jueves, 27 de abril de 2017

La nostalgia nacionalista







Los nacionalismos son siempre nostálgicos. Miran al pasado no al futuro. Ignoran el presente, lo detestan. La nostalgia no es sólo un sentimiento de pérdida, como la que siente el viejo decrépito cuando recuerda al vigoroso joven que fue. También es un idilio romántico con las fantasías (o la fantasía) personal. Se basa en la esperanza de reconstruir el hogar ideal y nos tienta para que renunciemos al pensamiento crítico y lo sustituyamos por una vinculación emocional. Por supuesto, los nacionalismos confunden el hogar real y el imaginario. Nostalgia restauradora (supuestamente) que es una de las características de los renaceres nacionalistas; mitos antimodernos de la historia, regreso a los símbolos y las mitologías nacionales, teorías agraviadas de la conspiración. Victimismos.

Son afectos a “otro lugar”, epidemias de nostalgia. Ingredientes inevitables de la condición humana, aunque algunos estemos vacunados precisamente por el ejercicio del pensamiento crítico. Por eso es tan difícil tratar política y racionalmente con los nacionalistas; la emotividad es "lógica", como lo es el miedo, pero no es la lógica que permite alcanzar consensos con el adversario. El nacionalismo no admite pactos. Por otra parte, la historia es demasiado compleja, multiforme y debe ser mutilada, pulida, adaptada a unos mitos sencillos, sin matices. Los nacionalistas son como esos hippies neorrurales que cansados de la ciudad renuncian a luchar para hacerla más habitable y huyen al campo idealizado que ningún campesino de verdad ha visto nunca. Ese campo no es, pongamos por caso, el del Prepirineo, sino la Arcadia feliz. Esa Cataluña no es la de Wifredo el Velloso sino un Edén justo.

La nostalgia fue una enfermedad de moda hasta principios del pasado siglo. Los médicos suizos la trataban mucho. Se curaba con opio (ládano), sanguijuelas y excursiones a la montaña. La ventaja de los nacionalismos, como la de los forofos del fútbol, es que destilan su propio opio y las excursiones al campo (al Canigó) no se rechazan. Ese campo idealizado es también reaccionario, claro, y no valorable en sí mismo, como no lo son las banderas como trapos de más o menos bonitos colores: no son cometas, son sagradas.

El mundo actual es feo (a veces), pero el pasado es dócil y se puede maquillar a gusto del reaccionario. La conducta humana sólo puede ser una cuestión de libre elección (benditos referéndums) —esto es un descubrimiento relativamente reciente—, así que el mundo de aquí y ahora, por ejemplo, Cataluña, sólo es uno entre muchos mundos posibles, pasados, presentes y futuros.

La epidemia actual de nostalgia ha tomado el relevo de otra que fue la “exaltación del progreso”, que parece contrapuesta aunque no lo es tanto, porque nada, y el progreso menos, es gratis. Kafka en su cuento ‘La partida’ lo explica muy bien cuando el criado le pregunta al amo “¿Adónde va el señor?”, y este contesta “No lo sé, fuera de aquí, sólo fuera de aquí, nada más: es el único modo de que alcance mi objetivo”. Entonces el criado le pregunta “”¿Conoce usted su objetivo”, y el señor contesta: “Sí. Te lo acabo de decir. Fuera de aquí: ese es mi objetivo”

14 comentarios:

  1. Cuando yo tenía diez o doce años conocí Fuenterrabía, precioso pueblo. Ya entonces tenía un barrio viejo maravilloso, arquetipo viviente del vasquismo más tradicional y pintoresco, que me cautivó. Cuando volví cuarenta años después el "barrio viejo" seguía siendo igual de vasco, tradicional y pintoresco, pero era ya casi el doble de grande. Cuarenta años de ediles nacionalistas habían hecho maravillas en la construcción de barrio viejo vasco cargado de historia.

    El setenta u ochenta por ciento del barrio gótico barcelonés, tan medieval, vetusto y pétreo, fue cuidadosamente diseñado y construído a finales del XIX y principios del XX, con el cuidado y el dinero que los nacionalistas saben poner en las cosas que realmente les importan.

    Y como bien explicas, es precisamente eso lo que más les importa: fabricar a la medida de sus enfermizas fabulaciones la meta soñada de sus andanzas, la Patria perdida que nunca existió pero no importa, nos la inventamos y ya es como si hubiera existido. El útero materno al que volver, por fin. El nacionalismo...

    (Últimamente estamos demasiado de acuerdo en todo, así no hay quien comente decentemente).

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    1. Procuraré esmerarme más, pero de momento vamos mal porque yo también estoy de acuerdo con tu comentario y tus ejemplos. Te añado otro, aunque supongo que lo conoces: los trajes regionales tradicionales son inventados y no los supuestos vestidos de fiesta de los campesinos, aunque basados en eso y modificados por los forofos del romanticismo

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    2. Eso de los trajes me lo suponía, porque con la cantidad de adornos que llevan algunos, se haría imposible trabajar con los mismos... ¡No hablemos de cuando fuera verano!

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  2. En el fondo, no dejan de ser religiones, aunque sean seculares.

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    1. Ha quedado muy corto este comentario. No sólo ya Cataluña, sino que la famosa alt-right que ha elevado a Trump está logrando revitalizar diversos nacionalismos blancos en varios países. Así se da la paradoja de que un nacionalista español imita las idealizaciones americanas de lo que fue la Edad Media, que por lo visto fue una cruzada continua y nunca hubo episodios de guerras civiles (¡JAJAJAJA!).

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    2. Ya digo en el post: limar, pulir, eliminar, añadir,maquillar y dejar la historia menos confusa y más acorde con lo que se desea

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  3. Disiento de la apostilla "benditos referéndums" a la sensata afirmación de que la conducta humana sólo puede ser una cuestión de libre elección. Benditos... según cuáles y cómo. Un referéndum, según cómo se plantee y se desarrolle, puede ser, efectivamente, el modo de asegurar la libre elección de la mayoría, pero también puede ser todo lo contrario. Depende de en qué circunstancias se convoque, quién lo convoque, qué pregunta formule, cómo sea la campaña... Yo soy viejo y recuerdo referendos (a mí me gusta más este plural) muy poco benditos convocados por el franquismo, que aseguraban la libérrima elección personal... de las gónadas del convocante. Y no hace falta ser viejo para saber de otros referendos, los recientemente convocados, por ejemplo, por un tal Cameron o un tal Mas, o el que asegura que va a convocar en breve un tal Puigdemont, a los que no logro ver demasiada relación con la libre elección, y que me dan ganas de cualquier cosa menos de bendecirlos.

    (¡Encontré algo de lo que disentir..!)

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    1. Me parece que no hay tal disensión. Yo hablaba irónicamente de los referendos ("benditos") separatistas y en concreto del catalán, no de los referendos en general, que los hay de todo tono y colorido en acuerdo contigo

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    2. Las ganas de disentir me han ofuscado la perspicacia. Vaya por Dios.

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  4. Poco puedo decir del post porque lo comparto plenamente. En todo caso, hay magníficas obras que enfocan los nacionalismos, en efecto, como nostalgias reaccionarias inventoras de mitologías (me viene a la memoria el libro primero de Juaristi sobre el nacionalismo vasco, pero también el de Benedict sobre comunidades imaginadas). Quiero decir, que es asunto trillado hasta la saciedad y sobre el que, en general, hay consenso "académico". Y, sin embargo, ahí siguen los nacionalismos, pujantes y capaces de movilizar a tanta gente de buena fe, que deja que el reclamo a su instinto más tribal se convierta en motivación fundamental de su vida. La vacuna del pensamiento crítico no parece que se inyecte en demasiados cerebros, lástima.

    En otro orden de cosas, tu cita introductoria fue una lectura reveladora hace unos años. De hecho, escribí un post sobre Benjamin y ese texto que, releído ahora, veo que no comentaste (así que a lo mejor no leíste): http://desconciertos3.blogspot.com.es/2010/09/angelus-novus.html#comment-form

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    1. Tienes razón: es un asunto trillado, pero como decía Borges, es obligación ardua tener que insistir siempre sobre lo mismo.

      No recuerdo tu post, probablemente no lo lei, pero sí recuerdo uno mío cuyo enlace no puedo facilitar porque blogger no me deja, sobre lo mismo; o sea, que sí conocía el cuadro de Klee (ya he usado su cuadro como ilustración en otra ocasión al menos) y el texto de Benjamin, pero no a través tuyo

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    2. No pretendía decir que hubieras conocido el cuadro de Klee o el texto de Benjamin a través de mí, así que me parece innecesaria tu aclaración. Simplemente, al ver la cita en este post me recordó cuando yo la descubrí y que me motivó escribir un post. Fui a releerlo y, al comprobar que no habías comentado, te lo he hecho saber (sólo por si te apetecía leerlo). Nada más.

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    3. Entendido. ¿Tú leíste el mío? (simple curiosidad)

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    4. La verdad es que no lo recuerdo, pero supongo que no porque supongo que me habría llamado la atención (tanto Benjamin como Klee me interesan desde hace años).

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía