Se ha hablado mucho de choque de trenes entre el
independentismo catalán y el Estado español. Es una metáfora tosca. En un lado
hay un movimiento tan errático como perfecto y difícil de controlar desde
fuera, que improvisa y desconcierta; en el otro, un aparato (del Estado) tan
poderoso como poco flexible. Es decir, el choque de un pájaro contra un avión
¿Qué ocurre cuando eso sucede? El avión no se lleva por delante al pájaro como
si fuese un mosquito en un parabrisas; el ave muere, por supuesto, pero consigue
derribar al avión. Ahora a buscar los restos del siniestro en un campo
arrasado. No hay supervivientes.
Puigdemont con ese ridículo flequillo de niño crecido, Rajoy con esa honda boca húmeda, Felipe González con su peliblanco aspecto de Yo Claudio, Tarda como un Gepetto enfurruñado y el Oriol de ogro bueno, Pablo Iglesias con su aspecto de frágil James Dean y otros podemitas con su look de neohippies… Se salvan algunos como esa Rita Maestre diseñada por Botticelli, Manuela Carmena de abuelita lista o el limpio aspecto de empollón de Errejón. Pero en conjunto nuestros políticos, ya desde su superficie son impresentables. No hay arte en ellos. El arte civiliza, porque sin estética no hay ética. No hay un solo problema político que no pueda zanjarse con una buena dosis de buen gusto.
El buen gusto
Puigdemont con ese ridículo flequillo de niño crecido, Rajoy con esa honda boca húmeda, Felipe González con su peliblanco aspecto de Yo Claudio, Tarda como un Gepetto enfurruñado y el Oriol de ogro bueno, Pablo Iglesias con su aspecto de frágil James Dean y otros podemitas con su look de neohippies… Se salvan algunos como esa Rita Maestre diseñada por Botticelli, Manuela Carmena de abuelita lista o el limpio aspecto de empollón de Errejón. Pero en conjunto nuestros políticos, ya desde su superficie son impresentables. No hay arte en ellos. El arte civiliza, porque sin estética no hay ética. No hay un solo problema político que no pueda zanjarse con una buena dosis de buen gusto.
Lo peor es la mala imagen que proyectamos al extranjero. Ya no importa que el propio referéndum tenga muchos problemas estético-éticos* en su procedimiento, que dirías, porque la propia manera en que se ha abordado desde el Estado es lamentable. Rajoy nos ha sorprendido una vez más, no haciendo nada... hasta el final.
ResponderEliminar*He leído ambas versiones, Nulla aesthetica sine ethica y Nulla ethica sine aesthetica.
Tengo entendido que la versión original es "Nulla ethica sine aesthetica" y que la inversa es una respuesta posterior, pero quién sabe.
EliminarLa imagen proyectada al extranjero es mala para el estado español y un éxito para el independentismo, pero no sé si es lo peor como tú dices; quizás la quiebra social y el daño a las reglas democráticas es aún peor, y el éxito al menos parcial por parte de los más radicales de que la mejor manera destruir el estado es desde dentro
No creo que, como dices, el independentismo actual catalán sea un movimiento errático. Al contrario, creo que quienes están detrás cuentan con una estrategia perfectamente planificada, nada improvisada. Y lo que ha ocurrido hoy no es sino un paso más de esa estrategia.
ResponderEliminarEn cuanto a tu diagóstico sobre el mal gusto de nuestros políticos, ahí sí coincido, claro.
Quizás errático no es el adjetivo adecuado, quería decir más fluido con mayor capacidad de improvisar, al fin y al cabo no se sujetan a las reglas del estado de derecho y, por otra parte, son una mezcolanza con propósitos diversos aparte de los declarados, desde los antisistema de la CUP a los de la derecha de la antigua Convergencia
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