El científico decimonónico y alpinista irlandés John Tyndall, coetaneo de Darwin, escribió
que vivimos dentro del cielo, no debajo de él. Sabía de lo que hablaba, había ascendido
a los principales picos de los Alpes, desde el Mont Blanc al Cervino que los alemanes
llaman Matterhon; hasta hay un pico bautizado con su nombre y desde el glacial
del Mar de Glace había descrito el hermosísimo fenómeno del alpenglow, porque estando él sumido ya
en las sombras de la noche, había visto permanecer aún el dia en los iluminados los altos picos que le
rodeaban. Había descrito por primera vez el benéfico (entonces y ahora) efecto
invernadero, de manta térmica de los gases de CO2 y el vapor de agua.
Igualmente el famoso dictamen de Ortega de el hombre y sus circunstancias no es
tal, es el hombre ‘en’ sus circunstancias, como no es el hombre y el medio
ambiente, sino el hombre en su medio ambiente. Los esculturistas vigorésicos no
moldean su cuerpo, sino que se moldean en su cuerpo, su mente también se modifica.
Las dicotomías son eficaces por reduccionistas, separan el hombre y el medio y lo estudian por separado, antropología y ecología, pero es la posterior reunión de ambas la que explica finalmente a uno y a otro. Primero el triunfo analítico, luego el sintético que finalmente nos da la revelación, el alpenglow.
Vivimos en la política; algunos miserables ‘de’ la política, pero no sólo bajo la política. Simplemente, igual que vivimos en el cielo (literal, no metafóricamente), que no sea el de los pánfilos: vivimos en el mundo.
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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía