El actual presidente de la todavía nación más poderosa del
mundo utiliza sistemáticamente el lenguaje para provocar. Análogamente, los
grupos terroristas lo utilizan para incitar a matar eficazmente. En Cataluña el
nuevo presidente autonómico, que pasa por ser un intelectual porque ha escrito
abundantemente, es un xenófobo declarado. Somos vecinos en un mundo conectado. Sin
embargo, abundan las personas que rechazan los debates universales utilizando
la libertad de expresión. “Usted cree eso, yo creo esto otro, no tiene sentido
gastar más saliva”. O bien, “usted se equivoca, yo tengo razón, no hay más que
hablar”. O bien, "yo lo hago así, usted hágalo como quiera”. En un mundo plagado
de sus propios fanáticos intransigentes, la búsqueda de un universalismo más
universal es una tarea urgente. Con los vuelos baratos y los teléfonos móviles
inteligentes, todos somos ya vecinos, pero en ningún lugar está escrito que
vayamos a ser buenos vecinos. Eso requiere un esfuerzo transcultural de la
razón y la imaginación. Y el núcleo central de todo esto es la libertad de
expresión. Sólo con la libertad de expresión puedo comprender lo que significa
ser tú, la verdadera empatía. Comprender nuestras diferencias y por qué son lo
que son.
El lenguaje tiene dos misiones contrapuestas: cooperar con más eficacia en el interior del grupo en
su lucha contra otros grupos, y salvar las diferencias con otros individuos o
grupos sin utilizar la violencia. No se pueden pretender ingenuamente abolir
los conflictos, a demás que el resultado sería un ‘mundo feliz’ espantoso, estéril
y uniformemente desvaído. Pero todo conflicto puede manejarse pacíficamente,
con diálogo y no con guerra.
Nunca nos pondremos de acuerdo. Tampoco hay por qué hacerlo.
Pero debemos crear unas condiciones para acordar cómo discrepar. Isaiah Berlin
sostenía que existe una pluralidad de valores, pero que no todos pueden
realizarse por completo al mismo tiempo. Sin embargo, pese a los diferentes
pensadores y culturas, la mayor parte de las personas, en la mayor parte de los
países y culturas y en la mayor parte de las épocas acepta una parte de los
valores comunes mayor de lo que comúnmente se cree. Lo que hay debajo de esas
diferencias que tanto nos fascinan cuando viajamos a sitios remotos es algo
común: lo humano. Hay que tender a cierta globalización también moral que
siempre pasa por la libertad de expresión.
Por si fuera poco, gran parte de la cultura actual pone énfasis en lo personal e intransferible, que no digo que no tenga su importancia, pero va a acompañado con un aparente desprecio por el prójimo, siempre percibido como "opresor".
ResponderEliminarLas diferencias frente a las semejanzas
EliminarFijate que yo asocio a estos xenofobos que mencionas a la iglesia católica en la epoca de la contrarreforma. Que hizo daño, claro, pero no pararon la marea.
ResponderEliminarHabrá que ver cómo ridiculizar eficazmente a estos tontos de capirote
Son inmunes al ridículo, por eso son tontos
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