"Me ha asegurado un sabio americano, que he conocido en Londres, que un niño saludable y bien alimentado es, al año de edad, un alimento de lo más delicioso y nutritivo, ya sea estofado, rostizado, horneado o hervido; y no tengo duda alguna de que servirá igualmente bien en un fricassé o un ragoust."
¡Venga! Separémonos de Cataluña antes de que Cataluña lo haga de nosotros, ganémosles por la mano, aunque sólo sea por tranquilidad mental y para cambiar de conversación. Cuando murió Klaus Kinski, sobrevalorado actor y munisvalorado psicópata, un por lo demás amable director español escribió su obituario titulándolo: "Descansemos en paz". Pues eso. Es obvio que España sin Cataluña es menos España, pero Cataluña sin España también es menos. También es obvio que el futuro avanza en el sentido de configurar colectivos cada
vez más cosmopolitas e influyentes, más amplios, por eso los nacionalismos son tendencias regresivas en el sentido de la historia, y no sólo por lo que tienen de ataque del identarismo idealista al concepto igualitario de ciudadanía.
Pensando políticamente a lo grande, a gran distancia,
estratégica y no tácticamente, uno podría pensar en una solución al problema
secesionista de Cataluña. Retomando el consejo que Carlos V le dio a su hijo
Felipe, podríamos pensar en situar la capital en Lisboa. Es decir, que dejemos
marchar a Cataluña y, a cambio, un cambio a mi juicio inmejorable, intentemos
la unión que predicaban iberistas como Saramago, fusionémonos, en plano de
igualdad con Portugal. Cambiemos el rincón mediterráneo del Golfo de León por
la amplitud atlántica. De ese modo, solucionaríamos también el asunto vasco,
más amortiguado, porque si vascos y catalanes se salen con sus independientes miniestados,
esa suerte de Andorras albanesas, se nos cerrarían las salidas a Europa por uno
y otro lado, dada la barrera hasta ahora poco franqueable de los Pirineos
centrales. No corren tiempos para inventar nuevas fronteras ni para colocar aranceles en Portbou a los tomates de Almeria.
Pero no se trata de ser suficientemente ambiciosos, o utópicos. El problema de Cataluña no se soluciona abandonando Cataluña a su suerte. Porque se trata de no olvidar a su ciudadanía donde una mayoría se siente catalana y española y no desea la separación. Esa mayoría no tiene por qué pagar el banquete que los diseñadores minoritarios de la secesión desean. Hay dos Cataluñas y la más próxima al resto de España no merece el abandono del resto de sus conciudadanos.
Aún así, sigo prefiriendo Lisboa a Barcelona. Lisboa tiene menos japoneses adoradores de Gaudí y menos hordas de hooligans borrachos en chancletas; resumidamente: es una ciudad mucho más agradable para los seres humanos. No es Cataluña la que hay que coser al resto de España, sino dos Cataluñas entre sí. En realidad, la secesión dentro de su propio seno ya la han conseguido los empecinados separatistas, y de eso viven. Pero al igual que no nos podemos comer a los hijos de los pobres para solucionar el problema del hambre, como sugería en su modesta proposición Jonathan Swift, no podemos dejar que se alimenten del resto de catalanes los adoradores de la estelada; así que olvidemos mi propuesta, aunque, según Churchill, el Imperio Británico se conquistó en un momento de distracción; quizás con la gran Iberia podría pasar lo mismo... y los de la estelada podrían ser nuestros gurkas. Siempre se necesitan fascinerosos para futuras Malvinas.
Recuerdo que SuperSantiEgo de la Realidad Estupefaciente comentó que, si a Felipe II le hubiera dado por seguir el consejo de su padre, quizás ahora España incluiría también Portugal, mientras que Francia se extendería por Cataluña y ya sabemos cómo tratan los gabachos a todo lo que suene a identidad local.
ResponderEliminarEn eso, los independentistas vascos son algo más realistas para lo que es un nacionalismo, y cuando nombran los diversos países, dicen Italia, Alemania y Gran Bretaña, pero Estado Español y Estado Francés.
Fueron aquellos años del dominio español en Portugal los que vieron nacer al sebastianismo, movimiento mesiánico que ha conocido diversos avatares conforme se extendió el imperio portugués y han cambiado los tiempos.
Así es. La idea de la unión n'est pas imposible...
EliminarCapolanda: aquellos años no fueron, como dices, de dominio español en Portugal, sino simplemente de que el reino de Portugal pasó a tener el mismo rey que los restante speninsulares. Ello supuso, en efecto, la injerencia de nobles castellanos en la administración portuguesa (lo que motivó bastante descontento) pero eso no equivale a una unión política y mucho menos a una subordinación política.
EliminarReferirse a España en tiempos de los Austrias es complicado, mal que le pese a Rajoy. El concepto existía, desde luego, pero no se correspondía con una realidad política (un poco cmoo lo que ocurrría con el término Italia por aquellos años). LO que es ceierto es que, al menos desde Olivares, se produjo una tendencia clara de asimilar España a Castilla.
Ciertamente utilizar la acepción actual de España en contextos históricos anteriores es un anacronismo, pero no solo es inexacto sino que a menudo responde a intereses ideológicos espurios.
EliminarEn realidad, que Portugal se separara de España (me refiero a la época de Felipe IV) mucho tuvo que ver con la actitud centralista y arrogante de Castilla hacia las periferias (En esa misma época ya lo intentó también Cataluña, pero sin éxito). El recelo de los portugueses hacia España (quizá habria que decir hacia Castilla) está muy arraigado. El propio Saramafo (que, en efecto era iberista) deja constancia de ese sentimiento en su "Viaje Portugal".
ResponderEliminarEn todo caso, lo lógico sería hacer caso a la geografía y que España fuera la península en su conjunto; de hecho a esa unidad geográfica remite el nombre, que se usaba ya con una concepción de conjunto unitario por encima de las muchas divisiones políticas del momento en tiempos de Alfonso X.
Por supusto, hay una unidad geográfica en la Penísnula, eso no se puede ignorar, la geografía es el primer condicionante de la geopolítica.
EliminarNo obstante, mi intención en el post era satírica en gran parte (sólo en parte), para señalar mi hartazgo del problema catalán que sirve de columna de humo a otros más inmediatos.
Ya, ya había entendido tu intención. No obstante, tú mismo has señalado varias veces que la ironía se pierde en internet. En todo caso, es verdad que el "problema catalán" sirve como cortina de humo, a´si como que ya empezamos todos a estar un poco hartos. Esto último intuyo que debe ser uno de los objetivos de los secesionistas.
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