La identidad colectiva no es como el ADN: se fabrica como cualquier relato con elementos diversos. Los griegos se referían a Iberia y los romanos a Hispania, los fenicios nos nominaron por primera vez, cual Linneos peripatéticos y navegantes, como tierra de conejos, y para los judíos somos Sefarad. Pero todos estos términos son referentes territoriales y las tierras ya se sabe, están ahí mientras no las muevan las placas tectónicas. Reino de España no hubo hasta que así lo decidieron los Reyes Católicos, monarcas pragmáticos e implacables de los que los españoles que no somos catalanes, vascos o gallegos hemos heredado su pecado original. El pecado de haber creado España. En realidad los historiadores serios y poco ideológicos consideran aquella España como una confederación de reinos, con una unidad política bajo un solo rey (bueno, dos). Y esos mismo historiadores serios afirman que en realidad la España tal como hoy la concebimos, pareja a Francia o a Italia, se remonta tan sólo al siglo XIX, cuando las cortes de Cádiz la establecen como Estado nación e incluyen el principio de soberanía.
Así que en la Edad Media no existía ninguna supuesta España, y
menos liberal, como no existe hoy una Cataluña y aún menos progresista, pero
los estereotipos funcionan y le duela o no a los historiadores serios forman
parte de su identidad colectiva tanto de la centralista como de las
periféricas que al fin y al cabo se complementan como la clara y la yema del
huevo. Supuestamente los malvados ‘Austrias’, los Habsburgos, malograron ese idílico
panorama liberal medieval y nos trajeron el absolutismo (y la unidad nacional
para los centralistas); nuevo disgusto para los historiadores serios.
Los historiadores serios están muy equivocados. Creen que la
Historia es una disciplina académica, un conocimiento contrastable, como la
ciencia, donde reinan los matices y las sutilezas. Pero los nacionalismos saben
que la historia es un instrumento político y que como tal instrumento se usa a
conveniencia y según qué partes. La Guerra de Secesión y su 1714 para los
catalanes, aunque no importe que ni de lejos fuera una guerra entre Cataluña y
(el resto de) España.
Para los nacionalistas la Historia es deformable como la
plastilina y debe adecuarse a su visión del mundo y no a la inversa. El resto
de ingredientes para construir esos tremendos golems que son las naciones son
la lengua, la religión, la cultura, la raza (que es un concepto obsoleto en
antropología) y hasta la tonta sardana y ese gorrito frigio y colorado que
llaman barretina. Por tanto, se puede decir y se dice que la nación catalana
tiene mil años, como antes se decía que la Tierra según la Biblia tenía 8.600. Y
vascos desde el diluvio (ya levantaban piedras) y gallegos desde los celtas y
los suevos. Sólo España es un invento, y perverso para humillar a esas antiguas
naciones antaño libres.
Alguien irónicamente dijo que se es español cuando no se puede ser otra cosa, pero pudiendo ser vasco, catalán o gallego, incluso estonio, ¡hombre, por Dios, no hay color!
Alguien irónicamente dijo que se es español cuando no se puede ser otra cosa, pero pudiendo ser vasco, catalán o gallego, incluso estonio, ¡hombre, por Dios, no hay color!
Como decía una profesora de historia que tuve, el feudalismo es que el rey es otro señor feudal. A algún rey particularmente ambicioso e inteligente se le ocurrió entonces que si acumulaba poder, nadie lo atacaría y tampoco habría guerritas. Este es un hecho reciente de la historia, aunque ahí tengas que los romanos y otros imperios lo aplicaran, y quizás por ello casi cualquier literatura mundial suele ser muy comprensiva con los pobres señores feudales que perdían frente a los pérfidos reyes (quiero decir, que los retratan como si la primera parte no lo fueran). De hecho, creo que China carece mayormente de esas caracterizaciones por haber sido desde casi siempre un imperio con un claro poder central.
ResponderEliminarSupongo que soy español porque, aunque sevillano y dotado de varias características personales, no me siento especialmente andaluz (rarezas que tiene uno).
Tras breve interregno, me vuelvo al grato aislamiento de la República Libertaria de Lansky. Gracias por comentar
Eliminar¡Vaya bien!
EliminarDemasiada ironía. Te recuerdo que siempre has sostenido que la ironía no se capta en la Red. En todo caso, la única manera seria de acercarse a la historia es intentar no verla con ojos de nuestra época. Desde luego, que hayan existido entes colectivos a lo largo de los siglos no es sino una pretensión interesada para justificar nacionalismos actuales, sean estos entes Cataluña o la propia España (la nación más antigua de Europa, Mariano dixit). Aunque parece que los actuales "nacionalistas de izquierda" catalanes, sostienen que nada importa la historia, Cataluña es un pueblo per se, formado por sus residentes. En realidad, como consideran fracasado el Estado español (por derechoso) propugnan un estado propio que será liberador y mucho mejor. Olé
ResponderEliminarSí. Yo he aludido a esa regla, pero en casos que se prestaban a equívoco. Toda regla suele tener su excepción y este es un caso así. La prueba es que tu aludes a esa ironía. Otra cosa es que a ti no te guste (demasiada ironía)
EliminarNo es que no me guste, sino que me parece demasiada, que es posible que más de uno (no yo que gozo de una excelsa inteligencia) no la capte. Pero no era más que un comentario tangencial.
EliminarPor cierto, ¿estás en California?
EliminarYa siento resucitar para llevar la contraria, pero es mi carácter, como el del escorpión del cuento. No creo que la ironía pueda ser nunca "demasiada". No encuentro que lo sea aquí, y no imagino, ni aquí ni en ningún otro contexto, una cantidad de ironía que me pareciera excesiva a mí. El resumen histórico que hace Miroslav es correcto; viene a decir lo mismo que el post de Lansky pero, sinceramente, lo dice con menos gracia y con menos implicaciones ¿cuál es la ventaja? La ironía enriquece el discurso. Más ironía lo enriquece más. Nunca fui partidario de aquella tontería gracianesca de que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Pienso que lo bueno, si breve, es brevemente bueno, y, si largo, es largamente bueno, lo cual a mí me parece mejor. Puestos a ser irónicos, o cualquier otra cosa que nos propongamos ser, ¿por qué quedarse a medias?
ResponderEliminarY tampoco estoy de acuerdo con esa afirmación de que la ironía no se capta en la Red. No creo que ser leído en la Red, en vez de en un papel cualquiera, cambie nada en un escrito de manera que su ironía, que sí sería captada en otro medio, no lo sea allí. Creo que hay quien no capta la ironía, aunque se la presenten encuadernada en piel y con notas a pie de página. Y que quienes sí la captamos, la captamos en cualquier soporte en que se nos presente, porque no es del soporte de quien depende, sino de las palabras que la contienen y de las entendederas de quien las lee. Afirmaciones del género "la ironía no se capta en la Red", en mi opinión, cooperan en el nocivo empeño de revestir "la Red" de un carácter místico y trascendente, que unos usan para enaltecerla como si fuera el Nuevo Mundo Inimaginable por descubrir y otros para denigrarla como si fuera el Abismo Tenebroso en el que comienza el fin de la Civilización. No creo que sea ninguna de las dos cosas, ni que tenga nada de místico: no es más que un excelente medio más, novedosamente eficaz, de hacer lo que llevamos siglos haciendo: comunicarnos. Más o menos con las mismas dificultades con las que siempre nos hemos comunicado.
La irónica no percibible en internet no es un problema papel-pantalla sino entre comunicación presencial y las demás donde no hay posibilidad de corregir o subrayar con gestos etc
EliminarClaro. Pero ese es un problema que comparte con cualquier otro texto escrito, no es específico de Internet. Acepto con salvedades -muchas salvedades- que pueda ser cierto que "la ironía no se capta por escrito". Pero me molesta que se presente como si fuera un rasgo específico de Internet, en primer lugar porque no lo es y en segundo por eso que ya he apuntado: me parece pazguato y peligroso esa insistencia de hacer de Internet algo radicalmente distinto. Lo es, pero en otros aspectos que, en mi opinión, nada tienen que ver con cómo se lee lo escrito en la red. Quien no sabe leer -esta me parece una buena descripción global de "no captar la ironía por escrito"- no sabe leer en ningún medio en que se le presente la lectura. Y quien sabe, sabe en todos, en Internet como en la Hemeroteca Municipal o en la colección Reno.
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