Ojito con esta Francia laica que va a dejar como piojos
tuertos a los quema conventos del inicio de nuestra Guerra Civil. Ya comprenderéis
que si un monaguillo es capaz de quemar una catedral —la de Nantes, este
verano, después de Notre Dame de Paris, y las casualidades no existen— puede que lo siguiente sea secuestrar al papa
Francisco, el Anumérico, para volver a instalarlo en Aviñón. Están pasando cosas
muy raras, y no me refiero sólo a la pandemia. Ahí están esos que se saludan
tocándose los codos. Parecen pollitos educados, con sus alitas cortas, y como
no miden bien las distancias se inclinan además patéticamente. El codo es un
arma más letal que el puño cerrado y la mano, como saben muy bien los
practicantes de ese arte marcial, que incluye la patada en los huevos y el cabezazo en la nariz y que se llama lucha callejera.
Pero bueno, a lo que iba. Se respira laicismo en el aire y
los golosos compradores de pasteles los domingos van a tener que buscarse otra
coartada que no sea la de salir de misa (o salir a misa, tanto da). Por eso yo
me he puesto a escribir un cuento ateo. Como bien dice un judío jasidico
rebotado, los antisemitas no saben nada de judaísmo, pero en cambio lo ateos
sabemos un montón de religión. Al menos lo esencial, lo infumables que son
todas a la luz de la razón, de ahí la necesidad de la fe, no les queda otra a
los creyentes, con todos mis respetos a su fe y exigiendo la recíproca a mi
razón.
El cuento va de Dios con Alzheimer. No un dios, sino Dios, el
Creador, el Demiurgo. Los gnósticos, que iban de hilar fino, afirmaban la
posibilidad de un demiurgo que había creado el mundo y a los humanos y luego se
había ‘olvidado’ (pasado) de ellos. Ni prestaba atención a las plegarias ni se ocupaba
ya de nosotros. Yo voy más allá, lo mío es distinto. Se trata de Dios con
Alzheimer, o sea, que no recuerda quién es o quién ha sido y desde luego no se considera
protagonista del Génesis. No sé como no se le ha ocurrido a nadie hacer un
bolero bien sentimental con el Génesis: Él nos lo dio todo, paraíso incluido,
animales y plantas, todo y nuestros padres, desagradecidos, van e incurren en la
única prohibición explícita, la de comer del dichoso árbol. Y claro les ponen
de patitas en la calle. Uno no puede dejar de pensar en la premeditación
divina, en todo el tinglado creacionista total para largarnos a que nos las
apañemos solos, como estaba previsto desde el principio, digo yo, divino sadismo.
Pero mi relato no va de eso. Dios no recuerda que es Dios
mientras que el diablo se descojona del Pobre. Pero no, Dios no ha perdido sus
poderes, sólo su memoria, de modo que cuando estornuda provoca una pandemia o
un tsunami, una erupción volcánica o una sequía espantosa (le tiene manía a los
negros, porque siempre les toca a ellos). Por supuesto el Diablo no hace nada
por remediar todo eso, va de racionalista cartesiano y le convence a Dios una y
otra vez, desastre tras desastre, que son fuerzas naturales, atracciones
gravitatorias, alteraciones del eje terrestre, calentamiento global, deriva de
los continentes, el capitalismo salvaje o el otro… las responsables, pero no ese inmenso poder divino; un Divino Maltratador sin saberlo, como tantos. Pobre Dios. Por eso
algunos cretinos dicen que visto como va el mundo, como fue en el pasado y como
irá en el futuro, es obvio que Dios no existe, pero el Diablo sí. No entienden
nada. Cada vez que no os ponéis la mascarilla es porque sabéis por ciencia infusa que los virus no existen, que son un invento de las multinacionales, que en realidad es Dios estornudando. Pero no olvidéis que el diablo le susurra a Dios lecciones de virología mientras Este sigue estornudando.
Amanece que no es poco.
ResponderEliminarNo hace mucho vi, casi en sesión continua, la tercera parte de Twin Peaks, la famosa serie de televisión. Entre las diferencias con las dos temporadas anteriores, la trama de la tercera ya no se desarrolla en exclusiva en un pueblecito montañoso y apartado. Es como si aquel microcosmos extraño, onírico, maligno, de la serie original se hubiera "abierto" al mundo. Leí en un artículo de periódico que esto puede tener un significado evidente: en el transcurso de los, más o menos, treinta años que han pasado desde que se rodaran las dos primeras temporadas el mundo se ha vuelto "lynchiano". Esto es, ya no hace falta localizar lo extraño, lo maligno, en la realidad apartada de un pueblecito pequeño y confinado. Ya todo está impregnado de esta cualidad perversa y retorcida que definía la serie original.
El debate es si el mal existe por si solo o como condición y contrapeso del bien, si no hay mal sino malvados, etc
EliminarEl incendio de la Catedral de Nantes ha tenido varios focos, lo que hace pensar en que puede haber sido provocado. Dicho eso, la relativa frecuencia con que se producen incendios en catedrales francesas hace que se dude de sus medidas de seguridad y de la calidad de la gestión que el gobierno galo hace de su patrimonio.
ResponderEliminarLo malo es que, para los tontos, los dos hechos que he nombrado son incompatibles. Y hay demasiados tontos.
Pues sí, no son incompatibles sino probablemente complementarias
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