Vengo de una manifestación contra la violencia machista.
Había una pancarta artesanal escrita sobre un cartón corrugado que rezaba “Lo
contrario al feminismo es la ignorancia”. Estoy de acuerdo, y lo contrario de
la política en general.
Los mexicanos, por ejemplo llamaron Colegio Madrid al fundado por los exiliados laicos y republicanos de nuestra Guerra Civil porque sabían que Madrid (y no Barcelona sin ir más lejos) fue el último bastión de resistencia contra los fascistas y si lo hubieran llamado Colegio España se hubiera evocado, siquiera involuntariamente, al detestable régimen que no podía llamarse ni monarquía ni república.
Los ignorantes
además no admiten la reciprocidad, así, si algunos independentistas catalanes
(y hay que ser muy ignorantes para serlo en estos tiempos), se permiten llamar
Régimen del 78 a la Transición (que estamos de acuerdo, se ha santificado en
exceso, pero no dejó de ser un milagro para los que vivimos la dictadura), pero
no toleran que simétricamente se llame Golpe del 2017 al suyo de octubre. Es mucho más cómodo 'luchar' contra el franquismo cuarenta años después de que Franco haya muerto, ¿Verdad señor Rufián?
Son
esos ignorantes que llaman Pueblo, con mayestáticas mayúsculas, a un hipotético conjunto de ciudadanos, jamás
homogéneo y menos en sus ideologías y sentimentalismos, sino solo, que es lo
que importa, en derechos y deberes. Son esos ignorantes que reivindican a Marx
sin haberlo leído y a Adam Smith simplemente por suponerle como adecuadamente antimarxista.
Son esos tremendos ignorantes que no perciben —no digo ya que no sepan— la
incompatibilidad severa de reclamarse a la vez de izquierdas y nacionalistas. Son
los que creen que la esencia de la democracia es votar sea lo que sea (por
ejemplo, ¿la reimplantación de la pena de muerte?) (*).
Son los que creen que la
democracia es una meta (en la que uno se instala para siempre) y no un
horizonte, un proceso continuo y en continuo perfeccionamiento, una siempre insatisfecha aspiración. Son lo que no
saben que la rémora mayor de las democracias no es la corrupción sino la falta
de educación de sus permanentemente halagados ciudadanos, o sea, la ignorancia. Puede que muchos políticos no sean exactamente ignorantes
sino expertos en manipular a ciudadanos ignorantes, y lo malo de estos
últimos, como de los boludos, no es sólo que sean ignorantes, sino que son
muchos. Sólo disminuyendo su número dejará la democracia de ser 'un abuso de la estadística' como decía ese genial reaccionario conocido como Borges. Los ignorantes tienen los mismos derechos (y deberes) que los catedráticos de derecho constitucional y los politólogos, con la única condición de que respeten precisamente las reglas del Estado de derecho. Porque no se puede soslayar la brecha que separa los fines —aunque sean tan anacrónicamente inviables en un mundo global como los de los nacionalismos— de los medios para conseguir esos fines.
(*) El próximo mes de marzo, jóvenes que acaban de cumplir 18
años y que nunca han conocido a otro presidente que Putin votarán por primera
vez a… Putin. Mola la democracia votativa, ¿no?
(**) Por cierto, leyendo la prensa extranjera sobre el
conflicto catalán uno se convence de que la ignorancia no tiene fronteras, o
sea, que no es nacionalista.
Todavía podría disculparles que fueran ignorante si no fuera porque, por activa o por pasiva, fomentan la ignorancia ajena, bien porque intuyan que así los votantes son más manejables, ya sea porque además sean totalmente gilipollas.
ResponderEliminarComo el caso de Putin, que algunos creen de izquierdas porque para algo es ruso y fue agente de la KGB. Me reiría si no fuera tan trágico.
Putin es más de izquierdas que Trump pero menos que el papa Francisco, como todo, esto depende del marco de referencias
EliminarEsta vez de acuerdo total. Yo siempre digo España, pues lo de Estado Español es efectivamente una expresión de origen genuinamente fascista, ahora que está tAn de moda el adjetivo este.
ResponderEliminarSaludos
Valeriano
Cuando un adjetivo (fascista) deja de ser descriptivo para convertirse en un insulto pierde esa capacidad (solo describe a menudo al que lo utiliza)
EliminarEnorme!!...en el fondo y en la forma, Fer. Eres como el vino bueno en la barrica...
ResponderEliminarUn beso, Santi
Gracias, ya has rellenado mi deposito de vanidad
EliminarEfectivamente, la peor ignorancia, en política y en todo, es la que no sabe que no sabe. El ignorante cree que sus opiniones -que no son suyas de veras, porque no se las ha formado él, las ha cogido ya hechas- son las únicas posibles, e ignora y desprecia el resto. Detesta la discusión, le escandaliza que pueda ponerse en duda lo que cree evidente e indiscutible y considera al que lo hace como un enemigo personal, porque no imagina más motivos para opinar algo distinto que la estupidez o la maldad. Como ni necesita ni sabe argumentar lo que cree sus opiniones, le molestan los argumentos: los favorables a su opinión le sobran, y los contrarios le agreden y le irritan. Si por casualidad se ve enredado en una discusión -que pierde siempre, porque ni sabe ni quiere discutir- la zanja proclamando ese lema universal del ignorante: "Todas las opiniones son respetables". Él no lo sabe, pero al decir eso lo que en realidad afirma es que él no es capaz de respetar -de entender, de fundar, o de refutar- ninguna.
ResponderEliminarEntonces... ¿no vas a votar a Gundisalvo?
EliminarHombre, por supuesto, a quién, si no. Qué tendrá que ver.
Eliminar