Como Lutero, salvando las distancias y hasta las pretensiones suyas y mías, he cogido este panfleto y lo he intentado clavar en la puerta de la catedral más mano, que en mi caso ha sido la madrileña de la Almudena, antes de que un guardia de seguridad y varias beatas que pasaban por allí me molieran a palos y arrancaran el papel:
Ya sé que es menos diver, pero menos tuitear y más leer a Marx y a Montesquieu. Si
el objetivo de las ideologías es eliminar la ambigüedad, el de la redes
sociales es el de penalizarla. Por tanto, deteste las redes sociales, aunque
acepte resignado su omnipresencia y casi hasta su inevitabilidad. Su
rechazo no tiene que ver (o no sólo) con no saber estar en el presente, sino
con la convicción constatable de que sus usuarios no suelen ser mayoritariamente aforistas de
talento ni saben condensar en textos breves la sabiduría, (más bien, esas redes son un
tablón para clavar linchamientos a la reputación de cualquiera), sino que se caracterizan por descartar
el matiz, la reflexión y el
debate y propiciar la descalificación y el insulto. Desde luego se puede ser ingenioso, delicado, perspicaz y a la par breve en
multitud de temas tan acuciantes como variados, todo ello sin insultar, sin ser
procaz ni grosero ni estúpido, pero eso está al alcance de muy pocos talentos que no suelen dedicarse a la política ni a chatear a lo tonto. Como republicano se lo digo: "¿Por qué no se callan, Señor Trump, señor Rajoy, Señor Puigdemont?"
Le recomendaría que intentara usar la imaginación, incluso la
fantasía, para que explorara el uso del poder como arte y su abuso como dominio.
Es decir, le recomendaría que dejara de perder el tiempo en tanto comité,
subcomité y cenas de trabajo y lo usara (el tiempo) para leerles en voz alta cuentos
a sus hijos por la noche y a sí mismo en silencio algo más tarde. Aunque no lo
crea, hay gente que hace esas cosas. Lea, y tenga hijos a los que atender y no
se enriquezca fraudulentamente. Buen programa. Sea un feminista y ecologista
sincero, pero nada fundamentalista ni torpe, que sea más leal a las
convicciones propias (previamente hay que tenerlas) que a la unanimidad de
partido. Sea imaginativo. Es preferible creer en dragones que en la inamovible abuso
del PIB. Y mucho más inocuo.
En nombre de la democracia, la libertad y la
autodeterminación de... los pueblos oprimidos simplemente no trate de imponer
ideologías ya anticuadas, reaccionarias, desiguales y xenófobas. La regla es
pensar en los diferentes como iguales, porque lo son.
No
sea pretencioso con sus flaquezas. Como cuando confunde sus errores vitales,
la mera mala suerte y la a menudo inevitable desdicha con la decadencia del
mundo. El mundo no precisa su ridícula ayuda individual para decaer, si es que
lo hace, como parecen señalar esos retrocesos históricos que evidencian tanto
Trump como los nacionalismos. En cambio, no intentar cambiar las cosas que están
mal, aunque sean (y sobre todo) las de su entorno inmediato, sí que contribuye.
No Influya en esa decadencia por defecto.
Esto va sobre todo para los que se autodenominan “de
izquierdas”
Es muy fácil transformar cualquier forma de pureza en horror: basta con
decretarla obligatoria. “Cuando la
ideología se convierte en religión, cualquiera que no imita las actitudes
extremistas es visto como un apóstata, un hereje o un traidor…"
(Margaret Atwood). No puedo ser tan arrogante para rectificar a mi admirada
escritora, pero pienso que las ideologías, como cómodas suplantadoras de las
ideas, siempre terminan siendo un mecanismo de barrido de matices, de
suplantación por tanto de la duda y la verdad; religiones en suma. Procure ser
algo más agnóstico, un pelín ateo en este aspecto.
El
fundamentalismo es transversal. Se puede ser un fundamentalista cristiano como
se puede serlo musulmán o judío. Es más, se puede ser un fundamentalista ateo;
se puede ser un fundamentalista marxista y un fundamentalista capitalista, un
fundamentalista catalán y uno español, basta con la intransigencia sin
dosificar. Pero es que se puede ser fundamentalista de cualquier buena causa:
del feminismo, el ecologismo, la igualdad, la lucha contra la pobreza, lo que
se quiera. Ser fundamentalista implica una coraza contra el diálogo y en su
caso, un flaco favor a las buenas causas.
Para
acabar, una alusión coyuntural a la actualidad política de los presidentes
español y catalán, uno impávido y el otro huido. Más que en funciones, ahora
parece estilarse el presidente en ficciones; el uno que considera que los graves problemas de estado son como los catarros, que lo mejor
es no hacer nada, no enfriarse y que las cosas se pasen solas; el otro va aún más lejos, ya que
considera que lo mejor es ni siquiera estar cerca del foco infeccioso. Cataluña contra (el resto de) España y
viceversa.
Recuerde a alguno de sus extraños generales orientales: toda
guerra es posible; también evitable, pero la condición necesaria aunque no
suficiente para que se produzca es anunciar y enunciar que esa confrontación
existe. Creer y argumentar que una confrontación es posible (no digamos
deseable) es hacerla más probable.
Tengo entendido que para asegurar la paz en tiempos más oscuros, los respectivos jefes guerreros intercambiaban rehenes de lujo, normalmente hijos predilectos. Sin llegar a tanto yo sugiero otro intercambio: la virgen de Montserrat, la Moreneta, que venga a Madrid a instalarse en el altar de la catedral de la Almudena. Y viceversa, el cuadro de la Almudena, de indudable factura tosca, puede adornar el altar mayor de la Sagrada Familia de Barcelona. Y si hay que revisar y poner al día las guías turísticas de los japoneses, pues se hace, todo sea por el turismo y la industria editorial.
Toda idea tiene potencial de transformarse en una religión y todos, en las circunstancias adecuadas, podemos transformarnos en devotos e incluso fanáticos. Más o menos, esto es lo que dice ese famoso dicho de que el camino al infierno está sepultado de buenas intenciones.
ResponderEliminarTu idea de que “Toda idea tiene potencial de transformarse en una religión y todos, en las circunstancias adecuadas, podemos transformarnos en devotos e incluso fanáticos” ¿tiene potencial de… etc., etc., etc.? Eso se llama relativismo moral y quizás es menos maligno (o más inocuo) que el fundamentalismo, pero quizás convendrás conmigo que unas pocas ideas tienen mayor potencial que otras para generar fanatismo, por ejemplo, el racismo. Por otro lado, las ideologías son recetarios dogmáticos más que repertorios de ideas.
EliminarLa posibilidad de transformar cualquier idea en religión, y cualquier repertorio de ideas en ideología yo creo que es más una disposición de algunas mentalidades que una característica de las propias ideas. Hay gente que tiende a la adhesión inquebrantable, y es tan capaz de hacerse fanática del Islam como del materialismo histórico o de la alimentación vegana, según lo que le caiga a mano. El fundamentalismo está en nosotros -en algunos de nosotros, en unos más y en otros menos-, no en las ideas. En nuestra forma de pensarlas y de vivirlas.
EliminarY claro, por otra parte hay ideas más aptas que otras para ser vividas de modo fundamentalista, e ideas más dañinas que otras cuando se viven así. Un fundamentalista del chicle de fresa hace menos daño que uno de la supremacía blanca. Y es difícil -no digo que imposible- hacerse fundamentlista de la idea de que los fundamentalismos son malos...
¿Existen los fundamentalistas del chicle de fresa? (detestable opción, todo el mundo sabe que la correcta es la del chicle de menta). Pero en lo básico estoy de acuerdo contigo: el talante del receptor o sujeto del fundamentalismo es tan relevante como la proclama que se haya decidido defender a sangre y fuego. Por ejemplo, ¿hay fundamentalistas de la tolerancia? (yo creo que sí, pero la pregunta no es retórica)
EliminarSeguro que existen, y que mantienen peleas a muerte con bandas rivales partidarias del chicle de menta. Y los fundamentalistas de la tolerancia existen, y son una plaga especialmente desagradable; personalmente, es que no los puedo aguantar, me resultan intolerables.
EliminarY no olvides que la intransigencia bien entendida comienza por uno mismo, así que aplícate el cuento
EliminarBueno, en realidad yo no me aguanto. No puedo conmigo.
EliminarQuizás debería haber dicho que toda idea puede transformarse en una religión para según quién... aunque siendo honesto, me resulta difícil imaginar que la lingüística comparada o el neodarwinismo puedan ser religiones. Muy diferente serían las versiones "religiosas" de esas ideas para captar a los fanáticos.
EliminarPero vamos, ni me figuraba que estuviera planteando una modalidad relativismo moral... Debería haber indicado que no todas, y que las que sí, no en el mismo grado.