domingo, 19 de julio de 2020

Relato ateo para una Francia laica


Ojito con esta Francia laica que va a dejar como piojos tuertos a los quema conventos del inicio de nuestra Guerra Civil. Ya comprenderéis que si un monaguillo es capaz de quemar una catedral —la de Nantes, este verano, después de Notre Dame de Paris, y las casualidades no existen— puede que lo siguiente sea secuestrar al papa Francisco, el Anumérico, para volver a instalarlo en Aviñón. Están pasando cosas muy raras, y no me refiero sólo a la pandemia. Ahí están esos que se saludan tocándose los codos. Parecen pollitos educados, con sus alitas cortas, y como no miden bien las distancias se inclinan además patéticamente. El codo es un arma más letal que el puño cerrado y la mano, como saben muy bien los practicantes de ese arte marcial, que incluye la patada en los huevos y el cabezazo en la nariz y que se llama lucha callejera.

Pero bueno, a lo que iba. Se respira laicismo en el aire y los golosos compradores de pasteles los domingos van a tener que buscarse otra coartada que no sea la de salir de misa (o salir a misa, tanto da). Por eso yo me he puesto a escribir un cuento ateo. Como bien dice un judío jasidico rebotado, los antisemitas no saben nada de judaísmo, pero en cambio lo ateos sabemos un montón de religión. Al menos lo esencial, lo infumables que son todas a la luz de la razón, de ahí la necesidad de la fe, no les queda otra a los creyentes, con todos mis respetos a su fe y exigiendo la recíproca a mi razón.

El cuento va de Dios con Alzheimer. No un dios, sino Dios, el Creador, el Demiurgo. Los gnósticos, que iban de hilar fino, afirmaban la posibilidad de un demiurgo que había creado el mundo y a los humanos y luego se había ‘olvidado’ (pasado) de ellos. Ni prestaba atención a las plegarias ni se ocupaba ya de nosotros. Yo voy más allá, lo mío es distinto. Se trata de Dios con Alzheimer, o sea, que no recuerda quién es o quién ha sido y desde luego no se considera protagonista del Génesis. No sé como no se le ha ocurrido a nadie hacer un bolero bien sentimental con el Génesis: Él nos lo dio todo, paraíso incluido, animales y plantas, todo y nuestros padres, desagradecidos, van e incurren en la única prohibición explícita, la de comer del dichoso árbol. Y claro les ponen de patitas en la calle. Uno no puede dejar de pensar en la premeditación divina, en todo el tinglado creacionista total para largarnos a que nos las apañemos solos, como estaba previsto desde el principio, digo yo, divino sadismo.

Pero mi relato no va de eso. Dios no recuerda que es Dios mientras que el diablo se descojona del Pobre. Pero no, Dios no ha perdido sus poderes, sólo su memoria, de modo que cuando estornuda provoca una pandemia o un tsunami, una erupción volcánica o una sequía espantosa (le tiene manía a los negros, porque siempre les toca a ellos). Por supuesto el Diablo no hace nada por remediar todo eso, va de racionalista cartesiano y le convence a Dios una y otra vez, desastre tras desastre, que son fuerzas naturales, atracciones gravitatorias, alteraciones del eje terrestre, calentamiento global, deriva de los continentes, el capitalismo salvaje o el otro… las responsables, pero no ese inmenso poder divino; un Divino Maltratador sin saberlo, como tantos. Pobre Dios. Por eso algunos cretinos dicen que visto como va el mundo, como fue en el pasado y como irá en el futuro, es obvio que Dios no existe, pero el Diablo sí. No entienden nada. Cada vez que no os ponéis la mascarilla es porque sabéis por ciencia infusa que los virus no existen, que son un invento de las multinacionales, que en realidad es Dios estornudando. Pero no olvidéis que el diablo le susurra a Dios lecciones de virología mientras Este sigue estornudando.

4 comentarios:

  1. Amanece que no es poco.

    No hace mucho vi, casi en sesión continua, la tercera parte de Twin Peaks, la famosa serie de televisión. Entre las diferencias con las dos temporadas anteriores, la trama de la tercera ya no se desarrolla en exclusiva en un pueblecito montañoso y apartado. Es como si aquel microcosmos extraño, onírico, maligno, de la serie original se hubiera "abierto" al mundo. Leí en un artículo de periódico que esto puede tener un significado evidente: en el transcurso de los, más o menos, treinta años que han pasado desde que se rodaran las dos primeras temporadas el mundo se ha vuelto "lynchiano". Esto es, ya no hace falta localizar lo extraño, lo maligno, en la realidad apartada de un pueblecito pequeño y confinado. Ya todo está impregnado de esta cualidad perversa y retorcida que definía la serie original.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El debate es si el mal existe por si solo o como condición y contrapeso del bien, si no hay mal sino malvados, etc

      Eliminar
  2. El incendio de la Catedral de Nantes ha tenido varios focos, lo que hace pensar en que puede haber sido provocado. Dicho eso, la relativa frecuencia con que se producen incendios en catedrales francesas hace que se dude de sus medidas de seguridad y de la calidad de la gestión que el gobierno galo hace de su patrimonio.

    Lo malo es que, para los tontos, los dos hechos que he nombrado son incompatibles. Y hay demasiados tontos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, no son incompatibles sino probablemente complementarias

      Eliminar

Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía