Hay viejos gordos, pero en lo esencial eso no altera nada: se
encogen, reducen su tamaño, no sólo en altura y anchura sino que se encorvan de
modo que la piel es demasiado extensa para cubrir tan exiguo cuerpo y se arruga
adquiriendo la textura del papel. Sin embargo, los cartílagos siguen creciendo
toda la vida, así que aumentan de tamaño las orejas y la nariz, conformando una
definitiva caricatura. El lento morir —paradójicamente exuberante— de un jardín
abandonado, esa es para mí la mejor metáfora visual de los momentos finales de
la vida de un hombre.
sin ánimo de interferir en tu momento reflexivo; no reconozco el cuadro... de quién es? Rembrandt?, no parece... Anibal Carracci?
ResponderEliminarRembrandt, Retrato de un anciano con barba, descubierto recientemente en la colección privada de un meda; se expuso en Amsterdam en mayo del 2011. Y a mi juicio, sí que parece de R.
EliminarMe descubro. La entrada es bella en su estética (el texto introducido entre un cuadro y una fotografía) y corta en texto pero profunda en mensaje. Quizás la mejor de tus breverías.
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