martes, 9 de febrero de 2021

Leer y comer potaje

 

Como Los protocolos de los sabios de Sión que demostraban la conjura judía, yo tengo un documento que demuestra que la inmensa mayoría de los profesores de lengua y literatura de educación secundaria están secretamente subvencionados por la industria de los videojuegos y las plataformas de streming. El objetivo es conseguir que niños y adolescentes aborrezcan la literatura y consideren el acto de leer algo más largo que un twit como una perversión sin fundamento. Eso explica que a los alumnos les obliguen a leer El Quijote, Madame de Bovary o Moby Dick. Como el potaje de adviento, son alimentos que el paladar inocente detesta y sólo más tarde el adulto pervertido puede degustar con fruición.

Si al final del bachillerato se ha conseguido que el alumno no lea nunca más ni un simple manual de instrucciones o el prospecto de un medicamento la tarea educativa se habrá cumplido. Pero al igual que hay ancianos que se siguen masturbando, hay individuos que leen el resto de sus vidas. Con esos, con los ancianos pajilleros y con los lectores empecinados, no hay nada que hacer. Aún así no se ha descubierto un medio más efectivo que las lecturas obligatorias para terminar desdeñando ese vicio solitario y egotista que es la lectura. Nótese que lectura y obligatoria es asunto que no casa, de ahí su eficacia, como los medicamentos amargos. Hay que desenseñar a leer a palos. No hay otra. Lo dice Nicanor Parra, mi improbable primo, los profesores están ahí para volvernos locos a preguntas que no vienen al caso. También ayuda que no haya libros en casa, aunque eso no es suficiente garantía mientras existan las bibliotecas públicas, aunque poco a poco los esfuerzos coordinados de las administraciones las vayan cerrando o despojando de fondos.

No digamos del placer no ya de leer, de encontrar placentero tal contradios, sino del supremo, según algunos, placer de releer. El placer de la relectura es un combate entre el que leyó y el que lee, que ya no es el mismo. Lo que te pareció, críptico, maravillosamente ingenioso o prometedor, ahora te parece esnob, ingenuo, insoportable. O bien, lo contrario; en este último caso el yo que lee se da cuenta de que aquel lector aún no estaba listo para comerse el potaje.

Los que hayan sobrevivido a esos esos esforzados profesores, que, como dice Zambra, hicieron todo lo posible para demostrarnos que leer era la cosa más aburrida del mundo, esos, no tenemos remedio. El placer de la lectura es asunto personal, una desviación del honrado gusto popular. Los profes no gastaban saliva en señalar ese placer, porque ellos nunca lo habían experimentado, buenos alumnos de buenos profesores de manual.

 

                                                           

2 comentarios:

  1. El asunto de los profes y la enseñanza, a mi modo de ver, no tiene solución.

    El mundo va por otro lado. Pasa un poco como con las religiones. No se pueden actualizar sin perder su esencia.

    Todos estamos de acuerdo en que la educación es importante. Pero nadie está de acuerdo con lo que sucede en las aulas.

    En las aulas está la ciencia y la cultura nuestras, más o menos simplificada, bien o mal explicada, siempre aburrida si eres un adolescente seducido y fascinado por la industria del videojuego y los seriales televisivos que, al fin y al cabo, también son cultura.

    Recuerdo que las primeras cosas que leí fueron lecturas obligadas, La celestina y El lazarillo, y me gustaron. Se siguen leyendo en las aulas, cada vez más adaptados.

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    1. Por eso la importancia del autodidacta, todos lo somos. En cuanto a la enseñanza reglada, desde el parvulario a lo psdoctoral he tenido decenas de profesores, pero sólo un par de maestros, que te estimulan y te descubren nuevas miradas y potencialidades

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía