Se podría hacer una antología de los autores peor
interpretados. Creo que Nietzsche se llevaría una palma que no es la de Cannes. Naturalmente hablo de los
intelectuales que han interpretado o citado a Nietzsche. A menudo se olvida que
cuando nos apropiamos de una cita, la reinterpretamos a nuestro parecer y no
siempre al del autor de ella. La nómina de interpretadores es larga porque el
filósofo da mucho de sí, para rotos y para descosidos, más de uno: Jaspers,
Heidegger, Lukács, Bataille, Foucault, Deleuze, Klossowski…
Centrándonos en lo aparente, el nihilismo, a través de tanta
glosa ha acabado por parecer ingenuo, sueño de épocas “mejores”, aunque el
original conserve todo su vigor. A Nietzsche le han adjudicado muchos hijos
bastardos, desde el fascismo hasta el nihilismo vesánico de los primeros
terroristas rusos. Se ha utilizado su pensamiento libre para justificar el
antisemitismo (no me imagino a Hitler leyéndolo, aunque el dictador decía que lo había
hecho; como no imagino a un simio tocando a Mozart), o las pretensiones
pseudorreligiosas. A Nietzsche se le ha falsificado siniestramente, de forma
simplista y superficial, se le ha condenado a ser un poster, con sus
formidables mostachos, de las habitaciones de adolescentes rebeldes y confusos
(redundante).
Parte de esta adulteración, una gran parte, se debe a su
lamentable hermana que se hizo con todos los derechos, incluso financieros, de
los escritos del filósofo, que iba a explotar desde 1895 sin ningún escrúpulo.
Empezó por alejar a todos los verdaderos amigos de su hermano, volviéndolos sospechosos
(esta estrategia de los ‘herederos’ de grandes hombres se da una y otra vez,
como una pauta, con la viuda de Borges, María Kodama, con casi todos los
herederos de Picasso, y un largo
etcétera). Mantuvo a su lado al débil Peter Gast, porque era débil y porque al
parecer era el único capaz de descifrar la casi legible letra de los manuscritos
del maestro. Y ese tándem inició y prolongó la rapiña. Hay que tener en cuenta
que si Nietzsche publico bastante en vida, la masa de textos inéditos era mucho
mayor, inmensa. Pero ni siquiera se tuvo el cuidado de leerlos todos y
copiarlos. Eso lleva demasiado tiempo y era importante publicar y obtener beneficios
rápidos antes de que el hombre de moda dejara de ser moda.
Además de la codicia existía la intención fratricida
(literalmente) de convertir a Nietzsche en un filósofo al uso, cosa que jamás
fue. Intentar elegir un libro central, en torno al cual girarían el resto de
planetas de sus demás libros. Tal cosa no existió nunca, ni de facto ni de
intención. Todas sus sentencias positivas organizadas en torno a ese núcleo, convirtiendo en basura de autoayuda
todas sus reflexiones, inquietudes y preguntas a la espera de respuestas. Esa
obra no existía, pero los textos descartados por el propio autor, sacados de
multitud de cuadernos y notas dispersas sirvieron para montar el refrito que se
conoce como La Voluntad del Poder con
483 aforismos en su primera edición y hasta 1067 (la rebusca proseguía) en la
segunda. Buen título, eso hay que reconocérselo a la ávida hermanita. Aún hoy
hay gentes que son el único libro que conocen del autor; un libro que él jamás
concibió. Repito, La Voluntad del Poder no es un libro de Nietzsche: es una
obra fabricada y falsificada por sus editores, construida, eso sí, con lo que
este escribió por aquí y por allá, sin orden y mucho menos sistema pero
presentada como una obra sistemática, mira tú. Notas fortuitas que nadie tenía
derecho a convertir en un conjunto, y menos sin advertir de su procedencia
fragmentaria y dispersa. Así que “me cago en la hermana de Nietzsche” se ha convertido
en uno de mis exabruptos favoritos, una santa antiblasfemia mía. Podría deshacerse
el entuerto presentando esa obra en orden fragmentario cronológico y explicando
procedencia, que es lo que se ha intentado en la edición de sus obras completas
en alemán a cargo de K. Schlechta y a la que no tengo acceso.
Pretender la captación ideológica de un pensamiento tan sugerente
porque es inaprehensible. La gente terminó aprendiendo a desconfiar de la
señora Förster-Nietzsche. Se supo de su capacidad de triturar textos, de sus
intrigas en la triste historia con Lou, de su derecho arrogarse el ídem de
hablar en nombre del hermano, de su supuesto papel de confidente privilegiada
de éste que nunca tuvo. El caso es que la obra de Nietzsche cayó en manos de
falsarios. No deja de ser una triste paradoja que ese pensamiento que ponía por
encima de todo la probidad sufriera esos manejos arteros que él mismo había
predicho: “Ante todo no me confundan…” “Se tiene la costumbre de tomarme por
otro. Me prestarían un gran servicio defendiéndome contra semejantes confusiones”.
El burdo amaño pudo realizarse gracias al prejuicio de que no existe un gran
filósofo si no hay una gran obra unitaria y sistemática al estilo de Kant o de
Hegel, pero Nietzsche era otra cosa,a mi juicio más valiosa que un sistema.
En realidad a la hermana se le escapa el pensamiento del
autor, sus libros reales le parecía frívolos por demasiado literarios, y lo
son, literarios, no frívolos, porque Nietzsche, enterémonos ya de una vez por
todas, era ante todo un enorme escritor literario (como lo fue Freud, aunque
sin mentiras ni mistificaciones pseudocientíficas). Por otra parte, en los
libros más logrados del filósofo siempre se percibe un brutal diálogo de
réplica y contrarréplica consigo mismo, mientras que en sus últimos escritos
esa segunda voz se ha perdido y son más simples y tajantes, más aprehensibles, de ahí su
éxito. Hay gustos para todos, yo por ejemplo opino que ponerle leche al
chocolate es una barbaridad, pero si te gusta el chocolate con leche, que para
mí no es chocolate sino adulterado, allá cada cual, bien está. Sólo digo que
tengas cuidado al probar a Nietzsche, asegúrate de que no lleva edulcorantes
artificiales. Quizás se abolió demasiado prematuramente la hoguera para las verdaderas brujas.
Otro día hablo de los interpretadores/glosadores de Nietzsche, que esa es otra que se las trae,
como se suele decir.
Todavía recuerdo cuando, siendo un chico, leí en una enciclopedia que Nietzsche "había influido en el partido nazi". Ingenuo que era, le cogí manía al pobre hasta que supe que no, que fue cosa de su hermana. También me sorprendí cuando supe que el pobre, aunque esté relacionado con el nihilismo, en realidad quiso combatirlo. Aunque su pensamiento no me haga tilín, motivo por el cual no me he aproximado demasiado a él, al menos ya no le tengo manía por cosas de las que no es responsable.
ResponderEliminarAceptar a Nietzsche sin reservas críticas es una enfermedad juvenil, rechazarlo es una enfermedad de la vetustez sin inquietudes.
EliminarBusca buenas ediciones, libros serios, ediciones críticas...
Tampoco caigo en lo segundo, ya te digo que mi primer contacto con él fue a través de un texto torticero... Y bueno, también admito que, como indicas, algunos nietzscheanos, como ocurre con los seguidores exaltados de cualquier personaje, son insufribles.
EliminarEra una consideración general, no me refería a ti
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