lunes, 4 de abril de 2022

La guerra

 

No es muy sutil. Se empezó llamándola la invasión rusa de Ucrania y se la ha acabado denominando La Guerra de Putin, como la guerra de Hitler o la de los Reyes Católicos, o la de Carlomagno. Nada mejor que personalizar al enemigo, sea Putin, el pecado o el CO2. Millones de rusos no cuentan en esta definición. Ni los que apoyan a Putin, que son millones, de rusos, ni los que se callan por discreción o temor, también probablemente millones. Y se teme una Tercera Guerra Mundial, por la imponderada alusión del uso a sus armas nucleares, tanto tácticas, de corto pero suficiente alcance, como estratégicas, que llegan a cualquier sitio por lejano que sea y por tanto se extienden. Aunque en realidad lo que se extiende es, sin ninguna duda el Apocalipsis Now, el Armagedón. Se ha confiado desde el final de la Segunda Guerra Mundial en que la posesión de armas nucleares en ambos bandos disuadiría de usarlas. Es la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada, MAD en sus siglas en inglés, que en inglés significa loco. Y mucho se alude a que Putin está loco y que cuidadito. Hasta aquí los telediarios, de los que tiro poco, pero menos que de esas tertulias de expertos que traen todo explicado de antemano, con la triste realidad siguiéndoles los pedantes talones. Como no soporto la tele, que tengo entendido que es igual de basura en casi todos los sitios, y que se guía por el lamentable aforismo del mayo del 68 de que miles de millones de moscas (usted y yo) no pueden equivocarse, por lo que hay que comer mierda, me dedico a formas menos denigrantes de informarme o al menos de pasar el rato (entre paréntesis, estos paréntesis en concreto, ¿cómo puede convertirse una actividad tan agradable como cocinar creativamente en una tarea desaforada y una competición tan angustiosa en esos programas tipo máster chef?, me pregunto).

La Tercera Guerra no ya Mundial, sino Universal viene sucediendo hace tiempo. Es la de los ricos contra los pobres y la van ganando los primeros, aunque algunos oligarcas tengan que huir con sus yates a puertos sin extradición.

Luego tenemos otra victoria de calle, que es la de las derechas sobre las izquierdas. Es probablemente verdad que la izquierda unida jamás sería vencida, pero es que nunca está unida; ni las feministas, que es ya decir; ni los ecologistas, que son el colmo del buenismo practicante. El mayor triunfo de la derecha, aquí y en todos los lados, aparte de convencer a los pobres a que los voten allí donde se vota, no es sin embargo ganar elecciones, que también, sino atraer a la izquierda a sus planteamientos, sean estos la política de inmigración o la de seguridad, tanto da. Ya se sabe, la sensatez de lo inevitable (¿ ¿¿¿=???). Cómo vamos a sobrevivir sin esclavos, aunque se les llame de otras maneras, o sin mujeres presas en casa, o sin privilegiados señores con apellidos compuestos y el 'don' delante y el 'de' en medio. Para eso sirven los famosos, para que los miles de millones de moscas les atiendan y se olviden de los pocos que verdaderamente cuentan. Cómo vivir sin sensatísimos fanáticos, cuando tenemos fanáticos vistosos y claramente insensatos para asustar y hacer parecer a los primeros el colmo de la ponderación. Cómo no señalar que el liberalismo de la derecha y parte de esa izquierda abducida es un fanatismo equiparable, pero más críptico, al vistoso fascismo y otras ordalías.

En fin, yo no solo no he matado al niño cabreado que todos los humanos llevábamos dentro de fábrica, sino que estoy convencido —mocoso curioso e impertinente— que en la mente de un eterno principiante, como soy yo, hay muchas más posibilidades que en las muy pocas del experto.

En esta guerra, por fin europea, ya estaba bien de hacerlas en sitios remotos llenos de pobres, ganará, como siempre, el peor. Que no tiene por qué ser Putin. Ya veréis. Y el precio del gas seguirá subiendo porque el mundo está montado así, y encima del mundo están montados los de siempre, joder.

2 comentarios:

  1. Loco no creo, a no ser que llamen locura a los gustos anacrónicos de Putin de actuar como un zar. No obstante, sí, mucho me temo que, como durante la pandemia, los ricos van a seguir ganando de calle.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía