Antes de nacer yo no habité el interior del cuerpo
de ningún hombre, como parece que hizo el dios Dionisos al menos en su segundo
nacimiento (nada menos que un implante del bebe dionisiaco en el muslo de Zeus, también su primer padre biológico).
Y una vez nacido pero aún totalmente indefenso no me alimenté de ninguna
secreción desprendida de las mamas rudimentarias de ningún hombre. Soy hijo de
madre soltera y criado por mujeres —mi joven madre; sobre todo mi abuela, la
matriarca, y el pequeño coro entrañable de trabajadoras de su taller de
costura, de sus amigas y primas. Soy un caso especial, pero no tanto, porque
comparto con “todos” los hombres el no haber conocido a mi padre en esos
decisivos primeros meses. Los hombres en la etapa más decisiva de nuestras
vidas, cuando es tan fácil morir o seguir viviendo (gracias a ellas), sólo
dependemos de las mujeres, de las madres en primer lugar, de las madres
sustitutas en otros casos y hasta el pobre viudo joven, incompetente
fisiológico, que tiene que criar al recién nacido debe buscar una ‘ama de cría’
para poder hacerlo.
Más tarde el asunto en cierta forma se torció o
varió abruptamente, porque en la España franquista no me dejaron estudiar con
niñas y era raro y a veces hasta mal visto jugar con ellas, tocarlas o
pelearse. Los niños formamos en esa melancólica y a la vez gozosa época
sociedades micropatriarcales, por primera vez exclusivamente masculinas. En ese
momento empezamos a perder algunas de las ventajas de la crianza femenina,
perdimos no solo una infancia más completa y más compleja, sino una parte
insoslayable de nosotros, la que a veces se llama la parte femenina que los
mejores entre los varones suelen poseer.
Más tarde, ya adulto inexperto e incompleto,
irresistiblemente atraído por ellas, las busqué, no sólo por el sexo, sino deseando
la convivencia, la vida compartida. No estoy alardeando de ser heterosexual,
sería como fanfarronear de tener pelo frente a ser calvo o a la inversa, tanto
da. Pero una gran mayoría de adultos varones conviven con una mujer o varias
sucesivas (en los casos más alocados o más injustos con varias simultáneas) de
una forma tan íntima, y no sólo sexo mediante, como jamás lo harán con otro
varón, compartiendo cama y cuartos de baño.
Así que, contemplando este proceso vital tan común,
compartido por tantos varones y la vez tan especial, cómo no voy a ser feminista. A mi modo, claro,
mejor y peor que el de otras mujeres (o ni mejor ni peor). En esto del feminismo me pasó como con el
marxismo: Marx me ayudó a liberarme de muchas formas de pensamiento
injusto y luego me ayudó a liberarme del propio marxismo como dogma religioso,
no debería hacer falta decirlo; y es que respeto a las mujeres más incluso que
al propio feminismo, por mucho que reconozca la necesidad histórica y la
justicia reparadora de éste.
No intento confundirme con una mujer feminista. Me
separan muchas cosas, a la vez que me unen muchas más, como me separan muchas
cosas de un inuit (antes esquimal), pero me unen muchas más. Intento explicar
que si bien me considero miembro de la mitad más favorecida de la humanidad,
los varones, no me considero un explotador por el mero hecho de mi sexo, aunque
inadvertida o ladinamente me haya aprovechado de las ventajas que eso conlleva
durante toda mi vida. Creo que ser consciente de ello ya supone un avance. Pero
también creo tener derecho a reivindicarme como feminista, naturalmente a mi
modo, como cualquiera y, lo que es más importante en estos tiempos que la
intolerancia y la intransigencia contaminan hasta las causas más puras y
hermosas, a disentir en parte de ciertos aspectos de movimientos como el de MeeToo, porque yo
sí creo, con todos los matices que vienen al caso, que hay cierto puritanismo
en ese movimiento.
Con la excepción probablemente de Woody Allen,
víctima de otro puritanismo muy yanqui, al emparejarse con una mujer tres
décadas más joven que él (que además no era hija suya, sino adoptada por una de
sus ex mujeres y otra pareja de aquella), ¿acaso necesito explicar que
considero grandes artistas a Woody Allen, Kevin Spacey, Roman Polansky o
Caravaggio, y que pienso seguir disfrutando sin complejos de ese talento si la
censura universal tipo Gran Hermano me lo permite? (de Spacey ya no podré,
porque Netflix parece que le ha
expulsado de House of Cards). Soy
mayorcito y me creo perfectamente capaz de valorar un talento artístico y a la
par condenar aspectos de una vida inmoral cuando coincidan en la misma persona.
Creo que cada caso de machismo y de abuso masculino tiene sus particularidades,
algo así como la famosa frase de Tolstoi de que todas las familias felices se
parecen y todas las desdichadas difieren, aunque a mí me convence más la
inversa.
Nunca el enfado, sobre todo el colectivo y gremial,
ha tenido tanto prestigio aupado en lo llamado políticamente correcto. Sí,
estoy hablando de la tiranía del decoro, tan anglosajona ella, tan puritana, de
la que hablaba Philip Roth en La Mancha humana,
como nos recordaba el columnista Ricardo Dudda recientemente. Esa tiranía
puritana que hace retirar, o al menos lo intenta, cuadros de Balthus o de John
Williams Waterhouse. No digo que el movimiento MeeToo sea
puritano. Es indudable que busca dar voz a esa mitad desfavorecida de los
humanos y conseguir el poder (me niego a usar lo de empoderamiento) y la
influencia que por justicia les corresponde, la misma que a los hombres. Lo que
digo es que suscita en paralelo, quizás inadvertidamente, comportamientos,
aquiescencias, adhesiones y reacciones, aunque no todas por fortuna y
probablemente ni siquiera mayoritarias, que entroncan con ese maldito
puritanismo tan anglosajón aupado sibilinamente en su apabullante cultura de
masas que ahora invade al pobre resto del mundo y a nosotros. Debemos tener
cuidado con ese aspecto tan sectario de la globalización, la colonización
cultural indiscriminada y sin criterio y la hegemonía apabullante de los usos,
modos y formas culturales anglosajones de los cuales el puritanismo, surgido en
la Inglaterra protestante y vigorizado en la profundidad palurda de la América
del Norte, es una de sus formas más tóxicas. No lo importemos, como hicimos tan
unánimemente con la Coca Cola, en el pagano, católico o lo que sea mundo
Mediterráneo, no necesitamos esa intoxicación. Al menos, seamos conscientes
de ella.
Ser libre es compatible con ser hombre y debería
serlo con ser mujer. En realidad, ser libre como hombre tiene como condición
necesaria, aunque quizás no suficiente que sean libres ellas. Pero aquí no
disparamos a los médicos que practican el aborto, ni señalamos a los grandes
seductores o a las mujeres equivalentes, como monstruos de lujuria o mujeres
fatales, ni declaramos impeachment a los primeros ministros, reyes o
presidentes por sus relaciones extramaritales, y los casos abundan. Nosotros podemos
darles ejemplo a ellos, los
angloparlantes, igual que recibirlo de ellos. Como todos, son tan admirables
como criticables.
Para acabar, seguro que conocéis la machista
bromita de "no se puede vivir con ellas ni sin ellas". En realidad es
al revés: no se puede (con) vivir con nosotros en tanto no cambiemos, pero sin
imitar a los de Filadelfia.
Muy de acuerdo. En todo. Aunque los aspectos más desagradables del feminismo están alcanzando tales extremos que a uno ya le empieza a dar cierto reparo proclamarse feminista. No solo por no participar de esos extremos desagradables, sino por no dar la impresión de querer sumarse a la ola victoriosa, o, peor aún, de estarse sometiendo a la inquisición y tratando de hacerse perdonar por haber nacido varón.
ResponderEliminarNo solo es el feminismo anglosajonamente puritano el que resulta policíaco e inquisitorial (cartacterísticas que están en la raiz misma del puritanismo), hay otros feminismos no especialmente puritanos pero igualmente agresivos y hostiles. Le hacen mucho daño al necesario y benéfico feminismo. Yo, sin ir más lejos, y muchas personas razonables que conozco, tenemos que hacer verdaderos esfuerzos para no dejarnos llevar por la hostilidad y el rechazo que la previa hostilidad de algunos feminismos nos despierta inevitablemente.
Gracias. Esperemos que los feminismos agresivos y hostiles no sean los mayoritarios, aunque parezcan los más conspícuos en ocasiones.
EliminarMe enteré ayer del caso del cuadro de Hilas y las ninfas. No conocía el mito (¡Son tantos!), pero creo que llevan razón quienes dicen que retirar ese cuadro por "cosificar a la mujer" parece basarse en un malentendido.
ResponderEliminarNo es sólo ya puritanismo, es segregación asimismo. Uno de los tipos más estúpidos de Twitter es ese tipo de izquierdista que afirma que un hombre debe callarse si una mujer habla de sexismo, sin importar que en su discurso haya errores manifiestos o afirmaciones sin base. Esto se extiende a cualquier otro punto y así te dicen que las únicas que deben hablar del uso del velo son las mujeres musulmanas, que del racismo sólo hablan los no considerados blancos (1), y otras que serían largas de enumerar. Dejando a un lado que ser víctima de un problema no te transforma en experto del mismo, parecido a que ser enfermo no te hace médico (2), está claro que esto sólo contribuye a la balcanización de al izquierda en grupos todavía más pequeños e intolerantes, nada de raro cuando se ha sacrificado de tal manera la universalidad a la que esta aspiraba.
El punto más cómico es cuando estos grupos se acusan los unos a los otros de ser (relativamente) privilegiados, o aparece alguien que pertenece a la vez a dos grupos desfavorecidos y se transforma en una especie de semidiós posmoderno. Las Olimpiadas de la opresión, de las que ya habré hablado aquí.
1 ¿Sabéis que con tal de no decir esto, algunos dicen PoC, "people of colour"? ¿Y sabéis además que, ya en el colmo del ridículo, algunos prefieren hablar de "personas racializadas"? Y sí, sé que las razas no existen a nivel biológico, se pongan algunos como se pongan.
2 Ahora que lo pienso, no pocos de ellos son asimismo partidarios del autodiagnóstico y todo lo que loa compaña: terapias "naturales", psicología de risa y un larguísimo etcétera.
En efecto, ser víctima (de lo que sea) te arroga todo el respeto y los derechos de reparación obvios, pero no te da mayores legitimidades en otros ámbitos supuestamente afines. Por ejemplo, las asociaciones de víctimas del terrorismo en España no están cualificadas para dictar las políticas antiterroristas, aunque sí para ser escuchadas
EliminarMe recuerda el viejo chiste:
Eliminar- Caramba, eres mujer, negra, homosexual... lo tienes crudo ¿no?
- Ché, y no sabés lo pior...
Pues ríete. Los hay que añaden en sus biografías (el texto de Twitter destinado a presentarse, en el perfil de Blogger hay algo parecido) todas las etiquetas que corresponden a grupos desfavorecidos, sea por razones biológicas o culturales, y casi que es jugar al Quién es quién: ¿Es mujer? ¿Es discapacitado*? ¿Es musulmán en un país que no la ha sido tradicionalmente? ¡Pues es X!
Eliminar* Esta la conté hace tiempo por aquí, pero los hay ya que consideran que la palabra discapacitado/a ofensiva, y prefieren usar el término "diversidad funcional". Como dice un amigo mío sordomudo, su problema no es que oiga de modo distinto, sino que es incapaz de oír.
No me rio:es atroz a los extremos de correcta imbecilidad que se esta'llegando
EliminarComo Vanbrugh había hablado de un chiste, me dio pie al comentario. Como dices, es para echarse a temblar.
EliminarMe parece a mí que el individualismo, sea masculino o femenino, sobre todo si se deriva de una religión del libro, tiene siempre un componente antisocial, competitivo, y machacante, aunque muy frecuentemente sea a costa del sector mas débil, por lo que, consciente o inconscientemente, promueve lo inquisitorial, lo puritano, lo fascista, lo populista, etc. Quien no se ha "tragado" esa moral, gracias a su aprendizaje o a su pensamiento y practica otra actitud es generalmente mas respetuoso e igualitario.
ResponderEliminarTus reflexiones son magníficas.
Gracias. Creo que las religiones monoteistas pueden acrecentar ciertos fanatismos, pero son más o menos independientes, hay ateos fanáticos como los hay en cualquier ámbito
EliminarLeyendo algo sobre el escritor Nabokov recuerdo que se decía que si hubiese escrito ahora mismo su Lolita no hubiera encontrado editor. Es un debate que me interesa mucho: tiene que ser una obra de arte moralmente aceptable? ha de ser el autor una buena persona? tiene que servir para algo como modelo de algo lo escrito o pintado o filmado?
ResponderEliminarA mí también me interesa/preocupa mucho este asunto. En general veo que regresa una censura, esta vez ligada a la defensa de las buenas causas, la igualdad de las mujeres, la lucha contra la pedofilia... En fin, la próxima vez que vaya al Prado me tapare los ojos cuando pase ante Caravaggio porque tengo entendido que era un inmoral y muy mala persona
EliminarEl feminismo dominante actual es claramente puritano y además inquisitorial. para ellas la acusación yaes culpabilidad, cuando les interesa.
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