Ayuso, del latín ad deorsum
'hacia abajo'. Qué premonición de nombre. Por supuesto se trata de una
pequeña monarca de ojos pasmados
que gobierna —es un decir: no hay que tomarlo al pie de la letra— una
rica región de
Europa especialmente asolada por esa pandemia de nombre monárquico. Se
trata de un personaje
grandioso, o si se prefiere sublime, por inepto, ufano, invulnerable,
como un superhéroe. En realidad shakesperiano. Véase. Nuestra heroína le
pregunta a un candidato a recibir asistencia médica
si sabe escribir su nombre. El candidato, inmigrante sin papeles e
ingeniero en
su país responde: “señora, gracias a Dios, me educaron tan bien que sé
escribir
mi nombre”. Y ella le responde con justa cólera: “O sea, que no te
limitas a
hacer una marca, como un hombre honesto y sencillo”. En este momento
todo su
gobierno en pleno y en especial la consejería de sanidad, como una
turba,
exclama: “Ha confesado”, que se lo lleven, pero no a la uci, es un
villano y un
traidor”.
Dicen que Calígula pretendió nombrar cónsul a su caballo Incitatus,
al parecer un hermoso animal. Y yo me pregunto, y no es retórica, ¿qué Calígula,
o sea, qué enloquecido ha nombrado a esta, la de los ojos pasmados? ¡Cómo!, ¡que esto es
una democracia y esta señora bien que mal ha ganado unas elecciones! Bien, ese
Calígula, sea quien sea, que la colocó en disposición de ser elegida por esa
turba de sus votantes, y esos que construyeron más hospitales vacíos porque a la
par despidieron médicos y sanitarios, ese arte para no llamar a las cosas por
su nombre, sobre todo si son desastrosas, ese
talento, más allá de lo político, para no
caer en lo prosaico de resolver problemas, sino para crearlos o al menos
agravarlos. Todo eso es la política madrileña, la democracia, la
sensatez
zopenca de esos miles de votantes que quizás sepan escribir su nombre,
pero
poco más. Y sin embargo habrá quien crea que hemos mejorado desde la
Guerra de
Los Cien Años y la peste negra. Y llevarán razón: ahora sabemos
escribir, hasta
con letras muy gordas, con spray y en las paredes: ¡Viva Ayuso! El arte
del grafitti está en su apogeo, mucho más que la sanidad pública.
Ayuso tiene tomate, pero a mí lo que me gustaría saber es por qué cada autonomía tiene criterios diferentes para gestionar la crisis del COVID.
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