Con el tiempo el comercio de esclavos empezó a menguar en
Europa Central y Oriental, entre otras cosas, porque los vikingos ‘rus’
cambiaron ese tráfico a larga distancia por el negocio de la extorsión. Se
habían fijado en los beneficios que reportaba a los jázaros el comercio que pasaba
por ciertas ciudades como Atil, gracias a los impuestos que se cobraban a todas
las mercancías que transitaban por su territorio. Un famoso —que yo no conocía—
tratado de geografía persa, el Hudud al-‘
Álam, afirma que los impuestos fiscales eran la base de la próspera
economía jázara, sobre todo los marítimos. E inevitablemente eso llamó la
atención de los vikingos rus, que también se fijaron en el tributo que las
distintas tribus pagaban al kan. Esas tribus fueron vencidas reiteradamente por
los formidables guerreros del norte hasta que cambiaron su lealtad (y sus
pagos) a sus nuevos y violentos señores. Para la segunda mitad del siglo IX,
los eslavos del centro y sur de Rusia no sólo pagaban tributo a los
escandinavos, sino que tenían prohibido hacerlo a los jázaros, con el sólido argumento
de “no había razón para pagarlos”; en su lugar el pago había que hacerlo al
jefe rus. En Irlanda pasó algo similar con los mismos protagonistas de la
extorsión y el tráfico de esclavos fue sustituido por tributos que les
aseguraban a los irlandeses no ser atacados, como figura en los Annales Bertiani: contribuciones anuales
a cambio de paz.
Finalmente, más hacia el este, como era previsible, se
confrontaron abiertamente vikingos y jázaros. Después de saquear las
comunidades musulmanas del mar Caspio, los propios jázaros se convirtieron en
el objetivo de los ataques vikingos. En 965, Atil fue saqueada y destruida por
completo. “Si quedó una hoja en una rama, uno de los rus la arrancó”, escribió
un cronista, y añadió: “en Jazaria no queda ni una uva, no queda ni una pasa”.
Los jázaros fueron eliminados de la ecuación y lo beneficios del comercio con
el mundo musulmán fluyeron en cantidades todavía mayores hacia Escandinavia y
Rusia, como demuestran la gran cantidad de tesoros numismáticos de monedas
árabes hallados a lo largo de los ríos navegables de Rusia y en especial de los
que fluyen de norte a sur.
Desde el Caspio al norte del mar Negro, todas las estepas
occidentales, que llegaban hasta el Danubio, estaban dominadas por los rus. En sus
mercados tan vitales se podía seguir comprando “oro, seda, vino, diversas
frutas de Grecia, plata, caballos de Hungría y Bohemia, pieles, cera, miel y
esclavos”, pero bajo la supervisión vikinga, aunque su autoridad no era
absoluta y había frecuentes confrontaciones con las tribus nómadas, como los
pechenegos, que conservaban el cráneo forrado en oro de un jefe rus para
celebrar antiguas victorias y para realizar brindis ceremoniales.
A lo largo del siglo X, el control de los rus sobre los ríos
navegables y las estepas se fortaleció y las rutas hacia el sur se hicieron
cada vez más seguras, a la vez que el califato de Bagdad sufría graves
trastornos. En fin, esa zona nunca ha estado tranquila, es una suerte de “corazón
del mundo” como señala el historiador inglés Peter Frankopan. Por esas mismas
fechas ya andaban a la gresca chiíes y suníes, los unos saqueando Basora en
923, los otros, robando la piedra negra sagrada de la Kaaba y atacando la Meca
en 930. Y aún faltaba la llegada de la dinastía búyida, que se hizo con el
control del califato en el territorio del actual Irak e Irán, los conatos de un
emirato chií independiente de los califatos suníes de Bagdad y Córdoba—una suerte de ‘primavera árabe medieval’— en el
norte de África, los fatimíes.
Así que tanto embrollo musulmán terminó traduciéndose en una
reducción de las oportunidades comerciales y esa fue una de las razones para
que los vikingos dirigieran cada vez más atención a los ríos Dniéper y
Dniéster, que fluyen hacia el mar Negro, en lugar de seguir el Volga hasta el Caspio
(o remontar el Guadalquivir hasta Sevilla, que había vikingos para todos). Pero
el caso es que los vikingos se hartaron de tanto embrollo, terminaron por dar
la espalda al mundo musulmán para concentrarse en el imperio bizantino y la gran
ciudad de Constantinopla, fabulada en el folclore vikingo como Miklagard (o
Mikli-garor), literalmente “la gran ciudad”. Pero esa es otra historia, otra
bonita historia, la de los vikingos en Constantinopla. Los vikingos acabaron haciéndose socialdemócratas, pero mil años después.
Cuarto y mitad de ambiente
Medio ambiente es una palabra que ya no sirve para nada.
Desde su nacimiento con esa absurda redundancia —‘medio’ es el término que la
ecología utiliza para definir entornos concretos, como el litoral marino a la
corteza de un olmo, ‘ambiente’ es en cambio el término que utilizan los
genetistas para definir ese mismo entorno como simétricamente opuesto y
complementario a la herencia— para
traducir el environment inglés o el unwelt alemán ¿Elegir la vieja palabra ‘entorno’?
No, por dios, no vaya a ser que respetemos la vieja lengua castellana, tan
opresora en América y hasta en Cataluña.
Pero es que además sólo sirve de coartada, no sólo porque ahora es medio ambiente o ecológico desde los yogures al maquillaje, sino porque calificar de ambiental algo es como llamar real a lo real. Tan medio ambiente es el de una fábrica de productos tóxicos, o los lodos anóxicos de sus vertidos como los arrecifes de coral o la selva tropical.
Por si hiciera falta, ahí tenemos la Ciudad del Medio Ambiente en Soria. Ocurrencia de la muy derechista desde hace décadas Junta de Castilla y León, una suerte de 'abertzales' castellanovetustos, que allí actuó como promotor inmobiliario y a la vez como institución garante de la legalidad (la zorra en el gallinero) y así mismo como órgano legislativo. “Concilió” previsiblemente tan antagónicas funciones: la susodicha Ciudad no era desde luego una ciudad —casi ninguna de las que se levantan 'de novo' en un descampado lo son—, porque las ciudades son casi organismos que nacen, crecen y se desarrollan y hasta mueren en ciclos largos de tiempo. Por tanto, se levantó esta no-ciudad (en sentido de los no-lugares del antropólogo francés Marc Augé) en terrenos no urbanizables especialmente protegidos, en una zona inundable (luego, si se inunda como es previsible se le puede echar la culpa a la despiadada naturaleza, como tanto barrio construido en cauces de arroyadas), tras la tala de 3.000 pinos y la destrucción de 40 nidos de cigüeña y de paso haciendo peligrar el yacimiento arqueológico de Numancia.
El proyecto se construyó, ahí se yergue una absurda cúpula dorada de la Energía para demostrarlo, pero a la vez fracasó y se reconvirtió… en un polígono industrial.
Pero no me quiero contradecir a mí mismo. Como he dicho más arriba, tan medio ambiente es este engendro, o la ciudad en Seseña de Paco el Pocero, o la horterada de Marina d’Or (‘Ciudad’ de vacaciones) como los pocos restos de sotos fluviales y bosques de galería indemnes que nos quedan en España, esta piel de toro que los especuladores inmobiliarios usan de alfombra.
Pero es que además sólo sirve de coartada, no sólo porque ahora es medio ambiente o ecológico desde los yogures al maquillaje, sino porque calificar de ambiental algo es como llamar real a lo real. Tan medio ambiente es el de una fábrica de productos tóxicos, o los lodos anóxicos de sus vertidos como los arrecifes de coral o la selva tropical.
Por si hiciera falta, ahí tenemos la Ciudad del Medio Ambiente en Soria. Ocurrencia de la muy derechista desde hace décadas Junta de Castilla y León, una suerte de 'abertzales' castellanovetustos, que allí actuó como promotor inmobiliario y a la vez como institución garante de la legalidad (la zorra en el gallinero) y así mismo como órgano legislativo. “Concilió” previsiblemente tan antagónicas funciones: la susodicha Ciudad no era desde luego una ciudad —casi ninguna de las que se levantan 'de novo' en un descampado lo son—, porque las ciudades son casi organismos que nacen, crecen y se desarrollan y hasta mueren en ciclos largos de tiempo. Por tanto, se levantó esta no-ciudad (en sentido de los no-lugares del antropólogo francés Marc Augé) en terrenos no urbanizables especialmente protegidos, en una zona inundable (luego, si se inunda como es previsible se le puede echar la culpa a la despiadada naturaleza, como tanto barrio construido en cauces de arroyadas), tras la tala de 3.000 pinos y la destrucción de 40 nidos de cigüeña y de paso haciendo peligrar el yacimiento arqueológico de Numancia.
El proyecto se construyó, ahí se yergue una absurda cúpula dorada de la Energía para demostrarlo, pero a la vez fracasó y se reconvirtió… en un polígono industrial.
Pero no me quiero contradecir a mí mismo. Como he dicho más arriba, tan medio ambiente es este engendro, o la ciudad en Seseña de Paco el Pocero, o la horterada de Marina d’Or (‘Ciudad’ de vacaciones) como los pocos restos de sotos fluviales y bosques de galería indemnes que nos quedan en España, esta piel de toro que los especuladores inmobiliarios usan de alfombra.
Hubo ciertas conversiones entre vikingos al Islam, aunque no recuerdo las fechas, lo cual no quita que en efecto, a la larga, se aburrieran de tanto embrollo musulmán entre chiíes y suníes. Como dice el tal Frankopan, es un lugar muy interesante tristemente ignorado.
ResponderEliminarMis disculpas por haber introducido un segundo apartado que no habías aún leído cuando hiciste este comentario. es para demostrar que vikingos somos todos, o al menos que los tenemos entre nosotros.
EliminarYa lo he leído. Y sí, es un follón de narices eso de que "ecológico" tenga el sambenito de "bueno para el ambiente". ¿Y qué pasa con los "daños ecológicos"? Y que se diga "medio ambiente" y que sólo cuenten la "naturaleza virgen" (que existe, sí, pero son muy ñoños cuando la nombran") se las trae.
EliminarFascinante la historia de los jázaros, de la que no tenía noticia. Ignoraba que existiera el proselitismo en la religión judía, salvo las notables excepciones de el protagonista de "Nerópolis" -que se acaba haciendo cristiano, porque los judíos no le aceptan- y de un suizo algo zumbado que conocí hace años, que se convirtió al judaismo y aseguraba ser capaz de curar desde la gripe hasta el cáncer mediante la oración suficientemente intensa, o al menos eso creí entenderle en el precario francés, el suyo aún peor que el mío, en el que nos entendíamos (él era de lengua alemana).
ResponderEliminarClaro que también ignoraba que los vikingos tuvieran nada que ver con los rusos. Lo de ser ignorante tiene la gran ventaja de seguirte procurando asombros y sorpresas a los cincuenta y muchos.
Y me alegro un montón de que denuncies como la estupidez que siempre me ha parecido la expresión "medio ambiente". Conviene recordar de vez en cuando que las tonterías lo son, aún las consagradas y universalmente aceptadas. Ayuda a recolocar las ideas fundamentales.
Bueno, eso que dices, estar aprendiendo cosas nuevas de continuo, nos pasa por fortuna a muchos. Si quieres saber más de los jázaros leete el Diccionario Jázaro, de Pavic, aunque te advierto que es ficción en gran parte. Y El corazón del mundo, del historiador Peter Frankopan, muy reciente y documentado.
EliminarA lo de 'medio ambiente' no le veo solución, a mí me sirve para detectar ignorancias, como lo de diputados y diputadas, etc. Es un término 'hueco' y, por tanto, rellenable con lo que se quiera, como los ravioli.
Y efectivamente, al reves que los otros dos monoteismos, el judaismo no es proselitista y cuesta mucho ser aceptado (las mujeres lo tienen más fácil, en lugar de los más de 600 mandamientos, sólo tiene que acatar siete, un no y seis síes), pero claro, otra cosa es una conversión en masa como la de los jázaros o los etiopes
Eliminar¿También los etíopes se convirtieron al judaismo? Pero si son los únicos africanos que no han recibido el cristianismo por vía colonial, sino directamente de los orígenes...
EliminarY lo mismo y antes con el judaismo
Eliminar"Soy tan modesto que he decidido prescindir de mi inmenso talento". No había visto la frase del flanco derecho, muy buena.
ResponderEliminarLa decisión es ya antigua ¿no? De antes de que yo te conociera, de hecho.
Gracioso: temataré el último
EliminarFernando, me he tropezado por azar con un comentario tuyo en mi blog. Un comentario de hace casi seis años sobre una entrada a tu anterior blog referida al pueblo de Palancares (Guadalajara). ¿Es posible recuperarla de algún modo? Gracias anticipadas...
ResponderEliminarPues no. Lo siento
EliminarVaya. Gracias de todas maneras.
ResponderEliminar