No hay que ser de Bilbao, como Unamuno, para que te duela España. Y como me dolía España, especialmente en el costado izquierdo, he ido al médico que me ha mandado análisis y ecografías y este ha sido el alarmante resultado.
¿Cómo hemos pasado de la Ejemplar Transición, modelo para
próximas dictaduras que quieran acceder a la democracia, al denostado Régimen
del 78? De acuerdo en que la primera y elogiosa denominación es una auto atribución
de sus muñidores y que la segunda es autoría de unos jovencitos recién llegados
a la política que no conocieron aquel proceso ni vivieron sus dificultades ni
limitaciones. Pasamos de los fastos de 1992, el Tratado de Maastricht y el euro
a los nubarrones actuales veinte años después, con la corrupción rampante y
formando parte del sistema político y no su excepción, la grave crisis
económica de 2007-2008, con la burbuja inmobiliaria, el 50% del paro juvenil,
el exilio de casi toda la inteligencia productiva del país, el separatismo
catalán y una Unión Europea viendo resurgir entre sus filas los partidos
xenófobos o al menos euroescépticos, con una guerra antiterrorista mantenida y
un presidente de Estados Unidos que es obvio que no está en sus cabales pero que
atiende a intereses del oligopolio que le ha situado ahí. Una España menos
optimista en un ámbito europeo de capa caída. Sólo es comparable este momento
al de finales del siglo XIX con la pérdida de las últimas colonias, la guerra
también perdida de antemano con el creciente coloso norteamericano y el regreso
o restauración a regímenes autoritarios que terminaron conduciendo a nuestra
Guerra Civil de cuyas consecuencias y atrasos aún no nos hemos recuperado del
todo tras el prolongado aislamiento sufrido tras la derrota del Eje en la
Segunda Guerra Mundial. Sin olvidar la última Guerra Carlista en forma de
terrorismo etarra hasta hace nada. El único rasgo alentador es que en España
pese a todo no ha aparecido un partido de extrema derecha al estilo del Partido
de la Libertad en Holanda, el partido del Pueblo en Dinamarca o el Frente Nacional francés, tal vez porque está subsumido en el gran partido de la
derecha española, el PP, y esa sería una de las pocas cosas que agradecerle al
mismo. Poco a poco se ha ido sintiendo la rígida estructura piramidal de los
dos principales partidos a izquierda y derecha que han impedido cualquier solución
imaginativa a los grandes retos de cada momento, el surgimiento a su vez de
otros dos partidos nuevos que han adquirido rápidamente los mismos defectos que
los antiguos, la importancia excesiva en el discurrir del país incluso fuera de
sus respectivos territorios de los partidos nacionalistas periféricos y la anómala
complacencia de la izquierda por esos nacionalismos tan poco afines a la
vocación internacionalista de las izquierdas habituales. La escasa división de
poderes, la mala educación cívica y democrática de los españoles, el retroceso
de algunos grandes logros del Estado del Bienestar, como la sanidad y la
educación y la escasa calidad de los medios de comunicación y sobre todo de los
estatales nada independientes del gobierno de turno y en especial de los
de derechas, más el despilfarro en obras inútiles, costosas y especulativas. Ha
habido un fracaso en la última revolución industrial en España que ha terminado
adoptando un modelo productivo nefasto basado en sol y ladrillo, es decir, en
turismo masivo de baja calidad, con empleos del mismo nivel, y la construcción/
destrucción del territorio por doquier. Sólo la situación de la mujer, la revolución
de género puede considerarse un éxito sin paliativos y un ejemplo para los países
de nuestro entorno. En el resto de frentes transversales: económico,
medioambiental, laboral, formativo… hemos retrocedido.
El dolor persiste, mi médico me recomienda que aguante sin
abusar de los calmantes, que haga viajes fuera para respirar otros aires y, por
el contrario, que salga poco de casa.
A mí también me duele, pero se me nota menos en comparación con otros dolores: con el dolor por la ignorancia, por la humanidad, por los nuevos telepredicadores, etcétera...
ResponderEliminarMenos mal que me lo tomo con estoicismo.
España solo les duele a los españoles, porque tienes que tener una españa hipertrófica para que te duela
Eliminar