viernes, 9 de octubre de 2020

El PP es leninista

 

Para mí tengo que entre los políticos hay una distinción aún más relevante  que la que existe entre corruptos y honrados, y es la que hay entre los que resuelven problemas y los que los crean. Da lo mismo que hablemos de Cataluña o de Madrid. Lo cierto es que, en estos tiempos tan locos, y no todos por culpa del virus —aunque éste es un buen líquido revelador o papel de tornasol para resaltar problemas preexistentes de fondo—, es probable que el Palacio de Invierno que se intente asaltar, que se esté ya asaltando, sea el de la Moncloa.

Es curioso, un curioso e interesado desenfoque, que parezca una imposición del gobierno de España la adopción de medidas contra la pandemia en Madrid, pasando por encima de la autoridad autonómica y como si le importase a alguien la salud de los madrileños. Y lo es porque quién se ha excedido y persistentemente ha sido más bien el gobierno autonómico, que no autónomo, de Madrid. Se ha excedido porque ha decidido convertir sus atribuciones administrativas y de gestión, como la sanidad, en una confrontación total y continua con el gobierno de España, es decir, Madrid es ahora mismo el ring (de la patochada de pressing catch, no del noble arte del pugilismo) entre el PP y el PSOE, aunque es una forma injusta de verlo como una equidistancia de responsabilidades. El PP gobierna en otras comunidades autónomas y no ha suscitado ese enfrentamiento más que en Madrid. Madrid es la plaza fuerte del PP en España, para desgracia de los madrileños, y representa para ciertos estrategas tácticos de visión corta la oportunidad de enfrentar al gobierno de Pedro Sánchez.

Aquí han confluido dos hechos desgraciados. El primero es la existencia de una franquicia de Calígula —porque yo estoy convencido que es una desequilibrada a la que habría que inhabilitar como a ese hipotético abuelito que intenta quemar la casa mientras duerme el resto de su familia— que se llama Díaz Ayuso.

El segundo hecho, que puede parecer sorprendente, o al menos mi calificación, es que el PP se ha convertido en un partido leninista; más que Podemos incluso. Lenin y los bolcheviques rusos entendían la política (desde primera hora: no hacía falta aguardar a Stalin) como un campo de batalla contra enemigos internos y externos. No combatían sólo a sus enemigos de clase, (hoy serían para ese PP leninista, por ejemplo, las clases populares de los barrios obreros del sur de Madrid), sino que también usaban medios de coerción (policiacos y militares en el caso de Lenin) para hostigar al resto de la población a la que supuestamente representaban y por quienes se suponía que habían hecho la revolución. Vale, con esta perspectiva y en el momento y lugar inoportunos, yo estaría siendo un fusilado de primera hora, como tantos…mencheviques.

Claro que esta puede ser una forma extraña de ver las cosas, lo admito. Pero es que hay que entender que yo no soy ni un conservador en el sentido usual del término (sí un conservacionista, que es otra cosa) ni un revolucionario, sino un rebelde. Un rebelde que se rebela contra el hecho incuestionable de que hayan tomado a una población civil de varios millones, la madrileña, como rehén de una lucha política.

1 comentario:

  1. Recuerdo que en mi libro de historia de 2º de Bachiller leí un texto sobre el gobierno de la ¿Mancomunidad? de Cataluña, en el que se afirmaba que este no debía sustituir ni oponerse al central, sino ser una extensión del mismo, particularmente en aquellos aspectos que pudiera gestionar mejor.

    Ayuso, según se ve, tiene otras ideas.

    ResponderEliminar

Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía