Buenos días,
reclusos. Mañana cumplo años, muchos. Lo celebraré solo. Abro el ordenador con
la imagen querida y añorada de mi perra, que ya no cumple años. En el equipo de
música suena la voz dulce y pedigüeña de Chet Baker, probablemente entrenada a
solicitar una dosis. Me rodean mis libros, dulce compañía mejor para mí que la
del niño Jesús de mis lejanas oraciones infantiles. Ya he hablado con mi longeva madre,
optimista impenitente. El sol baña mi salón, como ayer el aguanieve. Primavera.
He comprado el periódico y he ido al súper: pan, leche, cervezas, legumbres,
plátanos. Los estantes vuelven a estar nutridos. Mascarillas y guantes. Tabaco y
whisky. Camino a casa, perros con problemas de próstata, supongo, arrastrando a
sus ufanos dueños con coartada.
Me hago el
siguiente diálogo:
—¡Estoy
harto de oír hablar de responsabilidad personal! ¡Ya he hecho todo lo posible
para hacer que el mundo sea un lugar mejor para vivir!
—¿De verdad?
—¡Claro!¡He
nacido!¿No?
—Oh sí,
perdón por no darte las gracias
—¡Bienvenido
al club!
Este es un
dialogo entre Calvin y Hobbes, el niño y su tigre (¿imaginario?) que creó el
genial Bill Watterson.
Pues bien,
no tenéis que felicitarme, sino felicitaros por la suerte de haber coincidido
conmigo en este mismo tiempo de este mismo mundo. Egocentrismo en estado
purísimo. La modestia, esa virtud de los mediocres, ¿verdad Donald?
Pareces Maruja Torres. Por lo menos aún te lee Morando.
ResponderEliminarYa estabas tardando
EliminarBuen momento (mañana 29) para reflexionar y positivar los temas más importantes. Tus posts extraordinarios. Tus aciertos muy potentes con la falta de ellos que tenemos que esforzarnos en enriquecer y continuar. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarGracias
Eliminar