viernes, 10 de noviembre de 2017

Telas de araña y cuidados 'femeninos'




Algunas especies de arañas tejen en su tela un hilo más grueso que el resto, más visible. Eso parece contradecir la eficacia de la trampa, pero no es así: los pequeños organismos, insectos y demás caen atrapados igualmente, pero un pájaro, por ejemplo, que cruce veloz entre las dos ramas de la tela, verá el hilo más grueso, lo evitará y no romperá el artilugio. Los humanos en apenas 200.000 años como especie y diez mil como acumuladores de cultura, hemos aprendido a tender sofisticadas telas, pero no solemos colocar el hilo de advertencia más grueso y conspicuo, el Principio de Cautela que no busca sólo la eficacia a corto plazo. Mucho menos sabemos destejer las telas cuyos costes de oportunidad, como dicen en la jerga de los neobrujos (economistas) son excesivos. Nosotros no conocemos lo que la araña sabe por instinto, que un hermoso orden —como los que imperan en la biosfera— puede pasar de repente al caos. La araña conoce por instinto ese riesgo y genera advertencias para que los intrusos se den media vuelta, pero ¿qué pasa cuando los intrusos somos los propios constructores de artificios? Sin ese instinto invertebrado, precisamos de una sabiduría que lo sustituya, pero de momento seguimos enfangados en la excesiva información y en el aún escaso en ciertos campos conocimiento.


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Durante más de un mes he estado cuidando a un viejo recién operado. Que ese viejo sea mi propia madre no es relevante. Me sentía obligado, no por el amor (escaso por razones que no vienen al caso), ni mucho menos por una remota reciprocidad que ni espero ni aceptaré por parte de mis hijos, sino por decencia. Como no tengo hermanas (mala suerte: no pude ligar con sus hipotéticas amigas), al tocarme en exclusiva a mí, me he dado cuenta del papel de eternas cuidadoras del sexo femenino (la palabra género la reservo para la gramática), las que van al huerto, las que amamantan a los niños, las que cuidan a los viejos, en todo tiempo y lugar. Bueno, yo, biberón mediante, puedo y he asumido esas tareas en algunas épocas de mi vida, y esta es la menos gratificante.


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En un muro de una salida de Manhattan hacia Nueva Jersey se puede leer (en inglés naturalmente, lo traduzco): “¡Cuidado! ¡Estás saliendo de la ciudad y ahora tendrás que vivir en América!” Quizás al pasar el Ebro en dirección noreste haya que incluir un aviso similar: “¡Cuidado, sales de España: aprende a ser xenófobo!”, aunque xenófobos hay en todas partes, siempre como condición patriótica.

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En vez de relaciones, conexiones; o sea, en lugar de relacionarnos, nos conectamos. Hemos pasado de monos sociales a electrodomésticos autoprogramados.

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Valle Inclán dejó inacabada su última y magnífica novela, El ruedo ibérico, porque se murió demasiado pronto. Qué obviedad, ¿no? Pero no me refiero a que la muerte le interrumpiera la tarea, sino a que no llegó a conocer el esperpento del ‘Proces’ independentista para añadirlo a su esperpento narrativo. Políticos huyendo a Bruselas y buscando refugio en partidos xenófobos flamencos, políticos desdiciéndose ante el juez de sus afirmaciones rotundas anteriores, doctrinarios que infringen la ley por ser más demócratas que nadie… toda Cataluña es una demagogia, al menos la que se asoma, victimista y lastimera, a los medios de comunicación.

6 comentarios:

  1. Cierto es lo que dices, pero también, como prueba tu caso, que hay más igualdad de género y mejores sentimientos ahora que la prácticamente inexistente en otra epocas. Lo que se echa muy en falta es el que sabiendo como sabemos que la mayoria de nuestras sociedades occidentales estan ya muy envejecidas, y mas que lo van a estar, no se esten organizando comme il faut las cosas necesarias para que se resuelvan con dignidad y eficazmente las deficiencias actuales.
    Me alegro mucho de tu vuelta a casa (como la de ET). Un abrazo P.

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    1. LOs viejos son por lo general superfluos en la sociedad de consumo al igual que eran valorables en las sociedades tradicionales

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  2. Es que también los seres humanos somos criaturas con diversos tipos de órdenes conocidos. Si tuviéramos un fuerte instinto, más difícil habría sido haber innovado.

    La confusión entre sexo y género la considero una batalla perdida, la verdad sea dicha. Entre unos y otros han logrado que esté llena de polémica absurda y huera.

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    1. Yo procuro no delizarme por esos absurdos políticamente correctos

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  3. Me alegra volver a ver un post tuyo, tras este insólito (en ti) silencio de más de un mes. Siento que la causa haya sido esa -por cierto, no dices cómo ha ido la operación; espero que bien- pero te honra haber asumido tus ¿obligaciones? filiales. Por 'decencia', dices que lo has hecho. Siempre me ha gustado esa palabra con el sentido con que la usas aquí. Contiene un montón de significados para los que, juntos, no encuentro término más adecuado y que, por otra parte, me parecen cada vez menos frecuentes -quizás sea un prejuicio inevitable del viejo en que me voy convirtiendo-. Vamos quedando cada vez menos, no 'personas decentes', sino personas que usemos esta expresión y que consideremos que ser 'decente' es un buen código de conducta, suficientemente formulado.

    El contacto directo y eficaz con el mundo para volverlo habitable y amable, la atención personal a las necesidades inmediatas, propias y ajenas, siempre se han considerado funciones menores, tan básicas que se dan por descontadas y se descartan con un cierto desdén; y, por tanto, en nuestras sociedades más o menos machistas, tareas típicamente femeninas. Lo son, en mi opinión, pero justo por los motivos contrarios. Esas funciones, y la disposición hacia el mundo de quienes las asumen, me parecen corresponder a las capacidades más nobles, más 'civilizadas', y civilizadoras, del ser humano. Y es cierto, creo, que las mujeres tienen una mayor tendencia y capacidad hacia ellas que los varones. No lo niego, creo que, si hay un sexo superior -más plenamente humano- es el femenino, y que el proceso de civilización, de humanización, pasa por una 'feminización' de la especie. Una actitud que deje de considerar estas tareas 'femeninas' como algo inferior, y que dé cada vez mayor valor a la compasión.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía