600 euros de multa en París por silbar a un culo bien puesto. Me parece una grosería silbar a una mujer, mejor admirarla discretamente, pecar de pensamiento ya que no se pueda hacer de obra y por educación, por mera educación , tampoco de palabra, puesto que a la bella no le interesa tu opinión sobre su cuerpo. Me alarman los movimientos censores de las nuevas políticas
de lo correcto, empezando por el empoderamiento feminista y siguiendo por todo
lo demás. Todo lo que limita la libertad de expresión acaba convirtiéndose en
censura, o peor, en autocensura. No quiero que me salven del machismo, de la
pornografía, de la violencia y de la maldad; ya me salvo solito, como me salvé
del comunismo autoritario sin necesidad de ninguna soflama anticomunista, o,
lamentablemente en mi fuero interno, del capitalismo. Porque el capitalismo no
es el mal menor, de hecho,no sé si el mayor, sino el mal único, pero no lo quiero
encima con censura, aunque sea en nombre de la justicia y la bondad, nunca de
la libertad. No creo en los delitos de opinión, como no creo en los pecados de pensamiento
aunque sí de omisión. Creo en la suprema libertad de soltar tonterías, aunque
sean malvadas. Creo en el bien común, aunque nunca por decreto, pero no en la
salvación obligatoria, como esos albigenses condenados a la hoguera
indistintamente a los que un cínico obispo decía que dios reconocería a los ‘suyos’.
Hay demasiados salvadores, misioneros entrometidos en la vida y la forma de
hablar de todos. Educar en la decencia, la libertad y la capacidad de
distinguir pasa por eliminar la censura y los mal llamados ‘delitos’ de
opinión. Las letras de muchos raperos son estupidas, como los tuits de tantos
otros, pero si encarcelamos a los tontos nos vamos a quedar sin sitio para
tanto recluso.
Totalmente de acuerdo, pero una precisión: a ese rapero lo han condenado porque sus letras entran dentro del delito de amenazas de violencia física. De hecho, en contra de lo que creen algunos, el asunto de meterse con la familia real ni ha contado al final de la sentencia. Por supuesto, parte de la sentencia se basa en el hecho de que el rapero es un vulgar imbécil que a veces ha repetido lo que dice en sus letras sin cantarlo. Otra cosa es que podamos pensar si sus ladridos van en serio o no, podríamos debatirlo, pero, de hecho es lo más humano para el rapero, sin preguntarle a él.
ResponderEliminarP.D: Pues es verdad lo primero que dices, y encima según algunos medios "según lo que ellas consideren acoso". Espero que sea una mala interpretación, porque puede ser abrir la caja de bombas.
Amen.
ResponderEliminarLamentablemente, en estos tiempos asistimos a un exceso de escandalizarse por lo que se dice, mientras con tantas cosas que se hacen miramos hacia otro lado.