miércoles, 22 de diciembre de 2021

Como convertirse en un marciano en una sola lección

 “Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende la mecánica cuántica”. Richard Feynman

Podría decir que cada vez entiendo menos este mundo, pero eso no expresaría bien el asunto. No me refiero al proceso inexorable, al envejecer, en el que, junto a los achaques de la decrepitud, se siente uno más marciano en los mundos de la gente joven. Me parece inevitable. Eso sí, uno puede decidir no convertirse en un viejo irascible, eso es, alguien a quien esos mundos que no entiende le cabrean.

Tampoco me refiero a no entender… yo que sé, la física cuántica, porque como dijo Richard Feynman, los que dicen entenderla son una prueba palpablede que no se han enterado de nada.

Así que no me refiero a la brecha generacional. Ni a la incomprensión de los vertiginosos y acelerados descubrimientos científicos. Me refiero a que no entiendo, ni siquiera en lo básico, a la mayoría de la gente que me rodea (hasta cierto puento: ahora lo explico) independientemente de su edad y de su formación o nivel cultural. Hasta que me he tropezado con una asombrosamente sencilla ley que me lo explica claramente. Una ley social, claro, no física. Es la ley Barry Manilow, promulgada por Clive James y difundida por Martin Amis y ahora modestamente por mí. Sirve para explicar lo inexplicable, como toda buena ley; para explicar la popularidad de los nefastos populares (y no estoy aludiendo a los miembros de ningún partido político concreto). Se llamen (para mí, ahora lo aclararé). Donald Trump, Boris Johnson, Jail Bolsonaro; o más próximos, Abascal, Díaz Ayuso o lo lo que se tercie. Individuos para mí detestables por las que yo considero poderosas razones pero que no se puede ignorar que son aclamados por una abrumadora cantidad de seguidores.

La ley que este misterio aclara, esa bendita ley de Barry Manilow, postula: “Toda la gente que conoces piensa que Barry Manilow es absolutamente horrible. Pero toda la gente que no conoces piensa que es genial.”

Como toda buena ley tiene un corolario igual de explicativo: ten en cuenta que la gente que conoces es astronómicamente menos numerosa que la gente que no conoces…

Pero si fuera poco, hay que considerar que esos fans incomprensibles para mí, de Barry Manilow no pueden hacer que aumente mi exposición a Barry Manilow, pero los de Donald Trump, los de Díaz Ayuso, aliados con los omnipresentes medios de comunucación de masas y especialmente las redes sociales…, me hacen oír, prestar atención a Donald, a Isabel a Jose María, quiera o no quiera… ¡Oh, Dios mío!

Y lo mismo con los toros, el fútbol y la Navidad. Así que procuro leer menos prensa escrita, menos prensa digital, ver menos televisión y oír menos radio. Y sí, me estoy convirtiendo en un autentico marciano.

2 comentarios:

  1. Pues si algún te abrieras cuenta en Twitter, no te sentirías marciano, sino directamente te saltarías varios órdenes astronómicos y estarías seguro de proceder de Andrómeda (la galaxia, no la señora a la que encadenaron para que le comiera un bicho marino).

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    1. Ni de coña. Antes me hago una foto del culo y la amplio para colocarla en una valla publicitaria

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía