lunes, 8 de mayo de 2017

¿Es la creatividad una enfermedad?





En el post anterior sobre Norman Mailer, yo sugería la vinculación de ciertas personalidades incómodamente violentas con cierta (sólo cierta) escritura acerada y potente, y para apoyar esa relación citaba también a Harry Crews y a Edward Bunker. Pero en los comentarios surgió un planteamiento más amplio (y conocido) entre el genio, o el talento extremo, y los desarreglos de la personalidad. Algo de eso debe haber y se pueden aducir numerosos ejemplos de genios tormentosos, Van Gogh y tal…, pero también se pueden buscar de lo contrario; así que por ese camino poco avanzaremos.

Si la selección natural fuera un mecanismo tan simplista como creyeron los ignorantes reaccionarios del darwinismo social, en la evolución de las especies solo cabría la perfección más absoluta, porque la supervivencia de los más aptos eliminaría cualquier defecto o enfermedad hereditaria. No es así, claro, sino mucho más fascinante. El ejemplo típico es el de la pervivencia de una enfermedad tropical de África que no mata casi nunca, pero es incapacitante en gran medida, la anemia falciforme, consistente en la existencia de unos glóbulos rojos en nada globulares sino en forma de hoz que transportan en oxígeno en la sangre de forma precaria y el sujeto está siempre agotado. ¿Por qué persiste? Pues porque genéticamente esta asociada a una alta resistencia a la malaria.

El talento extremo parece estar asociado a ciertas formas de esquizofrenia. No se trata ya, o no se trata sólo, de que el creador sea un voraz y egoísta autista al que no le interesa nada que no sea el cumplimiento de su obra a costa de propios y extraños y en especial de los que le rodean. La base genética de esa creatividad no se conoce aún, pero lo cierto es que estadísticamente, no en los individuos sino en las familias donde se dan frecuentemente genios, se da igualmente la esquizofrenia, lógicamente no tiene por que darse en el mismo individuo, entre otras cosas porque la esquizofrenia impide cualquier actividad normal o excelsa incluida la creativa. En familias y genealogías enteras se da esa correlación y ya se sabe que si bien la correlación no es lo mismo que la causalidad (ambas dos cosas pueden más bien tener una causa común, en este caso el genoma), lo que no existe en ciencia es la casualidad.

Es tentador pensar que los neandertales eran  más sanos psíquicamente que nosotros, pero es muy posible que por ello carecieran del impulso creador de los sapiens (cromañones) auriñacienses autores de las maravillosas pinturas rupestres naturalistas del norte de España y el Sur de Francia que les remplazaron. Igual sucede al parecer con ese arte supremo que es la música, pues sólo se han encontrado instrumentos musicales, concretamente flautas de hueso perfectamente utilizables, entre los sapiens cromañones. Instrumentos musicales y arte figurativo parecen ser dos de nuestras señas de identidad como especie y como elemento diferenciador con otras especies próximas. Divago que es también lo que se supone, salvando las distancias, que hizo también Newton cuando le cayó la manzana (anécdota rigurosamente apócrifa y absolutamente falsa) y de paso su teoría gravitatoria. Así que lo dejamos y regresamos a esas familias talentosas pero esquizofrénicas.

La habilidad para pintar, tocar música y contar historias es, ‘en parte’, hereditaria. Y como he señalado, las familias en que ese talento es frecuente tienden también a sufrir más a menudo enfermedades psíquicas como algunas formas de esquizofrenia y el trastorno bipolar (maniaco depresivos), Ambos trastornos afectan aproximadamente al 1 por ciento de la población en todas las partes del mundo, en todos los países en que se ha estudiado. En concreto en la esquizofrenia severa, a menudo los familiares del enfermo son destacados artistas o músicos. Aunque eso no suele ser así para el afectado, puesto que su capacidad se reduce mucho. En cambio, las personas con trastorno bipolar consiguen destacar más a menudo en actividades creativas, al igual que sus familiares cercanos.

Uno de los primeros en advertir esta relación, en 1970, fue el científico islandés Jon Love Karlsson (Islandia es un gran laboratorio genético humano, por el largo aislamiento de su población isleña y la fiabilidad de las genealogías existentes en sus parroquias que se pueden cotejar con los análisis genéticos). Comparó los datos de esas genealogías (las más completas del mundo) con los enfermos del hospital psiquiátrico de Reikiavik y con el principal diccionario biográfico islandés.

Karlson, en casi la infancia de la genética, creía que sólo dos genes controlaban por completo el riesgo de padecer esquizofrenia. Hoy en día, la investigación del ADN ha demostrado que existen cientos de genes implicados (además de factores ambientales, en parte aún desconocidos). Pero la relación aludida entre creatividad y enfermedad mental se sostiene y ratifica incluso en los estudios más recientes, más amplios y mejor realizados.

Parecería un afán de compensar el fulgor del genio extremo el atribuir éste a algún exceso morboso: el opio y el ládano de los poetas simbolistas, la heroína en Charlie Parker o incluso la sociopatía de un Rimbaud tratante de esclavos, pero lo cierto es que Rimbaud fue un poeta maravilloso y además y no a causa de su desafección humanista, o Charlie Parker no le debe nada más que su triste final a la heroína y no conviene confundir con causas lo que son, como dije, correlaciones o simples coincidencias. ‘A pesar de’ y no ‘a causa de’

Quizás no se deban sacar conclusiones apresuradas, pero donde hay humo hay fuego, la llama de la creación, la más excelsa humana.


8 comentarios:

  1. Desconozco las correlaciones genéticas entre “genialidad” y determinados trastornos mentales. Ahora bien, un problema para estas investigaciones es que el concepto de genialidad (y en gran parte, también el de “enfermedad mental”) no es demasiado preciso. Por eso, me parece pertinente hablar, como haces, en los “genios extremos”, que yo definiría como aquéllos con una capacidad de desmontar todo los que se venía haciendo hasta ellos en su disciplina. Esta gente no solo tiene un talento extraordinario sino un pleno convencimiento de su tremenda valía y de que el desarrollo de ésta es más importante que cualquier otra consideración. Porque tengo la impresión de que si no se dan esos dos componentes de la personalidad, por mucho talento que tengo no será un genio, sencillamente porque no será capaz de demostrar su genialidad.

    Es decir, no creo necesaria una correlación entre creatividad (talento) y enfermedad mental; pienso que puede haber personas enormemente creativas que no llegan a ser reconocidos como genios (su creatividad no se traduce en una ruptura revolucionaria de su disciplina artística). Sin embargo, sí me da la impresión de que son necesarias unas características psicológicas que rondan las patologías mentales para ser genios o, al menos, genios extremos. Pero más que trastornos bipolares o esquizofrenia, yo asocio las personalidades de estos individuos con las psicopatías, en el sentido de que suelen carecer de empatía, son incapaces de sentir con el otro, de sentir compasión. Añadiría que si estas notas caracterológicas me parecen requisitos para llegar a ser genios, las mismas se refuerzan una vez que el genio es reconocido socialmente; un típico proceso de feed-back.

    Por supuesto, no deja de ser una impresión que tengo, corroborada con las biografías de los que considero grandísimos genios. Si fuera verdad, resultaría que quienes más contribuyen a la grandeza de la humanidad son también los menos “humanos”, al carecer de una de las cualidades, en mi opinión, más valiosas de nuestra especie: la empatía (y, sin empatía, no hay bondad).

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    1. Evidentemente no es lo mismo la diabetes, la insuficiencia cardiaca o los tumores que las complejidades psíquicas, pero el Alzheimer, el Parkinson, la esquizofrenia o el trastorno bipolar son enfermedades perfectamente diagnosticables y tratables incluso con farmacopea; de hecho se sabe de su base genética y de sus alteraciones estrictamente bioquímica.

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  2. ¿Para quién canto yo, entonces? se pregunta Charly García en una vieja canción. No creo que se pueda rastrear una enfermedad en muchos artistas talentosos, pero si creo más probable que encontremos un extrañamiento del artista con sus convivientes. El tipo es un raro, y está hablando a otras personas: vivas muertas, futuras o imaginarias.

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    1. La enfermedad, por lo común, no la tienen los artistas si esta es incapacitante -ya se dice en el post- sino miembros de sus familias, lo que demuestra que hay un vínculo genético entre enfermedad y talento, pero casi nunca en la misma persona, salvo en los bipolares. Lo del extrañamiento, como dices, también.

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  3. Entiendo el comentario de los neanderthales, porque hace tiempo se asoció la aparición de la esquizofrenia con el desarrollo del intelecto humano. Sí se sabe que las epifanías y otros fenómenos religiosos parecen ser formas de esquizofrenia muy moldeadas por las propias creencias del sujeto. Teniendo en cuenta que las primeras manifestaciones artísticas están íntimamente ligadas a la chamanería, es muy posible que Jon Love Karlsson viera una correlación correcta.

    Dicho eso, soy muy partidario de que el éxito es un 99% de transpiración y un 1% de inspiración. No creo, como Miroslav, que para trabajar duro sea necesario estar cercano a un psicópata, antes bien creo que es un inconveniente... Sí quizás sea necesario ser un poco huraño, aunque sea huraño a tiempo parcial, lo cual no es un obstáculo para sentir empatía.

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    1. Estoy muy de acuerdo con tu comentario.

      En relación con la empatía creo que no se opone a ser huraño, al cotrario: a menudo ser huraño es la única defensa a cierto exceso de empatía, como la búsqueda de la soledad es condución para apreciar dosificada la compañía.

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  4. ...en mi opinión esto que dices vale para determinada concepción romántica del genio artístico; pero no creo que se pueda generalizar

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    1. ¿Quién generaliza? Se habla de trastornos muy concretos, sólo de esos. Y dentro de los límites que establece la ciencia, muy precisos. Es curioso el escepticismo de tantos profanos ante ciertos hechos que contradicen los prejuicios de tantos 'humanistas'

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía