miércoles, 13 de enero de 2021

El pollón de los bosques y qué fue antes, la cerveza o el pan

 

 

Hay sociedades micófobas, que detestan y repudian a las setas y los hongos, y sociedades micófilas, cuya afición por ellos llega a endiosarlos, pero eso sólo reza para las conspícuas setas, deliciosas o mortales, no para ciertas especies omnipresentes pero discretas, microscópicas. Nuestra vieja relación humana con estos extraños seres vivos, más emparentados con los animales que con las plantas y con un tipo de alimentación, la osmotrofía, que básicamente consiste en vivir ‘en’ la comida absorbiéndola, es lejana. Nuestra primera relación fue con las microscópicas levaduras, que en cierto modo nos domesticaron en el tránsito al neolítico. No se sabe si el primer producto de la fermentación de la levadura, siempre sobre granos de cereal, fue el pan o la cerveza, aunque por lo que leo están predominando los defensores de la cerveza. La primera prueba fehaciente del uso de levaduras data de 9.000 años en China, como tantas otras cosas y hallazgos tempranos, aunque se han encontrado granos microscópicos en herramientas de hace 100.000  años en Kenia. Hoy en día, a pesar de la fama de la mosca Drosophyla,  son las levaduras y sus pequeñas células esféricas los organismos modelos más utilizados en investigaciones biológicas. Una cuarta parte de los premios Nobel de Fisiología y Medicina han sido otorgados por trabajos con levaduras. De hecho, tenemos genes de ellas en nuestro genoma y multitud de especies habitan nuestros orificios y órganos, especialmente los intestinos, siendo, en la mayoría de los casos claramente beneficiosas. El famoso hombre del hielo de hace 5.000 años que se encontró en un glaciar alpino llevaba en su equipaje el hongo yesquero (Fomes fomentarius) parásito de los abedules y pinos para hacer fuego.

Pero el caso más curioso y hasta gracioso que conozco, en un terreno ambíguo entre la micofobia y la micofilia es el de la ‘tia Etty —la hija de Carles Darwin— relatado por su hija, la nieta del gran naturalista, Gwen Raverat. En las inmediaciones boscosas de la casa de Etty crece abundantemente una seta comúnmente conocida como falo impúdico (Phallus impudicus) que tiene un asombroso parecido con el pene humano. La tía Etty, guiada por su fetidez para atraer moscas que dispersan sus esporas, de ahí que se le conozca también como ‘cuerno apestoso’, las recolectaba concienzuda y diariamente. Cuando llegaba a casa con su botín, como buena victoriana, las quemaba discretamente en la chimenea de la salita con la puerta cerrada —para salvaguardar la moralidad de las sirvientas.

(Fragmento de un libro en marcha que no sé si llegaré a concluir, pero que me divierte escribir, lo que ya es mucho) 

Gwen Raverat: Period Piece: A Cambridge Childhood; London,Faber, 1952

3 comentarios:

  1. El porongo es una calabaza que se usa como recipiente para tomar mate. Por su peculiar forma, el porongo o poronga es también un nombre vulgar para el falo.
    Un viejo juego de palabras chusco es "estuve juntando hongos de a uno...hongo por hongo".
    En el caso del hongo favorito de la tia Etty, el chiste se pone confuso porque estos hongos son porongos.

    chofer Fantasma

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    1. Parece que la palabra "polla" y el hecho de que en otras lenguas se le dé al órgano reproductor masculino nombre de ave obedece a algo parecido: se identifican los testículos como análogos a la barbilla.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía