más bien son detestables como personas. pero sus obras son magníficas. Escritores de mi culto personal. Y luego está Juan José Saer, Alejandro Rossi, René Chateaubriand (otro reaccionario), Robert Walser, Ursula K. Le Guin, John Hersey, Junichiro Tanizaki y un larguísimo etcétera: soy politeista.