martes, 11 de febrero de 2020

Una educación sin ánimo de lucro






A finales de mi bachillerato elemental se me planteó el inadecuado dilema de elegir entre ciencias o ‘letras’. Yo era brillante en lengua y normalito en matemáticas (nunca tuve un verdadero maestro en esto y sí en lo primero), pero mi esforzada familia soñaba para mí una ingeniería a la vez que yo deseaba dedicarme a las ciencias naturales, así que la decisión fue tomada. He experimentado la enseñanza desde los dos lados, como alumno y como profesor. Como titulado superior he tenido desde la infancia muchos profesores pero muy pocos maestros, entendidos estos como esas raras personas que te abren a mundos desconocidos. Ahora escucho continuamente la idea de que esta es la generación joven mejor preparada de la Historia. Es falso, por supuesto, o al menos claramente matizable. Los jóvenes actuales son en su mayoría miopes, por su continua atención a pantallas cercanas y la falta de costumbre en dirigir la vista a lo lejos; sordos, por el uso de auriculares y la costumbre de oír música en registros muy elevados. Pero también son miopes a toda perspectiva interesante y sordos a propuestas realmente nuevas. Con las consabidas excepciones. Son expertos en artimañas informáticas, a menudo banales y suelen manejarse en el idioma inglés universal, simplón y poco literario. En cambio, ignoran casi todo sobre el pasado, incluido el propio, sobre saberes que se consideran poco utilitarios o profesionales, desprecian a los clásicos y no están acostumbrados a buscar información de cualquier forma que no sea por los buscadores de Google. El desprecio a las humanidades, consideradas obsoletas (no son útiles al parecer en una cadena de montaje o para inventar videojuegos, lo que no es cierto) y a cualquier conocimiento que requiera disciplina y esfuerzo y a todo arte que no pueda ser practicado por cualquiera sin talento.


Uno de los libros más interesantes a favor de las humanidades escrito por Martha Nussbaum, catedrática de la Universidad de Chicago, se titula con acierto “Sin fines de lucro”. Nussbaum estaba alarmada por el abandono masivo y universal del estudio de las humanidades, en todos los niveles de escolaridad, y en todos los países del mundo, en beneficio de aprendizajes cortoplacistas vinculados directamente a profesiones temporalmente de éxito y actividades económicas rentables. Lo que demuestra este librito manifiesto es que cuando se abandonan las artes liberales y el estudio de las humanidades a favor de ciertas habilidades técnicas quizás eso favorezca el empleo pero desprovee a los alumnos de toda actitud y aptitud hacia el pensamiento crítico y una vida plena y una ciudadanía realmente democrática.


Como decía Tagore se trata de una “fealdad organizada” que asedia las mentes y organiza masas acríticas tendentes a la burla contra los sentimientos más profundos humanos y a las sutiles delicadezas de una vida plena. De hecho, se niega el conocimiento de las partes educativas que mantienen viva la verdadera democracia. El capitalismo y la globalización económica, y la hegemonía de esos nuevos brujos tribales, los economistas al uso, que enmascaran como ciencia lo que es ideología del lucro, son las causas principales. La fealdad que denunciaba Tagore es la que destruye nuestro entorno, natural o no, a la par que nuestras vidas, porque utiliza el explosivo más potente que se conoce: la mezcla de codicia e ignorancia que permite cementar una bella costa de rascacielos o destruir nuestros pulmones, los propios y los metafóricos de bosques y océanos o imaginar un ocio que no sea ruidoso, masivo y alienante.

La formación de buenos ciudadanos para un mundo caracterizado por la diversidad (nacional, sexual o étnica) no se cuenta entre los objetivos de las instituciones educativas, salvo algunas universidades de elite y departamentos supervivientes. La austeridad tras las últimas crisis económicas ha terminado de cebarse en los magros presupuestos de las humanidades. Y las universidades se han visto cautivas de todas estas restricciones y de su exclusiva función como escuelas de formación profesional. Es una visión derivada de la idea unidimensional de que los seres humanos solo necesitan trabajo con el que poder atender al insensato consumo personal. Sentido, comprensión y perspectiva amen de espíritu crítico parecen no ser necesarios y además los antidepresivos y ansiolíticos son cada vez mejores. El problema es más grave, como cabría esperar, cuando desde el universitario descendemos a niveles educativos más básicos, comenzando por el preescolar, donde las claves científicas son las consideradas como esenciales junto a las aptitudes técnicas, de ahí que se proporcionen tabletas y ordenadores desde la más tierna infancia con el consiguiente cultivo de la miopía y la falta de ejercicio incluido no sólo el físico sino el imaginativo.


Las sociedades actuales, al menos las más desarrolladas, cuentan con mecanismos para hacer más libres a sus ciudadanos, se puede opinar, crear y vivir más libremente que en ningún momento de la Historia, pero también son fuente de chovinismos, nacionalismos, sexismos, falacias, prisas, dejadez, egocentrismos y egoísmos y estrechez de miras. Codicia obtusa y docilidad frente a los autoritarismos presentes o latentes. La tontería aquella del ‘choque de civilizaciones’ de suceder es en el interior de cada individuo. Salvo excepciones, las humanidades y el arte no sirven para ganar dinero, sino para algo mucho más valioso: forjar mundos en los que merezca la pena vivir. Mundos más razonables y compasivos.
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Por cierto, a menudo navego por páginas curiosas de internet. Así he dado con las últimas ofertas de empleo del prestigioso MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, una de las universidades más prestigiosas del mundo. Solicitan... filósofos.

8 comentarios:

  1. Permitame disentir, Lansky.
    En todo el mundo hay una explosión de personas con algun estudio terciario o universitario.
    Hay también una explosión de las profesiones. Casi todos tenemos dificultades en explicar a una persona 30 años mayor en qué consiste lo que hacemos, y cada día me sorprendo más con lo que las gentes hacen. Que un tipo sea community manager simplemente me puede.
    Acepto que muy pocos leen Séneca, pero esos pocos deben ser más, por la mera existencia de tantos estudiantes, más que hace 80 años.
    Casi todos hablamos Inglés... una versión mala y limitadísima del Inglés, pero bueno, ese es el precio que paga una lengua al ser escogida como lingua franca. Habría que ver qué opinaban los griegos cultos del griego hablado por los romanos en la epoca de Julio César.
    Tenemos la nariz metida en nuestras pantallas, y eso explica que nos leamos Ud. y yo.
    ¿He perdido el mundo leyendo? Yo no lo creo, aunque acepto que cada uno pierde su vida de maneras particulares. Y me cuesta imaginar a la humanidad que conocemos estupidificada detras de las pantallas, cuando veo que se siguen produciendo obras maravillosas (y basuras también, cómo no).
    La matricula de estudiantes en Argentina se encuadra sólo a medias dentro del utilitarismo por Ud. descrito: Economia es la que más egresados tiene, pero es seguida por Derecho, Paramédicas, Educación, Arquitectura, Psicología y Medicina.
    Los abogados, maestros, arquitectos y psicólogos a duras penas ganan para vivir.
    Por lo demás, los egresados son muy pocos, y esa ausencia de academia (que es la contracara de abundante conocimiento práctico y concreto) no se traduce mayoritarimente en espíritus críticos o ni siquiera rebeldes.
    Nota epistemológica: no tengo manera de saber lo que pasa por la cabeza de 44 millones de Argentinos, mucho menos por la de 7500 millones de humanos, y todo lo que digo se aplica a los diez metros a la redonda que puedo ver.
    Entiendo que su descontento se puede referir a que estando en el medio de una gran trasnformacion social, los defectos y problemas se nos hacen muy evidentes.

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    1. Bueno, Chófer, estupendo que disientas, aunque no entiendo muy bien en qué. Yo veo a mi alrededor, y mi alrededor no son 7.500 millones, claro, un mundo cada vez más zafio y parcialmente ignorante, y presupongo que eso tiene que ver entre otras cosas con haber convertido la educación reglada en un banal sistema de formación profesional, cada vez más poco perdurable. Si no se conoce el pasado ni se tienen instrumentos para apreciar sus logros se limitan los goces intelectuales de la gente y se les incita a ‘inventar’ la pólvora una y otra vez, a no tener el más mínimo atisbo de capacidad crítica y a convertirse en una masa de borregos con ciertas habilidades prácticas. Desde luego el inglés habitual no permite apreciar a Chaucer, ni siquiera a los ingleses.

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  2. De todas formas, nada se pierde. De acuerdo con tu reflexión, con los lógicos matices de siempre. Sobre tu comentario sobre la formación profesional, ojalá la educación se asentará un poco más sobre criterios profesionales...

    Valeriano

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    1. Sí, a veces ni eso de la formación profesional, sólo en los centros de calidadsupuesta o real

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  3. Para mí el problema está en que precisamente se pretende que unos conocimientos son un impedimento para otros sin otra base que tres tópicos carpetovetónicos revestidos de "moelnidad". Y desde muy pronto: estas mismas navidades, por Twitter se quejaron de que un colegio acompañara la entrega de notas del primer trimestre con esta idea, diciendo tales vulgaridades de ciertas profesiones que no me atrevo a enlazarlas aquí para que nadie quiera golpearse contra la pared más cercana.

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    1. No creo que unos conoimienos -técnicos, informáticos, "profesionales" sean 'impedimentos' como tú dices, para otros humanísticos, sino que los suplantan y los hacen desaparecer de los curricula. De eso me quejo, de los saberes inútiles, inútiles para las rentas salariales y esenciales para los seres humanos

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  4. En una sociedad hipertecnologizada, en la que la lógica del consumo lo contamina y lo controla todo, los saberes humanistas no sirven de nada. Se educa para la vida posterior; por eso los estudios universitarios son cada vez mas específicos y tienen que ver con la técnica, con adaptarse al mundo creado por la técnica, que con las humanidades (pues las humanidades lo único que hacen es que el individuo se plantee interrogantes y, en definitiva, que se convierta en un adulto incómodo e inadaptado). En secundaria, no saben qué hacer con la asignatura de filosofía. Se plantean la eliminación del libro físico por tablets. Los alumnos, como dices, cada vez tienen menos habilidades propias (lo de escribir a mano y dibujar es cada vez un inconveniente mayor), problemas de concentración y de atención, adicciones a los dispositivos tecnológicos y falta de memoria. Yo no sé cómo puede acabar esto. Además, el acceso a la cultura para ellos se está reduciendo a YouTube y otras redes sociales. Y en ese agujero, en ese submundo, se pierden y son muy fácilmente manipulables. Internet es ahora tan poderoso que, no sé cómo ni en qué agujero, se está creando la ilusión de que tener ideas fascistas es provocador y es moderno. De manera que ahora hay un discurso oficial que parece favorable a mejorar la convivencia entre iguales, la ecología, etc. y hay un discurso subversivo que fomenta el machismo, la xenofobia y la desigualdad. Y hay un caldo que se cuece en las redes que hace de todo esto algo divertido e, incluso, moderno.

    Y como existe una discriminación de las humanidades y un desprecio absoluto por la memoria colectiva, el panorama se me antoja desolador. La sociedad está produciendo jóvenes adictos a la tecnología, inmersos en las fantasías que produce la tecnología (videojuegos, etc.) e incapaces de cuestionarse las consignas y tendencias ideológicas con las que se les bombardea a través de sus dispositivos.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía