jueves, 3 de enero de 2019

Todos somos austrohúngaros




Pequeño mundo soy y en esto fundo que, en ser señor de mí, lo soy del mundo. Tomo prestada esta proclama que me gustó siempre de La Cenobia de Calderón. Lo malo es que rondando los setenta —que se me pasaron volando— este pequeño mundo todavía de cuerpo presente es ya casi un réquiem por un imperio difunto, como el austrohúngaro. Pero el otro mundo, el general, no cambia más que en lo accesorio, que es lo importante, porque la realidad, desde el electrón a la geopolítica, radica en los detalles. Las personas seguimos siendo buenas y malas, a menudo en el mismo individuo. Las gentes seguimos dividiéndonos entre timadores y timados, estafadores y estafados, casi nunca en la misma persona. Por cierto, las gentes por lo común confunden los timos con las estafas, y no son lo mismo. La diferencia, como casi todo en esta vida (y en este mundo, pequeño como yo o grande como el resto) depende del punto de vista y del contexto. El timo es una maldad del timador que requiere también de la codicia y no sólo de la ignorancia del timado, en tanto que la estafa, además de la perversión del estafador solo requiere la ignorancia del pobre estafado. Así, por ejemplo, el que Donald Trump que espero que en el infierno de Dante sea condenado a construir cientos de kilómetros de muro ladrillo a ladrillo, como eterno alarife gilipollas sea presidente de los Estados Unidos de América del Norte es un timo para sus ignorantes y egoístas votantes, pero una estafa para el resto que no le votamos. Kafka escribió que todos los días necesitaba escribir una frase contra sí mismo. Trump y tantos otros lo hacen a diario, con sus tuits y cada vez que abren la boca.

Y en el mundo se siguen celebrándose referéndums sobre la conveniencia o no de eliminar los cuernos de las vacas en Suiza, cauterizándolos en los jóvenes terneros, y se siguen reclamando referéndums sobre la autodeterminación en Cataluña. Yo estoy a favor; a favor de que las vacas sigan teniendo cuernos hasta en Suiza, y a favor de que se nos consulte sobre la posibilidad de que Cataluña se separe o no de España, y que se nos consulte hasta en el resto de España. 






Nota Bene. El referéndum sobre eliminar los cuernos de las vacas que al parecer creaban intranquilidad en algunos pusilámines ganaderos helvéticos por llamarles algo, se celebró en noviembre pasado y salió que no, que las vacas suizas pueden conservar sus cuernos. En cuanto al Réquiem por un imperio difunto, se refiere en efecto al austrohúngaro y es el título de un magnífico libro de historia de mediados del siglo pasado reciente y oportunamente reeditado ahora, de Francois Fejto. ¿Qué decir sobre él en estos momentos en que nos debatimos entre una maltrecha y mojigata (desde su nacimiento) Unión Europea y el auge de los nacionalismos? Pues que todos somos austrohúngaros, como señaló Sergio del Molino.

8 comentarios:

  1. He tenido que buscar lo de los cuernos de las vacas suizas porque es que parecía de El Mundo Today. ¡Y es cierto!

    Lo peor es que en ultramar están gobernando a la vez verdaderos patanes, Trump en el Norte y Bolsonaro en el Sur. Y por China algunos acusan al actual presidente de querer ser un nuevo Mao...

    P.D: Gracias por preguntar. Espero que tú también estés mejor.

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  2. Lansky, que buenos lo que dice Sergio del Molino, gracias por mencionarlo. Un comentario sobre el imperio: habras notado que "la cortina de hierro", por usar la cursi metáfora, empezo a desgarrarse en la frontera entre Austria y Hungría. Claro, en 1989 nadie recordaba que habian sido lo mismo 70 años antes, salvo los biznietos de aquellas gentes, y estos encontraron maneras de abrir la frontera.
    Todavia estamos tratando de entender que significan Trump y Bolsonaro. Pero la profusion de hechos inexplicables como los chalecos amarillos, el brexit o Mateo Salvini nos hace recordarles que no cambien de sintonía: todavia falta lo mejor

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  3. Lo de los chalecos amarillos es, dentro de lo que cabe, lo más sencillo de explicar: Macro, un político sin experiencia, se creyó, altivo y distante, que no era un presidente sino Luis XVII, y olvidó la ya larga tradición francesa de revolución burguesa, y olvidó también que Francia ni es solo Paris

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  4. Macron
    Que Francia no es solo París

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía