raro, raDel lat. rarus.1. adj. Que se comporta de un modo inhabitual.2. adj. Extraordinario, poco común o frecuente.3. adj. Escaso en su clase o especie.4. adj. Insigne, sobresaliente o excelente en su línea.5. adj. Extravagante de genio o de comportamiento y propenso a singularizarse.6. adj. Dicho principalmente de un gas enrarecido: Que tiene poca densidad y consistencia.(RAE)
Mes con mes somos prácticamente de la misma edad, nos
han pasado cosas parecidas y otras no (él estuvo en la cárcel, yo no, por
ejemplo). La misma Historia (nótense las mayúsculas) nos ha pasado por
encima, pero no de la misma forma, porque, como dijo alguien, una cosa es lo
que la vida nos hace y otra cosa es lo uno hace con lo que lo que la vida le
hace. Pondré una serie de ejemplos elegidos por él (además, la única forma de hacerle justicia es plagiándole), y así me centro.
A ese viejo amigo Lo que el viento se llevó (y lo que el culo te dolió, decíamos de chavales, dada la longitud de la peli) le pareció siempre un tostón insoportable, además de racista, con un Clark Gable tan adocenado como solía y una esclavista de mierda poniendo a dios por testigo de que nunca más va a pasar hambre (cosa que no pueden decir millones de personas entonces y ahora).
A ese mismo amigo, ateo y anticlerical por la gracia de dios, le dejó frío el tan celebrado (valga la doble acepción) por la progresía Concilio Vaticano II. Aggiornada o no los conclaves geriátricos de la vieja institución no le 'ponían', como se dice ahora.
De la Guerra de Vietnam sacó la conclusión de que era muy cierto que en las guerras lo primero que muere es la verdad.
Por orden de aparición masiva, las sagas de Star Wars, El señor de los anillos, Harry Potter, Juego de tronos y demás sortilegios de la cultura popular compartida se la sudan por completo.
También dice huir de la actualidad política, aunque ahí le creo menos, porque está siempre asombrosamente bien informado, aunque contribuyera a finales de los 90 a fijar en los estatutos de una tertulia el siguiente artículo: “Quedan prohibidas todas las discusiones susceptibles de ser tratadas en el Congreso de los diputados”.
Es lector, claro, pero se tiene prohibidos los premios Nobel recientes y lo que lee todo dios. Explica que si no los ha leído antes de que les dieran el dichoso premio no los va a leer ya. De hecho, sostiene que ya ha leído a todos los que les van a dar el premio en los próximos veinte años.
Uno podría pensar que va de original, pero no, conociéndole se ve bien que no, lo que pasa —lo que le pasa— es mucho más raro: es que es original. Porque en cambio le fascina que el rey Sol de Francia, Luis XIV, naciera a los diez meses de gestación y que no fuera hijo de Luis XIII, el rey putero, sino de un cardenal no menos putero, y ante eso, claro, lo de las sagas mencionadas, por muy truculentas que se pretendan, le parecen entretenimientos de chiquillos.
Actuando con esa discrecionalidad claramente elitista, mi amigo se podría perder todas las alusiones escondidas en esos subproductos de la cultura de masas que compartimos todos. Lo sabe, pero si se lo haces ver te responderá que eso también es una ventaja y no un hándicap.
Es de las pocas personas que conozco con las que nunca me aburre discutir.
A ese viejo amigo Lo que el viento se llevó (y lo que el culo te dolió, decíamos de chavales, dada la longitud de la peli) le pareció siempre un tostón insoportable, además de racista, con un Clark Gable tan adocenado como solía y una esclavista de mierda poniendo a dios por testigo de que nunca más va a pasar hambre (cosa que no pueden decir millones de personas entonces y ahora).
A ese mismo amigo, ateo y anticlerical por la gracia de dios, le dejó frío el tan celebrado (valga la doble acepción) por la progresía Concilio Vaticano II. Aggiornada o no los conclaves geriátricos de la vieja institución no le 'ponían', como se dice ahora.
De la Guerra de Vietnam sacó la conclusión de que era muy cierto que en las guerras lo primero que muere es la verdad.
Por orden de aparición masiva, las sagas de Star Wars, El señor de los anillos, Harry Potter, Juego de tronos y demás sortilegios de la cultura popular compartida se la sudan por completo.
También dice huir de la actualidad política, aunque ahí le creo menos, porque está siempre asombrosamente bien informado, aunque contribuyera a finales de los 90 a fijar en los estatutos de una tertulia el siguiente artículo: “Quedan prohibidas todas las discusiones susceptibles de ser tratadas en el Congreso de los diputados”.
Es lector, claro, pero se tiene prohibidos los premios Nobel recientes y lo que lee todo dios. Explica que si no los ha leído antes de que les dieran el dichoso premio no los va a leer ya. De hecho, sostiene que ya ha leído a todos los que les van a dar el premio en los próximos veinte años.
Uno podría pensar que va de original, pero no, conociéndole se ve bien que no, lo que pasa —lo que le pasa— es mucho más raro: es que es original. Porque en cambio le fascina que el rey Sol de Francia, Luis XIV, naciera a los diez meses de gestación y que no fuera hijo de Luis XIII, el rey putero, sino de un cardenal no menos putero, y ante eso, claro, lo de las sagas mencionadas, por muy truculentas que se pretendan, le parecen entretenimientos de chiquillos.
Actuando con esa discrecionalidad claramente elitista, mi amigo se podría perder todas las alusiones escondidas en esos subproductos de la cultura de masas que compartimos todos. Lo sabe, pero si se lo haces ver te responderá que eso también es una ventaja y no un hándicap.
Es de las pocas personas que conozco con las que nunca me aburre discutir.
Por pura casualidad fue ayer, 13 de diciembre, pero antes de que publicaras este post, la primera vez que se me ocurrió pulsar el enlace de tu blog con el de tu amigo el raro -y mira que lo habré visto veces sin que se me pasara por la cabeza asomarme- y curiosear lo que por allí había. Me leí un par de posts, el último, que glosas, y otro, creo, sobre las extravagancias en que a veces caemos en nuestro trato con los animales, que fue el que primero me llamó la atención. Así que este post no me ha cogido de nuevas pero, insisto, por pura casualidad.
ResponderEliminarTu amigo escribe muy bien. No negaré que su arrogante negativa a compartir ni un poquito de las mercancías pseudoculturales con los que la mayoría nos amenizamos -o nos embrutecemos- la existencia me olió, como tú mismo sugieres, a pose. Pero no tengo nada en contra de las poses cuando están bien mantenidas, y aunque personalmente consumo con alborozo Tolkien, Juego de Tronos, actualidad política y no sé si algún otro deleznable producto de los que estigmatiza -el Concilio Vaticano II, por ejemplo; pero eso es porque soy una irredimible víctima del catolicismo aggiornado, como bien sabes. Me abstengo virtuosamente, en cambio, de Star Wars, Harry Potter, guerra de Vietnam y premios Nobel, pero por pura pereza, de la que nunca se me había ocurrido alardear sino que tiendo, más bien, a experimentar como una muestra más de mi personal inconsistencia- aunque incurro, digo, en bastantes de las debilidades de las que él se abstiene, en conjunto me cayó bien. Allá cada cual con sus manías, sobre todo si se refieren a la propia imagen. Ahora que, encima, me aseguras tú que no es pose, pues mejor todavía. Me daré una vuelta por su casa, de vez en cuando.
En la medida que nos conocemos, yo sé cómo es él. Lo que cuenta y lo que cuento no es una impostura, de ahí la gracia.
EliminarYo también había curioseado alguna vez por su blog, pero ya hace bastante tiempo. Con tan buena recomendación, habrá que hacerlo con más fercuencia.
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