martes, 5 de octubre de 2021

Orinar en la oreja de un rinoceronte

 

Si un hombre orina en la oreja de un rinoceronte, el animal huirá. Ya se que es difícil de comprobar empíricamente, pero no deja de ser probable que eso suceda si alguien se arriesga a comprobarlo. Urge darse prisa porque el rinoceronte, tanto el blanco como el negro o el de Sumatra, está en vías de extinción. Puede pareceros una singular broma, pero este proceso está descrito en una obra musulmana de1314, La ambición última en las artes de la erudición.

Más sobre el arte de mear al que Henry Miller consideraba uno de los placeres más sencillos y supremos. El astronauta  John Glenn, coronel de marines y a pesar de eso reflexivo, se maravilló al ver salir el sol sobre un atolón a medio camino entre las islas Fiyi y Hawái, divisando miles de esferas diminutas y brillantes en el exterior de la cápsula. “Están encendidas y resplandecen con fuerza, como si fueran luminiscentes. Jamás había visto algo así. Se acercan a la cápsula y parecen estrellas pequeñas. Es como un chaparrón. Bailan en torno a la cápsula y se colocan frente al cristal, y desprenden una luz brillante.” Fue con mucho lo que más le impresionó a Glenn, una de las experiencias más conmovedoras de su vuelo. Como hombre de formación científica pero profundamente religioso, no olvidó esa apariencia angelical mucho tiempo. Más tarde la NASA le aclararó que eso artefactos eran su propia orina que se habían congelado y formado perfectas esferas al ser expulsadas de la nave. Glenn se había meado en la oreja de su rinoceronte.

Vale, todo esto parece un chiste, pero también en su tiempo les pareció un chiste a los humanos de tierra adentro que la Tierra fuera redonda, que no ocupara el centro del universo y que el sol no diera vueltas a a su alrededor sino al revés. Sin embargo, lo que cuenta es el asombro ante todas las maravillas de este mundo y de su exploración. Por ejemplo, el número pi, cuya notación no consigo encontrar en el teclado del ordenador, y esto no es una maravilla sino un incordio, es el cociente entre el perímetro de una circunferencia y su diámetro, pero ¿por qué también aparece en los análisis estadísticos de las tendencias de población, las constantes de estructura fina de Sommerfeld, las ecuaciones de campo de Einstein y la definición de la longitud de Planck, que es la medida más diminuta que tiene sentido?

Einstein reconoció como tantos otros antes y después de él, el poder de las matemáticas para explicar el mundo, como sugería Pitágoras al indicar que el número es el principio que se haya detrás de todas las cosas y fenómenos. El físico alemán además añadió que “lo más eternamente incomprensible del mundo es la facultad de comprenderlo”. Nuevamente eso es mear en la oreja de un rinoceronte. Y no nos burlemos tan fácilmente de nuestro astronauta meón; al fin y al cabo se maravilló y esa capacidad de asombro es el principio de todo avance en el conocimiento a través del objeto más complejo del universo, nuestro cerebro, del que no todos hacen pleno uso.

 

2 comentarios:

  1. Lo que más me gusta de la anécdota de John Glenn es que lo más trivial, incluso vulgar, se revela como enormemente bello. He releído El retrato de Dorian Gray y está en el espíritu de algunos de sus pasajes, con la vida como la mayor obra de arte (lástima que Dorian acabe tan mal).

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    1. Acabó tan mal como su creador: profecía autocumplida

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía