domingo, 28 de agosto de 2022

Infancia

 

Cuando yo era niño en los pueblos solo había dos televisores, el de la casa del rico del pueblo, vetada al resto de los mortales, y el del Teleclub. El Teleclub era un democrático invento para que todos pudieran disfrutar de ese otro invento reciente, al menos en España, la tele. En el Teleclub del pueblo de Barajas donde vivían mis primos y donde mi tío Carlos trabajaba en el cercano aeropuerto (no confundir ambos) vi los primeros programas en blanco y negro. Había que llevarse la silla, no hacía falta estar callados y se veía lo que echaran en el único canal de televisión. Supongo que el jefazo milagrero de todo aquello sería el futuro presidente de la remota democracia, Adolfo Suárez.

En aquel pueblo al que no he vuelto, ni supongo que mis primos, nos bañábamos en enormes charcos de agua de lluvia que se acumulaban en desmontes periurbanos o en mitad de los caminos. Nadábamos, yo era el que mejor lo hacía, y procurábamos no pisar el cieno del fondo para no enturbiar el agua. A veces construíamos una improbable balsa que era el pretexto para naufragios buscados.

Yo era el más guapo de mis primos (ahora creo que es mi primo Carlos, el mediano) y el más mandón, puesto que era el mayor. Y como grupo éramos una tropilla entre salvaje y civilizada (leíamos tebeos).

Pero en realidad ese pueblo no era Barajas, sino que se llamaba Infancia. Infancia pobre pero no mísera y nada resentida. Otro día os cuento la otra mitad del cuento.



2 comentarios:

  1. Mi mujer es de un pequeño pueblo de montaña al que henos ido estos meses de verano. El que más lo ha disfrutado es el pequeño, bañándose en un río, saltando de una roca al agua y correteando libre por las calles. Toda infancia debería tener un entorno rural como referencia.

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  2. De pequeño eras el más guapo y el más mandón, y así has seguido siendo. Besos

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía