miércoles, 16 de marzo de 2022

El Duero también en peligro

 Para mi amigo Antonino

Sospecho que a Alec Baldwin algún trumpista le coló una bala de verdad en el rodaje de su western para que ocurriera, como ocurrió, una desgracia y así vengarse de las parodias que este actor le hacía a Trump, lo que fue un error, no sólo por las represalias, sino porque no se puede parodiar una parodia ni caricaturizar a una caricatura. Trump era y es el chiste, de humor muy negro. Pero este no es un artículo de reflexión, sino de refilón, para que no me toque la mierda; o en todo caso in artículo mortis, antes de que la Meseta del Duero se convierta en un estercolero. Como sabréis VOX ganó las elecciones en Castilla León, el PP las medio ganó, es decir, las perdió, y las diversas izquierdas lo mismo. Aunque en realidad los que han perdido esas elecciones son los castellanos y los leoneses, primero porque fueron los que votaron, y segundo, y no menos importante, porque son los que más directamente van a sufrir sus consecuencias. Veamos este cuento de terror con viaje en el tiempo (hacia atrás) y en el espacio (porque Valladolid ya parece Delaware, la tierra donde sigue habiendo piratas).

Vox ha conseguido la presidencia de las cortes autonómicas, que es tanto como decir el freno, el acelerador y el volante de los debates parlamentarios, a partir de ahora, paramilitares. Y tres consejerías. Según me informa un viejo amigo abulense los tres que las van a ocupar tienen poco pero significativo curriculum, pero lo más aterrador son sus intenciones, que ellos llaman propuestas. La de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural estará a cargo de un empresario taurino, que de reses sabe mucho, y que durante la campaña prometió regalar armas de caza a todo aquel que las solicitará para acabar con la “plaga” de lobos y corzos. Recomiendo a las malcasadas y malarrejuntadas que emigren a otros lares sin dejar dirección. Pero junto a este angelito destaca un abogado que ocupará la Consejería de Familia, abogado famoso donde los haya por sus manifestaciones llenas de convicción moral de que “la mujer no debería salir de la cocina” (¿ni para ir a misa?) y la recomendación de que las mujeres deberían “tener menos puntos en el carnet de conducir” (¿para que no los cambien por vajillas en el súper?). Por último, aunque no la última, una moza con carita de buena, puede que no haya roto nunca un plato, pero como consejera de Fomento y Medio Ambiente propone instalar la práctica de fracking y reabrir las minas de carbón en la región.

Puede que estos perfiles, bien planos, os parezcan caricaturas. No lo son y, por tanto, no se pueden caricaturizar. Ellos son el chiste, de un humor negro, negrísimo. Y esto no puede pillar de sorpresa a nadie, porque son cosas que se dijeron en campaña. Y después les votaron. ¿Hay que regenerar la política o más bien hay que regenerar a los ciudadanos? De momento solo están propuestos, así que el gran Mañueco, con esa clarividencia y ese don de palabra que le ha sido concedido, podrá decir siguiendo a Groucho: "estos son mis candidatos, si no os gustan tengo otros, idénticos"

jueves, 10 de marzo de 2022

Exabruptos

 

 

Lo juro en nombre de dios en vano. Mejor no haber nacido; eso, apostar sobre seguro, no sufrir, no pagar cuentas, ni siquiera vivir como un noble arruinado entre los pocos escombros de mi inteligencia (disculpa el saqueo, Jaime: es homenaje). Por eso, después de una noche en vela con la sola compañía del insomnio y la dispepsia, resulta tan entretenido leer a los filósofos pesimistas, Schopenhauer o Nietzsche, pero jamás los estoicos y los presocráticos que sabían, es decir, sabían demasiado, sabían sacarle partido a todo, desde el queso de cabra a los muchachos púberes. Porque esos filósofos tan amargos son el bíter, el campari refrescante frente al empalago de los manuales de autoayuda. Y los amargos, al final, nos inducen a compararnos con ellos para decidir que en el fondo no está tan mal estar vivo. Eso también evita no sólo hacerme el harakiri, sino tentaciones absurdas, como la de hacerme budista, sintoísta, dadaísta, taoísta, taxista, adventista,  cristiano renacido, cuáquero, chiita, sunita, fedayín, ismaelita, giróvago, jansenista, hugonote y un aterrador etcétera (no menciono a los judíos, ni siquiera a los ultraordoxos jaredíes, porque tienen la enorme virtud de no ser proselitistas, se conforman con salvarse ellos -como los catalanes que sólo piden la república para sí mismos-, y solo los defectos de convertir los yermos de Oriente Próximo en tierras prometidas, prometidas por 'El' de siempre, y  promover políticas que no son propias de un Estado moderno, sino de una milicia armada como corresponde a los miles de años de  su pedigrí), teniendo en cuenta que si todas son formas anacrónicas de irracionalismo, algunas lo son más que otras, más irracionales y más anacrónicas también. Verbi gracia, ya no hay hugonotes y a cambio tenemos cienciólogos, lo que es un síntoma inequívoco de deterioro histórico que mostrar a tanto zopenco creyente del imparable progreso humano. Pero bueno, ya se sabe que vivimos soltando certezas en un mundo lleno de contradicciones y de impredecibilidad, el azar y la necesidad que decía el biólogo francés, y aunque lo fino intelectualmente es dudar, ay, eso también hay que saber hacerlo, porque tan válido es el extremo escepticismo como la absoluta credulidad para ser un perfecto imbécil y además ambas se suelen dar simultáneamente en los mismos individuos.

Y cuidado con los irracionalismos, ya no son propiedad exclusiva de las religiones sino del más amplio espectro de las firmes creencias. Como es el caso de las ideologías, nacidas, entre otras cosas, para ocupar el sitio de las ideas y suplantarlas; es decir, una cómoda forma más de ahorrarse pensar. Claro, enseguida nos vienen a la mente los fascismos y los comunismos autoritarios, pero como bien dijo Tristan Todorov, hay que incluir también el neoliberalismo, igualmente basado en el fanatismo, en este caso para vender su insensatez como inevitable y hasta prodigiosa, y encima esta ultima la estamos sufriendo ahora muchos más millones de humanos.

Lo cierto es que ya amanece, que, como dijo alguien, no es poco. Pero sin olvidar que la noche, con sus estrellas y luces, pero sobre todo con su inapelable oscuridad, es el estado natural del cielo. No hay más que escapar al espacio a la susodicha velocidad de escape,  o dormir de día y no dormir de noche para comprobarlo. De modo que el amanecer inaugura esa excepción no por diaria menos excepcional, con la que se monta todo el tinglado del planeta y especialmente la fotosíntesis y el madrugón de los currantes.

Con enfado y espero que viveza, como un gesto inesperado, esto es, un pedo o un estornudo o un eructo, todos ellos injustificables, eso es este exabrupto.

Y ahora me voy a la cama

 

sábado, 5 de marzo de 2022

Afo/algo(*)/borbo/rismos

 

Claro que se nos escapa, porque cuando me cago (nos cagamos) en dios suele ser por motivos muy justificados, involuntariamente. No sólo no he negado su existencia, sino que la he hecho merecedora de mi cabreo e implícitamente de mi desprecio. Intento explicarle eso a mis pocos amigos creyentes (pocos amigos creyentes y poco creyentes esos pocos), y que con mi parte de Dios hago lo que me parece. Me replican que es una cuestión de respeto. Como yo deseo abreviar este tipo de disquisiciones que suelen conducir al limbo que los papas han desclasificado (¿o ha sido el purgatorio?, para ser creyente también hay que estar al día, o al loro, que en nuestro católico contexto cultural es el Papa) les replico que qué pasa con el respeto que merecían los restos humeantes de tanto ateo, tibio, escéptico o de otro culto y mitología. Finalmente, les digo que ese votivo y emotivo "¡me cago en Dios!" es el homenaje  (u ofrenda) que los ateos, y muchos tibios, le hacemos a los creyentes. Una curiosa hipocresía esta de cagarse en lo que no existe. 

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Coda: todo lo que no es tradición es plagio, así por ejemplo, la ejecuciones judiciales en Estados Unidos son autos de fe con invitados selectos, ya no en plazas públicas. E igualmente, dar misa de frente a  la parroquia en idiomas vernáculos, con achuchones con los vecinos en lugar de espaldas en latín y sobriamente separados es un plagio. ¿De qué?

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De todas Las bienaventuranzas, la de los mansos que heredarán la Tierra es todo un pitorreo. Sin embargo, el sermón de la montaña es precioso y con excepciones como la mentada, preciso. Que Dios escribe recto con renglones torcidos viene a decir que te espabiles, macho, que yo soy el que soy.

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Son curiosos esos devotos de la ecuanimidad del eclecticismo. Practicantes del lema de los millones de moscas que comen mierda y por tanto no pueden equivocarse. Toman como referencia eso tan bobo (ecuánime, ojo) de que "para gustos son los colores" (qué refranero más reaccionario tenemos). Cuando es justo al revés. Sin embargo, amante del silogismo socrático, afirmo: yo no como mierda, por tanto (o ergo), no soy una mosca.

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Coger el rábano por las hojas. ¿Y tú como lo coges, listillo?

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La política es el arte que nos permites convivir siendo cada uno de su padre y de su madre, incluso no teniéndolos reconocibles (el no reconocido es el hijo, que en esto como en todo también hay clases). En España, por tanto, todos hacemos política más o menos artesanalmente, incluso esos falsos absentistas que se dicen apolíticos. Por tanto, los políticos profesionales desde el punto de vista del artesano de a pie o votante, es un chapucero que degrada el oficio.

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Las mujeres son mucho más guapas que los hombres. Eso qué quiere decir, que soy heterosexual (ya que soy un hombre) o que falta añadir que los hombres son más guapos que las mujeres. O bien, nos ponemos en plan queer, transgénero y tralarara y decimos, ¿qué decimos, que ser guapo o guapa es epiceno? O que ser guapo son los ojos saltones y la piel verrugosa de la sapa a los ojos del sapo siempre que no sea transgénero? 

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El mundo se va a acabar. Si le preguntas a un astrofísico te dará un plazo de miles de millones de años y te explicará como revienta una medianeja estrella como nuestro Sol. Si le preguntas a un biólogo evolutivo te dará un plazo una milésima inferior, de millones de años. Y si le preguntas a un historiador o a un politólogo te contestará dependiendo de cómo se haya leído el periódico hoy. Pero el mundo se va a acabar, se está acabando, igual que todos nos estamos muriendo desde el momento de nacer. La cuestión son esos aceleradores temporales: genocidas, asesinos, economistas de la escuela de Chicago, traficantes de armas y megalómanos. Codiciosos, ignorantes, con prisa.

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Caminando por el campo a veces me encuentro latas de aluminio de cerveza o tetrabriks de leche en un hoyo (¿nidos de vacas, sospecharía un niño urbano?), pero yo me encuentro también mondas de naranja o pieles de plátano de varias temporadas de antigüedad. Como dice la poeta Elizabeth Bishop hablando de las playas de Massachusetts, la naturaleza, las playas en concreto, deberían ser como los gatos, capaces de limpiarse solas. Y así sería, y así es, puesto que la biosfera funciona con ciclos de materia y flujos de energía, pero a su ritmo y lo cierto es que la vida moderna tiene un ritmo demasiado rápido, fabrica demasiado deprisa y desecha igualmente rápido, así que a la naturaleza hay que ayudarla. Los tecnócratas más duros dirán que la naturaleza es muy lenta. Los ecologistas más voluntariosos, que hay que ayudarla. Y los economistas dirán  (lo están diciendo) que limpiar lo que la naturaleza no hace con suficiente celeridad es una oportunidad de negocio.

 

(*) Algorismo es palabro de mi estricta irresposabilidad, no existe, bueno, no existía; existe algoritmo, pero es que estos no son conjuntos sucesivos de operaciones ordenadas para hallar una solución a un problema. Mis algorismos son eso, algo, problemas.