"En un joven es una mala señal, tanto en el aspecto intelectual como en el moral, que sepa orientarse muy pronto en los asuntos y manejos humanos, que enseguida se encuentre en ellos como en su propia casa y entre en ella como si ya estuviera preparado. Es un anuncio de vulgaridad. Por el contrario, un comportamiento sorprendido, vacilante, torpe y errado en los citados aspectos indica una naturaleza de índole más noble".
Arthur Schopenhauer
"Una estrella se perfecciona en la oscuridad"
Marianne Moore
En el post anterior concluía que era esencial mejorar la calidad de la ciudadanía para mejorar la de la democracia, una eterna aspiración, y que eso sólo se lograría por medio de una verdadera educación, la única que permite decidir por sí mismos a los sujetos.
Otra cuestión relacionada es detectar cuales son los principales peligros que acechan al hombre. Hoy se invoca mucho al cambio climático, pero este no es el caso. Aunque ese calentamiento es un hecho, probablemente las sociedades se adaptarán a esos cambios e incluso en el futuro profundo es posible que su inercia evite la próxima glaciación ya en ciernes. El primer peligro para los seres humanos, que implica también el deterioro del ambiente y sus condiciones de vida, es el capitalismo triunfante. Un capitalismo que ha logrado esa cuadratura del círculo consistente en privatizar beneficios entre unos pocos y socializar inconvenientes entre el resto social. El resultado más obvio es que crece la desigualdad, la midamos como la midamos, tanto entre los individuos como entre zonas del planeta.
La regeneración de la socialdemocracia y de la izquierda liberal (en sentido amplio, no economicista) es la que va a ir amparando los restos del naufragio de la izquierda revolucionaria. Como meta se propone una democratización tranquila de la sociedad que no altere ni amenace los planes de acumulación capitalista: otra cuadratura del círculo, porque esa acumulación desmedida es el origen del peligro de la democracia: peligro para las democracias y peligro de las democracias como tranquilizantes que eviten los cambios. Esos procesos “democratizadores” no amenazan los mecanismos de control real (poder fáctico) sobre las sociedades y resultan inofensivas para las agendas políticas oficiales. En ese sentido, y probablemente sólo en ese, los populismos de izquierdas resultan útiles como denunciantes indignados de la situación. Lastimosamente no presentan soluciones; hoy por hoy nadie parece presentar alternativas al capitalismo, lo cual no quiere decir que no puedan existir.
En definitiva, lo que se afirma —por ejemplo en los comienzos de la ultima crisis provocada por la codicia financiera— es que el sistema capitalista puede ser más humano, siempre que no se invoque la lucha de clases, sino los razonables movimientos sociales, encarnados por individuos que se asocian, lo pasan bien y a los que tarde o temprano se les invita a “participar”, es decir, a ser copartícipes de su propia dominación. A este conjunto de buenas intenciones a veces se le ha llamado ciudadanismo. Yo no pretendo criticarlo, sino definir cómo ante cuestiones concretas, como el Intercambio Desigual, la propia desigualdad, la pobreza endémica, la destrucción del entorno, el racismo, la xenofobia y el fracaso del multiculturalismo, la globalización y los nacionalismos, se están utilizando recetas del reformismo burgués, y que esas recetas en absoluto garantizan su éxito. Pondré un ejemplo popularmente triunfante en el que he participado desde joven: el ecologismo. Un lider alemán bábaro de extrema derecha de los años setenta pretendió llamar la atención sobre el emergente movimiento de los verdes advirtiendo que eran como sandías, verdes sólo por fuera, pero por dentro rojos, esto es, comunistas. Yo le respondí modestamente en las paginas de un diario español que los verdes, en todo caso, deberían aspirar a ser como tomates: verdes primero y luego, cuando madurasen, rojos. Me refería a la obviedad de que en su fondo radical, los apropiadores de la plusvalía y de los destinos de los hombres y los destructores del entorno eran el mismo agente social capitalista, pero los verdes, el ecologismo o la ecología política si se quiere, casi nunca han sobrepasado los límites de su propio objeto de interés y movimiento.
Estoy invocando, recordando a Nietzsche, el pesimismo de la razón sin olvidar el optimismo de la voluntad. Se sabe la hostilidad de este filósofo hacia el cristianismo. Recordemos lo que afirmaba en El Anticristo, de perfecta actualidad: “Abolir cualquier situación de miseria iba en contra de su más profunda utilidad, ella ha vivido situaciones de miseria, ha creado situaciones de miseria con el fin de eternizarse”. Es decir, la pobreza no es un efecto indeseado e inesperado, sino condición de la riqueza de unos pocos. El 'buenismo', la estética Benetton de la diferencia es lo que se tolera y estimula.
La democracia es el sistema político más amable para soportar la desigualdad. El capitalismo es el sistema económico más eficaz hasta la fecha para estimular el progreso técnico y para crear riqueza, pero no para redistribuirla (pese a lo que digan necios conversos como el novelista Vargas Llosa), lo que ni siquiera entra en sus fines. Pienso en algunas posibilidades de futuro, como en lugar de intentar repartir el trabajo, repartir los salarios o las rentas, introducir sistemas más eficaces de controles de los flujos de capital, educarnos en el no consumismo y en respeto a las demás personas y al entorno y el resto de seres vivos, introducir el Principio de Cautela en los megaproyectos, hacer de nuestras vidas unas obras de arte de la autoeducación. Soy un demócrata insatisfecho y perfeccionista y un capitalista a regañadientes y sobrevenido. Soy un naturalista vocacional y un lector impenitente y obsesivo, dos maneras de estar en el mundo. Pero no tengo alternativas ni a la democracia ni al capitalismo, y por eso, precisamente por eso soy un pesimista recalcitrante, aunque relativa y moderadamente feliz.
No sé... Supongo que todo es moderadamente capitalista, consumista, benetton, reggaeton, lo que sea... Yo soy más de Trainspotting, y aquí viene el 2!
ResponderEliminarNo me seas frivolona ( o si quieres serlo, pues nada)
EliminarYo me temo que tampoco tengo importantes alternativas a la democracia y al capitalismo, aunque sí se me ocurren varias "reformas" concretas que estoy convencido de que quienes mandan no estarían dispuestos a consentir.
ResponderEliminarFeliz, en todo caso, se puede ser. Imitando un poco a los tres monitos y procurando que no te toquen personalmente los efectos más dolorosos del sisteam que padecemos; al fin y al cabo, hemos tenido suerte en el reparto de vidas.
Y dos preguntas al hilo de lo que dices: el político bávaro al que aludes, ¿era Franz Josef Strauss? ¿Dónde defiende Vargas Llosa que el capitalismo es buen redistribuidor de la riqueza?
Strauss, sí, menudo pájaro.
EliminarNo tienes más que buscar las trbunas de El País en su versión digital en las que se muestra más papista que el Papa, es decir, más neoliberal que los economistas duros, por más simplón. Si no fuera él, estoy convencido que El País, ni siquiera El País, las publicaría, pero es textual lo de la redistribución.
Y lo malo es que quienes dan soluciones dependen de recursos no sujetos a estas. En informática no hay pocos colaborando en proyectos tales como R, Python y otros lenguajes, pero la informática depende del suministro eléctrico y de los materiales, cuyas condiciones de trabajo son a veces funestas. Lo mismo se puede aplicar de las bibliotecas respecto a la industria del papel.
ResponderEliminarP.D: La cita de Schopenhauer me ha recordado el caso de un autoproclamado genio, famoso en América después de participar en un concurso televisivo, que ahora está sufriendo una verdadera debacle mental después de que su mujer lo haya dejado porque sería un ser inmaduro. Los hay así, por desgracia.
Creo que el filósofo no se refería tanto a los éxitos casuales o tempranos como a esos individuos que a los ventipocos años aprueban las oposiciones de notarías, o similares.
EliminarCierto, pero no he podido evitarlo. La reacción de este individuo ha sido bastante triste, la verdad.
EliminarYo recomiendo leer "China en diez palabras" de Yu Hua. Es un texto que versa de cómo se ha pasado del comunismo de Mao Zedong a la China del libre mercado actual. Describe las luces y las sombras de la implantación del capitalismo. Bastante conmovedor en mi opinión.
ResponderEliminarMe gustaría añadir además, un enlace a un vídeo de Milton Friedman, el famoso "vídeo del lápiz". Puede parecer una tontería, pero suelo pensar con bastante frecuencia en esta sencilla explicación, porque describe de una manera muy simple cómo funciona el trabajo en la sociedad global (que al final se ha implantado, el vídeo de los años 70). La verdad es que la idea es buena, el problema es que llevada al extremo... pasa lo que pasa.
https://www.youtube.com/watch?v=tnY8UpEMHvo
Un saludo.
Gracias por la recomendación y el enlace. Tomo nota
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