Homo homini lupus est (El hombre es un lobo para el hombre) Plauto, popularizado por Hobbes
Equiparar las realidades intersubjetivas compartidas a los
mitos, que también lo son, no es realista y reduce los argumentos del post
anterior a casi nada y de ahí la conclusión de que operan cada vez menos (los
mitos, claro). El Homo sapiens domina el mundo porque sólo él es capaz de tejer
una red intersubjetiva de sentido, una red de leyes, fuerzas, miedos, coerciones,
premios e incluso entidades y lugares que ‘sólo’ existen en su imaginación común.
Otros animales quizás (yo creo que sí) imaginan cosas; un gato al acecho de un pájaro en un tejado probablemente imagina el sabor de ese pájaro, pero ese gato y el resto de animales están confinados al reino objetivo de las cosas que ya existen, describen la realidad. Nosotros utilizamos el lenguaje y la imaginación para crear realidades completamente nuevas que no existían antes, como el dólar o Google o La Unión Europea.
La cuestión es decisiva porque si sobreviven los osos polares o los glaciares o las selvas tropicales, dependerá de realidades intersubjetivas como la Unión Europea o el Banco Mundial. Un león puede correr, saltar y matar, pero un banquero que sepa poner pleitos es más poderoso que el más poderoso león, también para matar.
Esa capacidad imaginativa es la que también separa las ciencias de la vida, la biología, de las humanas o humanidades. Comprender el desarrollo de esas entidades intersubjetivas, como los dioses o las naciones, por parte de los historiadores no tiene nada que ver con estudiar entidades como la célula o la evolución.
Yo creo que los animales tienen sueños (mi perra sueña y a veces tiene pesadillas), y si existe tal cosa, también alma, pero no tienen imaginación. La imaginación y el lenguaje, que se complementan, permiten tejer esas redes y cooperar entre humanos que ni se conocen. Y adueñarse del mundo.
Los relatos intersubjetivos no dependen de hormonas ni neuronas (es un decir, probablemente claro que dependen, al menos de las neuronas), y por eso la biología no puede explicar el curso de la historia. Porque las cruzadas no fueron disputas territoriales, como las de las bandas de chimpancés. Pensar en términos históricos significa adscribir poder real a dichos relatos, aunque no se obvien los factores objetivos, como el clima o las mutaciones genéticas. La diferencia entre Corea del Norte y del Sur no está ni en los genes ni en el entorno, aunque el norte sea más frío y montañoso, sino a que comparten ficciones distintas.
Las ficciones de este género no sólo no disminuyen sino que aumentan y en todo caso cambian. Dentro de varios siglos quizás los derechos humanos o el comunismo nos parezcan incomprensibles, como hoy lo son la brujería o los autos de fe, pero seguirán existiendo relatos, cada vez más fuertes y compartidos y eso nos llevará a las estrellas o a la extinción. Si queremos aventurar nuestro futuro, no bastará con descifrar genomas o establecer proyecciones estadísticas, habrá que descifrar las ficciones que dan sentido al mundo.
Los lobos viven en una realidad dual, la de los bosques, páramos y ríos, y la de sus miedos, alegrías y deseos. Los humanos vivimos en una realidad de tres capas, además de los ríos y bosques y de las alegrías y otras emociones, vivimos entre naciones, dioses y compañías y dinero. A medida que la historia ha ido avanzando, el impacto de los ríos y bosques ha ido disminuyendo, el de las emociones se mantiene, y aumentan el de esas otras realidades de nuestra última capa. Jesucristo o Buda, Apple o la OTAN, Rusia o la República francesa han represado ríos y hecho desaparecer bosques. Es probable que la creciente capacidad tecnológica haga esas u otras ficciones cada vez más poderosas. Los humanos, en cierto modo, no tejemos la historia, sino que la historia gira en torno a esos relatos de ficción. Una red de relatos que ha ido ganando fuerza y ha empujado la historia desde la Edad de Piedra hasta la Edad del Silicio.
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Otros animales quizás (yo creo que sí) imaginan cosas; un gato al acecho de un pájaro en un tejado probablemente imagina el sabor de ese pájaro, pero ese gato y el resto de animales están confinados al reino objetivo de las cosas que ya existen, describen la realidad. Nosotros utilizamos el lenguaje y la imaginación para crear realidades completamente nuevas que no existían antes, como el dólar o Google o La Unión Europea.
La cuestión es decisiva porque si sobreviven los osos polares o los glaciares o las selvas tropicales, dependerá de realidades intersubjetivas como la Unión Europea o el Banco Mundial. Un león puede correr, saltar y matar, pero un banquero que sepa poner pleitos es más poderoso que el más poderoso león, también para matar.
Esa capacidad imaginativa es la que también separa las ciencias de la vida, la biología, de las humanas o humanidades. Comprender el desarrollo de esas entidades intersubjetivas, como los dioses o las naciones, por parte de los historiadores no tiene nada que ver con estudiar entidades como la célula o la evolución.
Yo creo que los animales tienen sueños (mi perra sueña y a veces tiene pesadillas), y si existe tal cosa, también alma, pero no tienen imaginación. La imaginación y el lenguaje, que se complementan, permiten tejer esas redes y cooperar entre humanos que ni se conocen. Y adueñarse del mundo.
Los relatos intersubjetivos no dependen de hormonas ni neuronas (es un decir, probablemente claro que dependen, al menos de las neuronas), y por eso la biología no puede explicar el curso de la historia. Porque las cruzadas no fueron disputas territoriales, como las de las bandas de chimpancés. Pensar en términos históricos significa adscribir poder real a dichos relatos, aunque no se obvien los factores objetivos, como el clima o las mutaciones genéticas. La diferencia entre Corea del Norte y del Sur no está ni en los genes ni en el entorno, aunque el norte sea más frío y montañoso, sino a que comparten ficciones distintas.
Las ficciones de este género no sólo no disminuyen sino que aumentan y en todo caso cambian. Dentro de varios siglos quizás los derechos humanos o el comunismo nos parezcan incomprensibles, como hoy lo son la brujería o los autos de fe, pero seguirán existiendo relatos, cada vez más fuertes y compartidos y eso nos llevará a las estrellas o a la extinción. Si queremos aventurar nuestro futuro, no bastará con descifrar genomas o establecer proyecciones estadísticas, habrá que descifrar las ficciones que dan sentido al mundo.
Los lobos viven en una realidad dual, la de los bosques, páramos y ríos, y la de sus miedos, alegrías y deseos. Los humanos vivimos en una realidad de tres capas, además de los ríos y bosques y de las alegrías y otras emociones, vivimos entre naciones, dioses y compañías y dinero. A medida que la historia ha ido avanzando, el impacto de los ríos y bosques ha ido disminuyendo, el de las emociones se mantiene, y aumentan el de esas otras realidades de nuestra última capa. Jesucristo o Buda, Apple o la OTAN, Rusia o la República francesa han represado ríos y hecho desaparecer bosques. Es probable que la creciente capacidad tecnológica haga esas u otras ficciones cada vez más poderosas. Los humanos, en cierto modo, no tejemos la historia, sino que la historia gira en torno a esos relatos de ficción. Una red de relatos que ha ido ganando fuerza y ha empujado la historia desde la Edad de Piedra hasta la Edad del Silicio.
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En filología se nota mucho. Hace tiempo, me contaron (y puede que sea verdad) que en cierto organismo internacional entre los diversos intérpretes había uno de serbio y otro de croata, pero que en realidad ambas opciones correspondían a un mismo doblador. De hecho, es el único idioma eslavo que se escribe oficialmente en alfabeto latino y en cirílico. En el caso del hindi y el urdu es ya una controversia bastante encendida, pues se añaden las sensibilidades religiosas.
ResponderEliminarHay, por cierto, ciertos grupos en contra del lenguaje y de las redes simbólicas, por ejemplo algunos anarcoprimitivistas, quienes se escudan en ciertas ideologías sobre que si es una actitud dominante sobre la naturaleza y bla. A mí me parece degradante, porque al ser humano lo caracteriza su capacidad de abstracción, y sin esta no es que sea otro animal, como creen estos iluminados, es que está por debajo de cualquier otro animal.
Yo también he oído esa verosimil historia del idioma servocroata.
EliminarLa capacidad de abstracción, sí. Otra forma de decir lo mismo. En el siguiente post ligaré la imaginación con el lenguaje y lo que eso supuso de salto adelante.
Para mis cortas luces, este post deja definitivamente clara la cuestión. Me parece obvio que las redes de sentido, o realidades intersubjetivas, de las que habla - y de las que los mitos son solo un buen ejemplo, pero que incluyen muchas más cosas que los importantísimos mitos- son no solo lo que nos permite aprehender y entender -"darle sentido"- el mundo, sino, fundamentalmente, el instrumento mediante el que lo transformamos y, en enorme medida, lo creamos: porque el mundo en el que vivimos está compuesto mayoritariamente por ellas, en mucha mayor proporción y con muchas más importantes consecuencias que por los meros objetos existentes fuera de nuestra cabeza, cuyo papel es, creo -con la salvedad de nosotros mismos, su parte más importante- más el de materia prima y escenario que ningún otro.
ResponderEliminarEl comentario de Ozanu, tan centrado en el lenguaje y en los idiomas, a mí me ha servido como oportuno recordatorio de que el propio lenguaje es una de estas realidades intersubjetivas, la más importante de todas, a mi juicio, y el fundamento y herramienta básica de todas las demás. Basta considerarlo así para percatarse de en qué enorme medida estas realidades intersubjetivas son la parte más importante, más "significativa" -nunca mejor dicho- y más "existente" del mundo en que vivimos.
En efecto, eso es lo que pretendía explicar en estos dos posts. Pero el lenguaje, además es un instrumento que permite un salto cuantitativo en la influencia creciente de esos relatos compartidos, sobre todo el escrito. Y de eso me ocuparé quizas entre post
EliminarMi perra, también soñaba emitía pequeños sonidos de intranquilidad. Mi perra pasaba largos ratos mirándome directamente a los ojos y yo a ella, siempre en un intervalo de tiempo muy pequeño se adelantaba a mi deseo de levantarme y lo hacía ella.
ResponderEliminarMi nieto (bebé)y yo, sostenemos largos ratos la mirada, sobretodo cuando le doy
el biberón. Hay todo un "dialogo", interactivo entre ambos. La interacción entre
los seres vivos es tan fuerte, que a veces se nota hasta por internet, con la pa
labra escrita.
Sí. Pero no adivina, siimplemente interpreta rápidamente tu lenguaje corporal y así parece anticiparse a tu deseo de levatarte
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