domingo, 19 de abril de 2020

Votar con los pies y sacar la cabeza del agua


Decía Raduan Nassar (buscadlo en Google) que había llegado a un acuerdo perfecto con el mundo: a cambio de su ruido él le entregaba su silencio. Aficionado a hacer de la necesidad virtud, yo estoy llegando a una situación parecida, porque comenzamos nuestras vidas aprendiendo palabras, quizás mamá la primera, pero acabamos esa vida olvidando progresivamente muchas otras, quizás mamá la última. Qué triste simetría. Mi silencio sólo me enseña a mí, pero el ruido de los demás, contraviniendo la Teoría General de la Información que discrimina el ruido de la información, me enseña bastante, por ejemplo, de la ignorancia generalizada. Así, recientemente, en esa fuente de ruido y de información redundante cuando no superflua que es la televisión, oí a una bella presentadora preguntarle a un experto si esta del coronavirus era una ocasión única en la historia humana, lo que obligo al susodicho a hablarle de la peste negra medieval, sin ir más lejos. Pero yendo más lejos le podría haber hablado de la caída del Imperio Romano o de la conquista de América; de las pulgas de las ratas, de los mosquitos palúdicos, de la viruela de las mantas extremeñas contaminadas en el Imperio Azteca, más tarde Nueva España y más tarde México. Podría haberle hablado de que aunque las enfermedades infecciosas no suelen dejar rastros en los restos óseos, para desconsuelo de antropólogos e historiadores, se sabe que el régimen cazador recolector de bandas dispersas del paleolítico no les afectaban las pandemias y que hubo que esperar a los asentamientos sedentarios, el incremento demográfico y el nacimiento neolítico de la agricultura y la ganadería para que empezáramos a sufrirla. Otra muestra más de que el divinizado progreso es también en gran parte un proceso de suma cero y que hay que asumir cargas y remediar sus inconvenientes.


Como las focas y las ballenas, que después de conquistar las tierras emergidas regresaron al agua como sus ancestros los peces, las masas están regresando a su condición insular de individuos aislados. Focas y delfines pagan su "progreso" (no hay tal en términos evolutivos, solo cambios adaptativos) teniendo que sacar la cabeza fuera del agua para respirar; los confinados también tendremos que salir. Quizás así muchos se den cuenta de que ya lo estaban cuando sumergidos en multitudes iban como zombis sin apartar la vista de las pantallas de sus móviles.

Una de las muchas cosas que nos enseñan los migrantes es que los humanos votamos con los pies (Yuval Noah Harari). Si los turistas de los países ricos prestaran atención en sus viajes a algo de lo que los rodea en sus periplos y no a sus selfies, se encontrarían a las personas de esos exóticos países que supuestamente visitan y se darían cuentan de que muchas de ellas, especialmente los jóvenes que se dedican a atenderles, quieren emigrar a Estados Unidos, a Europa Occidental, a Canadá o a Australia, hasta  China o Japón, pero ni una sola quiere emigrar a Rusia. La gente vota con los pies, incluso arriesgando sus vidas en el caso de los refugiados y no meros inmigrantes, y todos arriesgan mucho más que la decepción tras el voto en la urna. Incluso por cada joven musulmán alemán que viaja a una teocracia islamista hay cientos de Oriente Próximo que emprenderían con gusto el camino opuesto. Parece pues evidente que la liberal Alemania es más atractiva que los paraísos de Alá en la Tierra.


Por simétrica reflexión, si VOX tiene la oportunidad de gobernar y poner en práctica sus ideales, la gente dejaría de querer venir a España, se suprimiría el efecto llamada de esta sociedad del Bienestar, porque esta y la democracia es el verdadero reclamo.

4 comentarios:

  1. Que VOX gobernará supone una posibilidad mayor, por una cuestión de inercia. Si pensamos que Abascal es el equivalente hispano de Trump, Johnson o Bolsonaro. Aunque quizá la crisis post-coronavirus rompa esta inercia y ponga en evidencia a una derecha empeñada en pricatizar servicios esenciales y hacer negocio con cuestiones básicas como la sanidad y la educación.

    La estrategia de VOX en redes sociales, según la percepción que me ha quedado de los últimos años trabajando con adolescentes, está siendo fructífera. De manera que si en otra época podía ser "provocativo" con las actitudes burguesas"adultas" declararse afín al comunismo y repetir determinadas consignas de izquierda; ahora, curiosamente, para algunos -muchos- jóvenes de catorce o quince años lo provocativo, lo estéticamente prioritario, es declararse afín al fascismo, rechazar como una verdad a medias todo lo malo que históricamente se ha dicho de los fascismos europeos, ponerse de salvapantallas en el teléfono o el ordenador una foto de Franco o Hitler con el saludo fascista y ponerse de sintonía el "Cara al sol". Y todo esto es un trabajo -desde abajo- de márketing extraordinario, a través de las redes sociales. Un trabajo silencioso pero fructífero que, si no se tuerce, llevará a Abascal a gobernarnos en el plazo de, como máximo, un par de legislaturas.

    Puede que con la campaña de bulos de estas últimas semanas se estén equivocando (algunos medios dicen que está bajando la popularidad de Abascal y los suyos). Quizá les cueste revertir la tendencia ascendente que han llevado hasta ahora. No lo sé. El mundo post-coronavirus va a ser una incógnita.

    Hay filósofos edtrella que dicen que el virus está asestando un golpe definitivo al capitalismo. Que las incertidumbres que está implantando el virus reclamarán una especie de consenso comunista internacional, una reinvención del sistema con la nueva China como el espejo. O eso o el cierre de fronteras que propugnan los nuevos fascismos; algo poco probable pero para lo que el miedo a la epidemia supondría una estupendísima coartada.

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    1. Bueno... tú estás en contacto con esos adolescentes y lo que cuentas es verosímil mente escalofriante

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  2. A mi me están preocupando las semejanzas con la revolución rusa, cuando el lío infernal de la inoperancia zarista y la gran guerra, todo adobado con décadas de prédica clasista, permitió que tipos relativamente menores en la política de la época se alzaran con la copa. (y se la quedaran por 70 años)
    Tengo miedo cuando se habla de la transformación que el virus impondrá y veo a muchos relamerse de que por fin se acabará la explotación del hombre por el hombre, cuando tantas veces la carroza de la revolución súbita se convierte en zapallo.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía