sábado, 16 de abril de 2022

Domingo

 

Impaciente, termino de leer una especie de novela sobre la madre del poeta estadounidense William Carlos Williams, el autor de Paterson y el protagonista de una película muy bonita que se llama así. La novela se supone que relata la vida de la madre del médico poeta, o poeta médico, Raquel, portorriqueña y señora bien curiosa, menudita y bella. Pero el libro es demasiado primor barroco, se me hace insoportable, menos mal que es breve. Y por una vez, hago propósito de no dejarlo y lo acabo. Pero siempre se aprende algo y yo aprendo que la persona más equivocada siempre tiene un poco de razón. Buen lema para predicar la tolerancia. También aprendo algo que no sólo se da en las trifulcas verbales entre conductores y que es un talento inesperado de los ignorantes: lanzar palabras que no tienen sentido, pero sí intención. Algo así como despotricar. Un despotricar amable y pesado de esta señora también de Puerto Rico. Palabras liberadas del sentido, pero no de la intención.

 

En un rincón precioso de Madrid, milagrosamente a salvo de turistas y enterados, y sin embargo tan cercano a esos meollos, de nombre oportunista, 'Plazuela de Movimiento Trans'. Tomo café con Orla a los pies.Tomo mi café con Orla a mis pies y de pronto se agita porque pasa un viejo guapo, atildado y elegante con un gato majestuoso sujeto por una correa. Dignos ambos, el humano me sonríe. Enfrente de la plazuela de oportunista nombre se alza, cerrando la perspectiva, una de las casas más bonitas de este Madrid. Son tres plantas y en cada una balcones distintos. Por la mañana sobre todo, asomada al sur.

 

Es más importante haber querido que haber sido querido, ya que es más intenso e irrepetible. Pero para sobrevivir, tanto en el niño como en el anciano, y yo soy ambos, lo esencial es que te hayan querido y mejor aún, que todavía lo hagan. Una vez, antes, durante o quizás después, la dije “¡eres mía!”, y en el típico reflejo de hembra autónoma me contestó que ella no era de nadie. Pero yo no quería decir lo que entendió. No se trataba de posesión, sino de que ella estaba tan dentro de mí que era parte mía. Eras mía no porque fuera tu dueño, al contrario. Y no te lo supe explicar, avergonzado por tu enojo. 

 

Para vender gato por liebre lo primero es eliminar la cabeza, para evitar comparar los colmillos del felino con los incisivos del roedor. 

 

Un jaguar se lame los rasguños de las espinas de la selva sin presentir el disparo que le convertirá en alfombra de pasto de polillas. Así yo, cuando me intentaba curar mis heridas y ya no pude regresar nunca más a esa casa que era ella.

 

Los artistas son las antenas de la especie. Mi herramienta en cambio es la curiosidad. Si no la estás ejerciendo en cada instante no tienes material que sea tuyo. Tienes el material del común, dice Alma Guillermoprieto con toda la razón.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía