domingo, 20 de mayo de 2018

Globalizar la libertad de expresión




El actual presidente de la todavía nación más poderosa del mundo utiliza sistemáticamente el lenguaje para provocar. Análogamente, los grupos terroristas lo utilizan para incitar a matar eficazmente. En Cataluña el nuevo presidente autonómico, que pasa por ser un intelectual porque ha escrito abundantemente, es un xenófobo declarado. Somos vecinos en un mundo conectado. Sin embargo, abundan las personas que rechazan los debates universales utilizando la libertad de expresión. “Usted cree eso, yo creo esto otro, no tiene sentido gastar más saliva”. O bien, “usted se equivoca, yo tengo razón, no hay más que hablar”. O bien, "yo lo hago así, usted hágalo como quiera”. En un mundo plagado de sus propios fanáticos intransigentes, la búsqueda de un universalismo más universal es una tarea urgente. Con los vuelos baratos y los teléfonos móviles inteligentes, todos somos ya vecinos, pero en ningún lugar está escrito que vayamos a ser buenos vecinos. Eso requiere un esfuerzo transcultural de la razón y la imaginación. Y el núcleo central de todo esto es la libertad de expresión. Sólo con la libertad de expresión puedo comprender lo que significa ser tú, la verdadera empatía. Comprender nuestras diferencias y por qué son lo que son.

El lenguaje tiene dos misiones contrapuestas: cooperar  con más eficacia en el interior del grupo en su lucha contra otros grupos, y salvar las diferencias con otros individuos o grupos sin utilizar la violencia. No se pueden pretender ingenuamente abolir los conflictos, a demás que el resultado sería un ‘mundo feliz’ espantoso, estéril y uniformemente desvaído. Pero todo conflicto puede manejarse pacíficamente, con diálogo y no con guerra.

Nunca nos pondremos de acuerdo. Tampoco hay por qué hacerlo. Pero debemos crear unas condiciones para acordar cómo discrepar. Isaiah Berlin sostenía que existe una pluralidad de valores, pero que no todos pueden realizarse por completo al mismo tiempo. Sin embargo, pese a los diferentes pensadores y culturas, la mayor parte de las personas, en la mayor parte de los países y culturas y en la mayor parte de las épocas acepta una parte de los valores comunes mayor de lo que comúnmente se cree. Lo que hay debajo de esas diferencias que tanto nos fascinan cuando viajamos a sitios remotos es algo común: lo humano. Hay que tender a cierta globalización también moral que siempre pasa por la libertad de expresión.

4 comentarios:

  1. Por si fuera poco, gran parte de la cultura actual pone énfasis en lo personal e intransferible, que no digo que no tenga su importancia, pero va a acompañado con un aparente desprecio por el prójimo, siempre percibido como "opresor".

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  2. Fijate que yo asocio a estos xenofobos que mencionas a la iglesia católica en la epoca de la contrarreforma. Que hizo daño, claro, pero no pararon la marea.
    Habrá que ver cómo ridiculizar eficazmente a estos tontos de capirote

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía