martes, 24 de diciembre de 2019

Mis augurios para 2020



Queridos, improbabilísimos lectores, ¿estáis ahí, al otro lado de la Pantalla, como Alicia al otro lado del espejo de Lewis Carroll? Bueno, no pienso felicitaros en estas falseadas fiestas, apropiadas por una religión que, como su Dios, es fiel reflejo de la crueldad de sus creyentes. El Sol Quieto, el Sol-sticio, es el décimo mes, dic-iembre como marzo fue el primero, sept.iembre el séptimo, oct-ubre el octavo, etcétera.

Pero no es mal momento, este del solsticio de invierno, cuando el año comenzará a renacer y antes de que los horarios arbitrarios vuelvan a usurpar la naturaleza del calendario, para anunciaros que he renunciado al muy vulgar oficio de bloguero, ya casi en desuso, por el de augur. Sin apenas competencia, porque los tertulianos no hacen sacrificios propiciatorios ni leen entrañas ni observan el vuelo de las aves ni atienden a otra cosa que no sea sus inanes repeticiones más o menos devotas, más o menos enojadas, me he nombrado Supremo Maestro del Colegio de Augures, que Cayo Julio César me disculpe. Para celebrarlo he solicitado una reunión con la Señora Directora del Colegio de Vírgenes Vestales, que no me ha contestado, no sé si porque está demasiado empoderada en estos jubilosos tiempos tan equitativos del MeeToo o porque, dicen malas lenguas, ha convertido el antaño prestigioso órgano colegiado en un servicio de señoritas de compañía y yo no estoy dispuesto a pagar un precio por lo que vale tanto y sólo el necio, como sabéis, confunde valor y precio, y así lo juro solemnemente sobre el último tocho de más de mil páginas del valeroso paladín Tomas Piketty.

En cualquier caso, me tomo muy en serio mi nuevo propósito y ya que habéis decidido elegir esta época de largas noches y consumo desaforado para inaugurar y año bisiesto aunque no capicúa, os voy a dar razón y noticias de lo que sucede, porque lo que vaya a suceder es otro asunto bien distinto. Desde luego, no vais a dejar de fumar si es que fumáis, ni vais a ir al gimnasio si es que os habéis apuntado aprovechando esas ofertas tan absurdas, y no, no vais a dejar de lado unas opiniones que consideráis vuestras, aunque son  de otros y ni siquiera de ellos. Vuestros son vuestros michelines y vuestros pulmones renegridos. Nada más, ni nada menos. Pido pues la paz y la palabra, como el bueno de Blas de Otero.

Primero he sacrificado un ganso, blanco y gritón, no quería morir y presentía mi cuchillo, ante el altar de Júpiter Capitolino (aprovechando un vuelo low cost). Tenía maculaciones en el corazón y en el hígado y una hernia en el diafragma. Mal asunto. Así que a continuación he sacrificado un gallo de hermoso plumaje bankiwa tan gritón como el ganso y aún más bonito. Condición deplorable que no hacía prever su magnífico aspecto externo: riñón desplazado, hígado abultado y amarillento. Muy mala cosa. También he observado el vuelo de un águila con mis prismáticos Swarosky de 10X40, una de mis posesiones más preciadas. Se trataba de un ratonero común (hoy no tan comunes por desgracia), un Buteo, no una deseable Real (Aquila chrisaetos). Desde tres millas al norte del Monte Soracto la he seguido hasta el límite de mi visión sobre Tívoli. El ave se mostraba indecisa, lamento decir, al aproximarse a la ciudad, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta la boina de humos que la recibía. No he oído truenos.

Así pues esto es lo que sé con mejor certeza que la de muchos: habrá nuevo gobierno y decepcionará a los que no estaban decepcionados de antemano. No habrá República Catalana, y eso será una buena noticia para algunos o muchos, pero tampoco habrá Republica Española, la Tercera si no me fallan las cuentas y eso también es mala noticia para muchos, desde luego para mí. España seguirá llamándose España , pero muchos la seguirán llamando Estado Español y tendrá los  mismos límites aproximados que el año anterior, al norte seguirá siendo más verde y al sur más amarilla, azul con diversos tonos por los bordes salvo en Portugal que será como era, discreto y envidiable. España seguirá igual de mal y de bien, aunque lo que he llamado límites son más bien obsoletas fronteras, porque sus límites reales seguirán siendo la codicia y la ignorancia, mientras que la educación, único remedio expansivo, seguirá emigrada al sur y al norte, desde Finlandia al Sahel. Con el gobierno que sus ciudadanos de merecen.

Sí, exacto, siento ser tan pesimista, pero es lo que hay y además el ganso y el gallo estaban putrefactos y el ratonero volaba como una cometa indecisa. Así que, ciudadanos, aplicaros a mejorar vosotros mismos, que buena falta nos hace. Yo seguiré procurando envejecer con dignidad que, dada la inexorable decrepitud, es como intentar subir por una escalera mecánica de bajada. Feliz año, ¿nuevo? dentro de lo que cabe.