jueves, 11 de mayo de 2017

En busca de los primeros agricultores de Chipre, 2 (y de los gatos)






Los biólogos evolutivos siguen discutiendo si el gato es enteramente doméstico. Por supuesto, tanto los caseros como sus afines silvestres, los gatos, a la inversa que los perros, no son animales sociales, sino individualistas incapaces de aceptar la jerarquía de una manada o de una familia, y sólo se juntan para la reproducción. Por eso se ha acuñado el término de ‘semidoméstico’. 

Los primeros graneros, que son anteriores a la agricultura y servían para almacenar lo que recolectaban sus predecesores, atraerían presumiblemente a ratones, y esos a los gatos silvestres que serían bien vistos por los humanos. Leo en Internet que los gatos son los animales domésticos más numerosos en el mundo, por encima incluso de los perros. Son parientes muy cercanos del gato salvaje; más aún que los perros de los lobos, pero su ADN es difícil de estudiar precisamente porque sus hábitos semidomésticos le hacen cruzarse habitualmente con sus parientes monteses. Pero parece que está claro que provienen de una subespecie de Felis silvestris de Oriente Próximo, como la agricultura y, como veremos, como la cerveza y el vino.


Los ejemplares menos temerosos que se acercaban a los humanos y los que se dejaban acariciar eran premiados y se recogía para criarlos a los gatitos, pero en ese proceso inacabado por el momento, los gatos no han sufrido los cambios típicos de la domesticación, como en el perro, tanto físicos, acortamiento del morro, a menudo caída de las orejas, como etológicos: ánimo juguetón de adultos; es decir, en conjunto el mantenimiento de rasgos infantiles. Así pues, construir el árbol genealógico de los gatos, que se aparean con los silvestres, ha sido muy difícil y sólo se ha conseguido en 2007. Parece ser que confirman que los parientes más cercanos de los gatos domésticos son los silvestres de Oriente Medio que viven en la periferia de los desiertos. Muchos conservan los colores originales —agriotipo— de los de ese hábitat, un pelaje color arena atigrado en el lomo.


Cuando yo era joven se mencionaba siempre al antiguo Egipto faraónico como la sede de los gatos más antiguos y como previsible cuna de su origen. Es lógico; se han encontrado enterramientos con cientos de miles de momias suyas y hasta hay una diosa, Basteth que se representa con su figura y que concitaba rituales y cría y venta de gatos y embalsamamientos de los mismos. Pero el gato es anterior en unos miles de años hasta retrotraernos al Neolítico precivilizaciones. 

En Chipre arqueólogos franceses han encontrado restos que indican evidencias de una domesticación varios de miles de años anterior. Ya hemos dicho que los primeros colonos en Chipre traían gatos (grandes) y perros (pequeños). Los restos de gatos más antiguos de Chipre tienen 10.600 años de antigüedad, pero el hallazgo más fascinante es mil años más reciente: una tumba de una persona, de la que se desconoce su sexo, y a 40 centímetros la de un gato; la persona tenía unos treinta años; el gato, de patas largas y grande, sólo ocho meses, así que es probable que fuera sacrificado aposta para acompañar al humano. Puede que la persona enterrada fuera un chamán o una sacerdotisa, y entre animal y humano existirían lazos muy grandes (de hecho, los gatos son sagrados en todas las culturas agrícolas, empezando por la egipcia, y esa sacralidad la evidencia la estatuaria también que cuenta con numerosas figuras de gatos de todos los tamaños, algunas en Chipre y son más antiguas aún que la tumba citada). Tal vez ambos ‘trabajaban’ asociados en un almacén de grano dependiente de un templo, como en Egipto.


En las relaciones de gatos y hombres, las condiciones las ponen los gatos; eso lo sabe perfectamente cualquier persona que tenga uno. Y han conservado en mayor medida sus rasgos salvajes. El viaje de los gatos hacia su plena domesticación continúa actualmente. He leído a un investigador afirmar que si el gato fuera simplemente el doble de tamaño nos devoraría. Yo prefiero quedarme con un aforismo de los antiguos chinos, también muy amantes de los felinos, que afirma que Dios creó al gato para que el hombre pudiera acariciar a un tigre. Y acabar con los ratones.

2 comentarios:

  1. Leí en cierta ocasión que el mito de que perros y gatos no se soportan proviene de que sus lenguajes corporales son distintos: los perros "malinterpretan" ciertos gestos felinos como invitaciones a jugar, cuando en realidad están expresando su irritación. No sé si será enteramente cierto, pero sí parece que es más intuitivo comunicarse con un perro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No es un mito, cánidos y félidos son familias zoológicas enfrentadas. Lo primero que hace un tigre si entra en una aldea india no es matar humanos, sino cazar a todos los perros. No hay malinterpretación, porque apenas hay comunicación: se reconocen como enemigos y eso les basta, aunque algunos perros jóvenes o cachorros son idiotas.

      Eliminar

Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía