Para mi amiga Rocío, con retraso
Ahora ha aparecido en el sistema sanitario y el alcantarillado de Madrid y otras ciudades, en Guipúzcoa y primeramente en las Canarias, una nueva especie, una cucaracha rubia que no es su antecesora ya habitual, la americana, sino australiana, Periplaneta australasiae , de algo más de tres centímetros de largo, que habita naturalmente en huecos de árbol en sus lugares forestales originarios, que es carroñera de materia orgánica desechada como sus compañeras de especies próximas, y por tanto beneficiosa, como los buitres, los escarabajos enterradores o las bacterias descomponedoras, cerrando el ciclo eterno de materiales que mueve el flujo de energía de la biosfera, de modo que si no quieres cucarachas en tus lugares de habitación pues no seas tan guarro y limpia bien. Además las cucarachas depredan chinches y otros molestos insectos menores, como algunas plagas agrícolas.
Pero hay una cosa que no le perdono ni pienso tolerar a la recién llegada cucaracha australiana. Ávida por el almidón como fuente de hidratos de carbono, ataca el pegamento de las encuadernaciones de los libros y los deshoja, y eso sí que no. Idos a comer chinches a otra parte, mi biblioteca y yo os sentenciamos.
Las tengo vigiladas, pero no me fio. Las cucarachas son bastante más listas de lo que se suele creer. En los años previos a la Primera Guerra Mundial, el conductista C. H. Turner demostró que podían llegar a superar su innata y consabida aversión a la luz (mientras que muchos humanos no consiguen superar su aversión a ellas), y son lo suficientemente listas como para aprender a recorrer un laberinto, —aunque no llegan al caso de otros habitantes de las alcantarillas, las ratas, que en laboratorio llegan a auto infringirse descargas eléctricas para combatir el aburrimiento de la jaula que las confina—, y además tienen todo el cerebro repartido por el cuerpo por lo que pueden recorrer ese laberinto sin cabeza, mientras que los hombres solo lo tenemos en la cabeza y el pene, y las mujeres, siempre cerebrales, solo en la cabeza (esto último es broma, aunque sólo en parte). El caso es que la cucaracha sí que puede caminar aunque le falte la cabeza, pero no sé si como reza la canción, cuando le falta marihuana para fumar o almidón para jalar.
La verdad es que con especies botánicas oriundas de la Península Ibérica no podría hacerme un gazpacho ahora que aprieta ya algo el calor, ni siquiera un salmorejo, ni podría disfrutar de mi convalencencia con el sedante zureo de la tórtola turca (Streptopelia turtur) junto a mi ventana, posada en un pino piñonero (este sí autóctono): Bienvenido todo aquel que no moleste a mis libros.
Desde que tu y yo habitamos en este pais han llegado como dos o tres especies de cucarachas. Esta es la ultima. Normal. Cuanta mas mierda generemos, cosa que es mucha en nuestra cultura, mas se asentarán, traidas por esa manía de llevar cosas pallá y pacá de forma frenética típica de nuestra cultura.
ResponderEliminarRocio
Cierto. Según mis cuentas esta es la tercera. Blátidos viajeros y cosmopolitas, más que las hordas de turistas.
EliminarDebo admitir que les tengo aversión, cosa que no me ocurre en absoluto con el resto de animales. Vivo cerca del Guadalquivir y en mi casa hay bastante humedad, así que aunque somos limpios se cuelan atraídas por el ambiente.
ResponderEliminarDe todos modos, estas son más bien pequeñas. Las americanas son algo más largas... No obstante, como atacan los libros estaré al tanto.
Sí, bicharracos Fahrenhait 451
EliminarNo resisto la tentación de colgar una cosita que escribí hace tiempo, una paráfrasis de un conocido poema de Alberti, cambiado de asunto (él escribía de "manifiestos, artículos, comentarios, discursos...", y yo de cucarachas):
ResponderEliminarBicharracos, insectos, alimañas minúsculas,
quincalla semoviente, greda bullente y parda.
!Qué podredumbre hirsuta que crece en las rendijas,
qué repugnancia oculta que repta y que se arrastra!
Me estremece la idea de tocar esos élitros,
de sentir su contacto de vísceras y cáscaras
que revienta en chasquidos erizados y líquidos
de mínimas ampollas de pus bajo mi planta;
y busco negar todo, su estallido y mi asco,
y empujo fuera y lejos su masa blanda y áspera...
(Esta noche, descalzo y en lo oscuro
pisé una cucaracha).
No puedo evitarlo, me dan mucho asco, independientemente de que sean autóctonas o inmigrantes. Tengo entendido que hay incluso especies que vuelan. Espero fervientemente que nunca les dé por venir aquí.
Varía mucho según la especie, pero sí que suelen revolotear. Volar, algunas en efecto vuelan de modo aceptable.
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