miércoles, 1 de febrero de 2017

Europa amurallada



“Has de saber —dijo el filósofo— que en este momento en el que te hablo hay cien mil locos de nuestra especie, sus cabezas cubiertas con sombreros o con cascos, que matan a otros cien mil brutos, sus cabezas cubiertas con turbantes, o que se dejan matar por estos, y que, en casi todo el planeta, esto es lo que hacemos con nuestro tiempo.
Estremeciéndose, el sirio preguntó cuál era la razón de tan horribles peleas.”
Voltaire, Micromegas


El principal problema “exterior” de la Union Europea, o de Europa simplemente es la llegada masiva de refugiados e inmigrantes a sus fronteras. De momento Europa ha optado por una ‘porosidad limitada’ que no contenta a los dos extremos que han reaccionado ante el problema: el rechazo xenófobo de los populistas de derechas y el buenismo izquierdoso de aceptación humanitaria y respeto en el fondo impracticable sin más matices.

Las grandes migraciones han sido un hecho constante en la historia de un animal humano social y esencialmente nómada. Sin embargo, una reflexión tan genérica ni explica ni ayuda a afrontar el problema actual. Lo cierto es que hoy por hoy esas migraciones, por mucho que sean un rasgo constante de la historia humana, tienen una causa en la historia moderna: las expansiones coloniales. Antes del colonialismo occidental, el sur global del que provienen estos migrantes, consistía sobre todo en comunidades locales, relativamente aisladas y autosuficientes. La ocupación colonial, la aplicación de un capitalismo extractivo global y el comercio de esclavos alteraron este modo de vida y generó tras la descolonización aparente las migraciones a gran escala.

Por otra parte, tenemos una percepción falseada del foco de atracción que supone Europa. Sudáfrica, por ejemplo, soporta más de un millón de refugiados de Zimbabue expuestos a la ira de los pobres locales que les acusan de… terroristas y de robarles el trabajo. Turquía. Egipto, Iraq están siendo mucho más abiertos a los refugiados que Europa, pero también que estados limítrofes acaudalados como Arabia Saudí, Kuwait y Los Emiratos Árabes Unidos, que además comparten con los migrantes la misma religión y en gran parte costumbres.

Las migraciones masivas y los refugiados son el precio de la economía global. Esta economía global debe ser modificada y controlada por los países democráticos que son sus principales beneficiarios y los focos de atracción para los inmigrantes. Ahora bien, esa vasta reforma es otro asunto al que quiero tratar aquí.

Admitido que tenemos un deber moral hacia esos millones de desesperados, admitiendo incluso desde un punto de vista práctico que esa oleada es imposible de detener con muros, pero que de alguna forma hay que controlar y encauzar, queda el qué hacer, que no es ni el rechazo ni el buenismo humanitario autoculpable.

Debemos prepararnos para vivir en un mundo más plástico y nómada, de la misma forma que tenemos que prepararnos para afrontar el cambio climático. Por tanto, las soberanías nacionales, mejor dicho, el concepto de soberanía nacional en el marco de la globalización, debe redefinirse de manera radical, reinventarse, e inventar nuevos niveles de cooperación local, intentando además afrontar los problemas en los lugares de origen de esos migrantes.

Aún así, seguirán viniendo, es tan inevitable como imparable. ¿Qué tiene que hacer Europa? Aceptado el compromiso con esas gentes, Europa debe organizarse como un todo e imponer unas reglas y normas más claras. Una vasta red administrativa debe crearse como control de admisión para impedir barbaridades locales como la de Hungría o Eslovaquia. Las reglas europeas que deben imponerse no son complicadas de establecer; en esencia los migrantes deben respetar las leyes, y no sólo las leyes, sino las normas sociales y de comportamiento de los países de acogida. No puede haber la mínima tolerancia a la violencia religiosa, sexista o étnica; no puede permitirse imponer a los demás el propio modo de vida (so pretexto al respeto multiculturalista a otras sociedades) o su religión, y sobre todo el respeto a la libertad de abandonar los usos culturales de su procedencia. De forma prosaica, Europa debe defender el derecho de la mujer a cubrirse con un velo si lo desea, de la misma forma que debe defender el derecho a quitárselo si lo desea. Es evidente que todas estas reglas, claramente establecidas, privilegian el modo de vida occidental, pero ese es el precio que todo inmigrante deberá pagar por nuestra hospitalidad.

Todo esto no nos puede hacer olvidar que solo la realización de un cambio económico radical y global extirpará la necesidades de tales migraciones masivas. Son el capitalismo global y los juegos geopolíticos que siguen incluyendo invasiones y guerras supuestamente en defensa de la democracia (y que nunca consiguen imponerla) los que deben ser erradicados, no los refugiados. Mientras tanto Europa es lógico que esté amurallada, pero no se debe olvidar que la estructura más importante de una muralla son en el fondo sus puertas, pues si no, los que quedan prisioneros somos los de dentro. La historia de los humanos es la historia de sus migraciones; todos somos inmigrantes o hijos o nietos, etcétera de inmigrantes, por tanto, el rechazo a esos 'nuevos' inmigrantes por parte de los viejos inmigrantes implica, primero, el desconocimiento más profundo y segundo, la conclusión simplista de que representan competencia en lugar de cooperación. En una sociedad envejecida como la europea eso es aún más estúpido. Además, cogerse una curda de vozka vestida con un burka debe ser una pasada, además de una demostración de cosmopolitismo y sabio anonimato.

3 comentarios:

  1. Tengo entendido que Milan Kundera dijo que la globalización significa que nadie puede huir a ninguna parte. Tu entrada parece que se puede resumir así.

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    1. Muy de Kundera ¿Recuerdas de dónde es la cita?

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    2. No, digo que "tengo entendido" porque le leí la cita a un bloguero. Lo he estado buscando y en efecto se lo atribuyen varios autores, pero nadie dice en qué obra. Puede que sea algo como la supuesta cita de Voltaire de "No estoy de acuerdo con sus ideas, pero defenderé su derecho a expresarlas", que en realidad es un resumen de sus ideas por parte de una autora.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía