Alabanza de aldea y menosprecio de corte (Antonio de Guevara) ¿o al revés? Le tengo pánico a las generalizaciones, sobre todo si van acompañadas de buenas intenciones; me recuerdan a los macroeconomistas (¡Vade Retro, Satanás!) ¿Siempre es preferible hacer sufrir que sufrir, ser verdugo que víctima, acosador que acosado, violador que violado? ¿O a lo mejor es al revés? ¿Es preferible ser explotador que explotado, urbano que rural, cívico que rústico? El problema es que hay explotados explotadores (como el pueblo más xenófobo de España que antes era uno de los más pobres: El Ejido, Almería), etcétera.
La naturaleza bucólica como el paraíso para tontos, el ecologismo
como la revolución de marca blanca. Lo cierto es que si vivir en el campo
fuera tan estupendo las ciudades no estarían abarrotadas, pero las ciudades
están llenas, los pueblos cada vez más vacíos y vaciados y los más ricos de los urbanos, eso sí, se compran fincas en el
campo, pero no viven en ellas.
El poeta serbio yanqui Charles
(antes Dusan) Simic lo resume perfectamente; hay tres formas de pensar el mundo:
como los griegos de la Antigüedad; es decir, en el Cosmos, y siguiendo su
entrópico deterioro lo que ahora hacen también los terraplanista o los
obsesionados con los extraterrestres y algunos más; se puede pensar en la
Historia, como hicieron originalmente los hebreos y ahora algunos columnistas y
afines a la geopolítica; finalmente, desde el siglo XVIII y el Romanticismo, se
puede pensar en la Naturaleza. La elección es personal, por afinidades y
formación: Cosmos, Historia y Naturaleza, todas con mayestáticas mayúsculas,
todas para buscar el sentido de la vida. Y se puede incluir a Dios en el menú. La
infinitud, las noches estrelladas (siempre que no haya contaminación lumínica ni
de la otra), el silencio, el escalofrío de sentirse minúsculo, Pascal y sus oportunistas
aforismos (abstenerse del pedestre Ortega y Gasset, que va en la opción
Historia), y todo eso obviando que uno es hijo de su momento histórico por muy
trascendente que se ponga.
Pero claro, si uno enciende
el televisor y la pantalla se le llena de escombros urbanos y carros de combate
la opción cósmica no te vale y pasa a la histórica, que visto lo visto casi
siempre es un desastre. Goya lo sabía bien y por eso dibujaba ajusticiados
colgando de los árboles. La Historia es la guerra, y la guerra, una vez
surfeamos los análisis geopolíticos es el relato de imbéciles matándose entre
sí.
Finalmente tenemos eso que
los románticos y postrománticos y los aficionados a las excursiones cortas de
fin de semana llaman Naturaleza (siempre en mayúsculas), siempre mejor en
cualquier caso que esa redundancia que llaman medio ambiente (medio y ambiente
son sinónimos, uno lo prefieren los ecólogos y el otro los genetistas). Ah tenemos
a Rousseau, a Gauguin, a Fourier, a Emerson, a Thoreau, y a Félix Rodríguez de
la Fuente. Lo bueno que tiene esta óptica es que te ahorra buscar a Dios, porque
el panteísmo viene de serie: es la propia divinizada naturaleza, aunque la naturaleza
sea también los terremotos, los mosquitos y hasta los virus. Lo malo que tiene
esa visión es su maniqueísmo tan utópico: maquinas contra jardines, industria
contra artesanía, dios en pleno campo (perdón, en la Naturaleza, Él mismo
Naturaleza), y el diablo en la ciudad.
La verdad es que así como
cada vez que oigo a los antitaurinos me entran ganas de sacarme un abono a las
Ventas, cada vez que paseo con mi perra por el campo o por la ciudad me doy
cuenta de lo bello que es el mundo y me entran ganas de ser poeta, pero se me pasa.
En resumen: vete a cagar al campo, pero no tires colillas.
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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía