Según la filosofía china del yin y el yang, el mundo se sostiene
por la interacción de esas dos fuerzas opuestas. En el mundo físico se da unas
veces y otras no, pero en el actual mundo humano esas fuerzas son el humanismo
y la ciencia que han establecido entre ellas un contrato. Cada yang científico
contiene en su interior un yin humanístico. El poder que proporciona el yang frente al juicio ético y el sentido del yin.
La razón y la emoción, el laboratorio y el museo, la cadena de producción y el
supermercado. La gente suele ver sólo el yang (la agricultura y ganadería de la
que hablaba Vanbrugh en su comentario del post anterior) y por eso quizás
imagina que el mundo actual es árido, científico, lógico y utilitario, materialista en definitiva, como el
laboratorio o la fábrica. Pero como señala Noah Harari, el mundo es también un
supermercado extravagante, e idealista, añado yo.
En realidad, nunca en la historia humana se han concedido
tanta importancia a las emociones y los sentimientos y eso ha provocado el
surgimiento de nuevas ‘industrias’ como la del ocio y el turismo o el arte.
¿Qué venden las agencias de viajes o los restaurantes de postín? ¿Billetes de
avión y de hotel o comida guisada? No, nos venden experiencias nuevas, la
palabra ‘emoción’ está en el vocabulario de cualquier chef pretencioso.
Las narraciones anteriores se basaban en el relato de
acontecimientos, eran catálogos de hazañas heroicas, no de sentimientos; no hay
nada de eso en las epopeyas grecolatinas o medievales. En cambio, las narraciones
modernas de novelas y películas suelen girar en torno a
los sentimientos. Lo que hace distantes a Aquiles, Lancelote o Roldán es su
invariable condición de una pieza de caballeros intachables, sin que hubiera
ningún proceso significativo de cambio interno, mientras vencían a ogros, mataban
dragones o salvaban doncellas. Todas esas hazañas confirmaban su coraje, pero
les enseñaban pocas cosas.
En cambio, los héroes modernos, desde el capitán Kirk de la
nave Enterprise, pasando por el Tom Sawyer y el Huckelberry Finn mientras
descienden por el Mississippi, o los motoristas de Easy Ryder (qué mal ha envejecido esa película que me indujo a comprarme mi primera Norton de segunda mano), todos van
cambiando conforme avanzan en sus aventuras, que a veces transcurren sin
aparentes incidencias en un solo día, como en el Ulises de Joyce. Tengo un ejemplo mejor, sin embargo, es una narración y sobre todo una película
inadecuadamente considerada para público infantil, una de mis preferidas, El
Mago de Oz. Si los anteriores héroes
eran prácticamente psicópatas o sociópatas de una pieza, los de El Mago también
están bastante mal. Los amigos de Dorothy que siguen las baldosas amarillas
huyendo y buscando a la bruja, presentan carencias agudas. El hombre de Hojalata
confía en que El Mago, ese charlatán, le dé un corazón; el Espantapájaros
quiere un cerebro y el León desea que se le conceda el valor que no tiene y se
le supone. Descubren al final algo importante, que todo lo que piden ya estaba
en ellos. No se precisan magos para obtener sensibilidad, sabiduría o valor.
Sólo tenemos que seguir nuestro camino de baldosas amarillas, abriéndonos a las
experiencias que encontremos.
Nuevamente surge la simple ecuación mencionada en un post
anterior:
CONOCIMIENTO = EXPERIENCIAS X SENSIBILIDAD
Bastante de acuerdo en que eso de que vivimos en una sociedad materialista (término este, la verdad sea dicha, que significa lo que a quien lo utilice le parezca mejor en ese momento) se viene abajo cuando lees y oyes tantas y tantas invocaciones a los sentimientos, el corazón y similares. A veces, son zarandajas, a veces, están bien dichas.
ResponderEliminarDesde luego, en la literatura prefiero a héroes capaces de aprender y que no sean perfectos, porque en caso contrario carece totalmente de gracia.
Hasta programas tan lamentables como Supervivientes o los que encierran en una casa no hablan de otra cosa. Con los sentimientos también se fabrica basura.
Eliminar¿De donde quizás se deduce que somos nuestros propios magos, provistos de poderes que no ejercemos porque ignoramos tenerlos?
ResponderEliminarMás o menos.
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