lunes, 6 de febrero de 2017

Los perros en Córcega






Me gustó Bastia, al norte, Ajaccio menos, pero el lugar que más me agradó, un paraíso, fue un pueblecito de cuyo nombre, como Cervantes en el Quijote, no quiero acordarme para preservar su integridad, que además de fortificaciones, calles empinadas, casas con carácter y gentes amables, tenía escuela de música y escuela de vela, y un mar delante muy azul. Los gatos son iguales en todas partes, llevan, por así decir, su vida furtiva con ellos allí donde estén, pero el verdadero carácter de un lugar lo indican sus perros, los que van sueltos, sin dueño a la vista; sin son furtivos, huidizos, cobardes, ladradores y feroces, allí hay malas gentes; si son confiados, apacibles, husmeadores, gozadores, entonces la gente es buena. En dicho sitio, los vecinos se saludaban por las calles y los perros se acercaban a saludarte o te acompañaban un trecho. Cuando entramos en la escuela de música, donde había un curso de jazz, nadie nos preguntó que hacíamos allí, ni siquiera cuando les hice una foto a dos niños asomados a una ventana saetera que miraban el puerto de abajo. Había una suerte de pereza creativa, sin apuros, un gozo de vivir. Me habría gustado quedarme más tiempo, pero volveré. Al igual que prefiero cada vez más releer, prefiero volver a ciertos sitios que coleccionar otros nuevos; en ese sentido no soy un turista ejemplar. Al salir de la escuela de música pensando que no sería mala idea aprender a tocar el saxo tenor, el perro que nos había acompañado nos aguardaba a la puerta. Lucía el sol sobre el mar azul y en el rostro fresco de las muchachas.





5 comentarios:

  1. Me alegro por tu descubrimiento y por las nuevas fotos que has subido. Me gustan especialmente, aunque hayas hablado de los perros, las de los gatos, muy espontáneas. Especialmente esa en que el gato se está, o estirando, o preparando para saltar.

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    1. A los gatos los hice fotos, fotogénicos como mayólicas; los perros me hicieron compañía, más sociables.

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  2. Me pasa lo mismo, cada vez me apetece más volver a sitios que ya conozco, antes que visitar otros nuevos -aunque también; el problema es que como ni tiempo ni dinero dan para ambas cosas, se impone elegir-. Y también relaciono este gusto con el de la relectura. Viajar y leer tienen muchas cosas en común: las dos te instalan durante una temporada en 'otro sitio', y en las dos hay 'sitios' que uno siente como especialmente propios y a los desea volver una y otra vez.

    Tu pequeña población corsa parece muy apetecible. Tiene más mérito aún si se considera que es sede, leo en la Wikipedia, de una brigada paracaidista de la Legión Extranjera, lo que en principio no parece un vecindario demasiado apacible. (Me divierte mucho resolver pequeños enigmas como este de cuál será el misterioso lugar de Córcega de cuyo nombre prefieres no acordarte. Esta vez, con la ayuda de Google imágenes, no ha sido muy difícil).

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    1. Menos mal que he mezclado fotos de varios lugares, porque Google es una maldición contra la privacidad.

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  3. Me ocurre como a Vanbrugh, esas omisiones declaradas como tales me pican inevitablemente la curiosidad y me incitan a resolver la adivinanza. Ciertamente, en este caso, ha sido demasiado fácil, y no sólo por las fotos, sino sobre todo por los datos que das. La mejor manera de mantener un secreto es no mencionar que no se quiere decir. En todo caso, el pueblecito al que te refieres aparece en casi todas la srecomendaciones turísticas de Córcega: no hace falta que te esfuerces por mantener su anonimato.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía