miércoles, 13 de febrero de 2019

El testículo del almirante




No conozco suficientemente el caso de otros países; puede que en esto tampoco nos diferenciemos de aquellos, pero tengo comprobado que España es un país de envidiosos. Por lo tanto la admiración, la altruista capacidad intelectual de reconocer y alabar el talento ajeno, escasea.


El londinense William Hogarth fue un genial dibujante, grabador y pintor satírico dieciochesco, un pionero de la viñeta y la historieta, del cómic, vaya, sobre todo en las series englobadas bajo el título genérico de Costumbres morales modernas (La vida de un libertino, La carrera de una prostituta, La campaña electoral y mis favoritas, La calle de la ginebra y La calle de la cerveza) en las que se burla despiadadamente de sus contemporáneos y en especial de los políticos. No le hubiera faltado trabajo en la prensa actual. Pero aquí y ahora me interesa un dibujo que explica la expresión del Huevo de Colón, que como es sabido no alude al testículo del almirante, sino a un hecho que podría resultar obvio pero que hay que descubrir y que deriva de una anécdota probablemente apócrifa., deliciosamente inventada, que relató Girolamo Benzoni en su Historia del Nuevo Mundo editada en Venecia en 1565  que dice así:


“Estando Cristóbal Colón a la mesa con muchos nobles españoles, uno de ellos le dijo: 'Sr. Colón, incluso si vuestra merced no hubiera encontrado las Indias, no nos habría faltado una persona que hubiese emprendido una aventura similar a la suya, aquí, en España que es tierra pródiga en grandes hombres muy entendidos en cosmografía y literatura'. Colón no respondió a estas palabras pero, habiendo solicitado que le trajeran un huevo, lo colocó sobre la mesa y dijo: 'Señores, apuesto con cualquiera de ustedes a que no serán capaces de poner este huevo de pie como yo lo haré, desnudo y sin ayuda ninguna'. Todos lo intentaron sin éxito. Cuando el huevo volvió a Colón, este lo golpeó sutilmente contra la mesa aplastando la curvatura de su base, lo que permitió dejarlo de pie. Todos los presentes quedaron confundidos y entendieron lo que quería decirles: que después de hecha y vista la hazaña, cualquiera sabe cómo hacerla.”
Aunque no está claro que fuera Colón el primer hombre que puso un huevo de pie (al igual que tampoco fue el primer hombre que puso el pie en America, y no hablo de los vikingos, sino de sus previos habitantes sin más) ya que existe otra anécdota con igual probabilidad apócrifa que señala esa prioridad en un artista quince años antes. La cuenta Giorgio Vasari, en su famosa Vidas de los pintores, escultores y arquitectos (Florencia, 1550) y se la atribuye al arquitecto Filippo Brunleschi que había diseñado la enorme y pesada cúpula (duomo) de Santa María del Fiore;

“los gobernantes de la ciudad pidieron que se les enseñara el modelo. Él se negó, proponiendo en su lugar que quien lograra poner un huevo de pie sobre una mesa de mármol construyera la cúpula, porque de esa manera se descubriría el talento de cada cual. Todos los maestros lo intentaron pero ninguno lo consiguió, y cuando le llegó el turno a Filippo, este golpeó delicadamente el huevo contra el mármol dañando un poco la curvatura de su base, y consiguió dejarlo en pie. Los demás protestaron diciendo que ellos podían haber hecho lo mismo, y Filippo contestó riendo que también habrían podido construir la cúpula si hubieran visto el modelo o el diseño.”


El huevo de Colón ("cosa que aparenta tener mucha dificultad pero resulta ser fácil al conocer su artificio", señala el diccionario de la RAE) es la metáfora que mejor refleja la frustración de tantos envidiosos que cuando contemplan cualquier hallazgo o inventiva se lamentan de que no se les haya ocurrido antes a ellos. Carentes de esa virtud intelectual altruista que es la simple admiración hacia el talento ajeno. 


La pintura figurativa de un Rembrandt o un Velázquez me produce la admiración nacida del convencimiento de carecer de la mínima posibilidad de imitarlos. En cambio, la pintura de un Pollock o Rothko, de un expresionista abstracto, me fascina no exactamente por lo contrario, pero me sugiere, erradamente a poco que me pare a meditarlo, que eso también podría hacerlo yo.  

En su casa, en privado, repiten el truco del huevo y, me divierte imaginarlo, sin tiento ni sutileza, éste se les rompe y se pringan de clara y de yema.

12 comentarios:

  1. Muy filosófico-pragmático.

    Valeriano

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    1. no hay cosa más práctica que la filosofía, ni la fontanería

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  2. Al menos, los otros pecados capitales tienen como excusa bien el instinto de supervivencia (pereza, gula, lujuria y avaricia), bien un sentido de la justicia (ira), bien el amor a uno mismo (soberbia), pero es que la envidia es el más tonto de los pecados, porque es el que lleva a odiar al prójimo por sus bondades. Es realmente absurdo y contradictorio, por lo demás.

    Y nada peor que un envidioso sea además paranoico: combinación letal para sus allegados, quienes tienen que ser bien precavidos, bien estar continuamente en guerra.

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  3. Como diría un sabio, "verdaderamente, verdaderamente..." hablando de pintura suprematista o abstracta, demasiada gente, y por citar solo los ejemplos mas frecuentes cuando ven en una exposición los célebres cuadros "cuadrado negro" o "circulo negro", ambos de 1923, de Malevich, suelen decir en voz alta, para que los demás lo oigan, que "eso podría hacerlo mi hijo el pequeño". Como señalas, la envidia del que dice esa falsa simpleza, salta a la vista, porque lo que está queriendo decir es que los comisarios de la exposición tratan de engañarnos y presentan como valioso desde el punto de vista artístico algo que ellos pueden desmontar porque"verdaderamente, verdaderamente" con esa observación tan real para ellos, no vale ni un euro. Con ello, naturalmente se ponen en evidencia sus escasas dotes de inteligencia y sus extensas lagunas de conocimiento.

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  4. Lo que decia cuando hablabamos de poesía el otro día. Rothko hace dos paños de color, y te sienta de culo. Eso es el efecto del arte. Tambien es cierto que casi nadie podría manejar la luz como Rembrandt, o la composición como Leonardo, pero no por eso sus estupendas pinturas son memorables, es porque pueden conmovernos, una y otra vez.

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    1. Estoy de acuerdo: haz definido qué se entiende por un clásico y que no tiene que ver con su antiguedad, sino con su vigencia permanente

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  5. la atribución de defectos morales a las sociedades tiene un par de problemas: es indemostrable (infalsable, segun Kuhn) o sea que nunca podremos concluir sobre su acierto o fallo.
    Es un constructo del conocimiento que nos deja inermes ante los problemas politicos, porque, ¿Cómo logramos que dejen de votar a tontos o mentirosos si primero deberían arrepentirse de su envidia?.

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    1. Es infalsable y es tosca, poco útil, y se presta a toda suerte de xenofobias, chovinismos y demás peligrosas simplezas

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  6. Alguna vez he tratado de explicar en clase la importancia de un Rothko o un Malevich o un Miró, en contra de los prejuicios más comunes, como éste (eso lo hace cualquiera) que ni siquiera lo creo cierto. Y es así, aunque lo pueda hacer cualquiera, aunque a posteriori no reporte una gran dificultad técnica, ellos lo hicieron primero, llegaron a ese tipo de conclusiones y, por tanto, son los descubridores de esas determinadas soluciones estéticas. Y sí, las imágenes de Rothko son, todavía, un gran descubrimiento.

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    1. Técnicamente, sólo técnicamente, las 'intuiciones' de Rothko con el color son más fáciles de imitar que -por poner el ejemplo de Chófer- las composiciones de Leonarido o aún más, creo, el manejo de la luz de Rembrandt, pero la técnica es casi lo de menos. Se necesita 'mano', 'cerebro' y 'corazón', o sea, técnica, inteligencia artística y sentimiento. La primera es la más fácil de adquirir.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía