lunes, 21 de noviembre de 2016

Vampiros y vampiros





“El moderno vampiro juega al golf/ y desayuna con un ordenador/ la vulgar dentellada/ ha quedado anticuada /Drácula no seas camp”. Las Madres del cordero Blues Band



Supongamos un valle con una cantidad de hierba definida. En él habita una población de conejos en un número determinado que a su vez alimenta a una población de zorros. Un modelo ecológico simple, lo que algunos profanos con gusto por la semántica a destiempo llamarían un ecosistema. Todos los años crece la misma cantidad aproximada de hierba, que sustenta a 10.000 conejos, entre ellos los hay tontos, lentos, enfermos o desafortunados que acaban en los estómagos de un centenar de zorros. Si un zorro es más listo, más ágil, más rápido que sus congéneres, capturará más conejos de lo habitual y condenará a pasar hambre y morir a otro zorro. Si todos los zorros capturan más conejos simultáneamente, la población conejil decaerá, y al año siguiente lo harán la de zorros y eso reequilibrará la de conejos que volverá aumentar. Aunque existan esas fluctuaciones ocasionales en dientes de sierra, se mantendrá un equilibrio y los zorros no podrán confiar en cazar, pongamos por caso, un 3 por ciento más de conejos cada año. 

Se trata de un juego de suma cero, el habitual en la naturaleza, que no incluye, en su simplicidad, otro factor, la cooperación y el hecho de que algunos organismos concedan, como en las sociedades humanas, préstamos. Los prestamistas más conocidos en la naturaleza son los murciélagos conocidos como vampiros (Desmodus rotundus). Congregada su población de miles en grutas, salen por la noche en busca de presas de sangre caliente a las que succionar su sangre. No todos los ejemplares de murciélago consiguen encontrar una presa dormida. Para reducir su incertidumbre alimentaria, los vampiros se prestan sangre. El vampiro que vuelve sin sangre le pedirá prestada una cantidad al que la ha conseguido. Los vampiros recuerdan  a quien prestaron y en qué cantidad y si vuelve con el estómago vacío, el antiguo beneficiario se la devolverá al prestamista.

A diferencia de los vampiros humanos, perdón, de los banqueros, los vampiros quirópteros nunca cargan intereses y les devuelven la misma cantidad prestada. Tampoco utilizan préstamos para financiar nuevos negocios o fomentar el crecimiento del mercado de la sangre. Puesto que la sangre no es producida por ellos sino por otros animales, no tienen manera de aumentar esa producción. El mercado de la sangre tiene sus altibajos, pero no puede presumir que en el 2017 habrá un 3 por ciento más de sangre que en 2016. Los vampiros, como los zorros, no creen en el crecimiento. Durante cientos de miles de años los humanos vivieron en condiciones similares a otros animales y tampoco creyeron en el crecimiento, aún les resulta difícil hacerlo. La fe actual en el crecimiento económico es una religión, útil como todas las religiones.

Nuestro zorro o vampiro es ahora una exitosa abogada ejecutiva bien pagada (250 euros la hora). Un día su anciana madre sufre una enfermedad incapacitante y ella empieza a ayudarla, a limpiar, a cocinar, a estar con ella. Comienza a salir más tarde hacia el trabajo por las mañanas y a llegar más pronto por las noches, al hacerse cargo personalmente de ella. Sus ingresos y la empresa para la que trabaja se resentirán indudablemente. Alternativamente, esta profesional podría contratar a una cuidadora latinoamericana por 25 euros la hora para que atendiera a su madre. Desde el punto de vista económico parece lo más razonable, porque incluso no sólo ella (y probablemente su madre), sino que la trabajadora latinoamericana se beneficiarían. ¿Cuál de las dos opciones es la correcta? No os apresuréis a contestar, el asunto tiene implicaciones no tan sencillas como sumar y restar.

Desde el punto de vista del crecimiento económico, indudablemente la segunda. Sin embargo, este asunto implica a la ética también. Una sociedad en la que unas personas se especializan en pleitos costosos y otras en cuidar ancianos implica que el crecimiento económico está por encima de los lazos familiares (no digo si eso es bueno o malo; o digo, depende). El capitalismo de libre mercado no sólo implica racionalización frente al objetivo del crecimiento, sino juicios éticos, ha cruzado la frontera reservada a menudo sólo a la religión.

El capitalismo rompió la regla del antiguo juego natural de suma cero de consumo y producción (términos de la antigua ecología y la agronomía tomados “prestados” por la economía) en el que el beneficio de uno implicaba la pérdida del otro, sino que tu beneficio es también mi beneficio, y ¡hala!, a crecer todos, que ya habrá reparto (o no). Este modelo sólo tiene dos problemas, que los principales generadores de beneficios se vuelvan ambiciosos y no repartan con el resto de la sociedad y uno más substancial aún, que es el del crecimiento indefinido en un mundo limitado y de recursos finitos, aunque de momento esa limitación es a menudo subsanada por la innovación tecnológica. De momento, ya me gustaría que los especuladores financieros se comportasen como verdaderos y honrados vampiros.


14 comentarios:

  1. Hombre, no cabe duda de que los humanos tenemos algunos motivos para creer en el crecimiento más que los zorros y los vampiros. Hemos inventado la agricultura, por ejemplo, y la ganadería, y la industria; es decir, nosotros sí que producimos nuestros recursos, al contrario que zorros y vampiros, y podemos prever que vayamos a ser capaces de producirlos en el futuro más y mejor que en el presente. De hecho hemos experimentado en la práctica que efectivamente somos capaces de crecer, cosa que nunca les ha pasado a vampiros y a zorros. Tenemos una cierta justificación para creer en el crecimiento.

    Lo malo es que lo hayamos convertido en una fe irracional, de carácter religioso. No podía ser de otro modo: que ese crecimiento pueda mantenerse indefinidamente es evidentemente imposible en cuanto se piensa un par de minutos en ello, y la única forma de creer en un imposible manifiesto es convertir la creencia en una fe religiosa e irracional. Y como no solo creemos en esa imposible premisa, sino que la hemos convertido en la base de nuestro sistema -si falla, el chiringuito se desmorona- la hemos hecho inatacable, y ponerla en duda es la peor herejía de todas las imaginables.

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    1. No existe diferencia conceptual entre la 'producción' de hierba de un valle y la 'producción' de un campo de trigo cultivado, salvo que la hierba sigue produciendose año tras año y el campo de trigo, al detraer toda la biomasa, debe incorporar matería orgánica nueva en forma de abono.

      Y sí, lo malo es la fe irracional y colocar la producción como meta de todo y pensar que el crecimiento continuo es posible en un planeta finito.

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    2. La diferencia no está entre la producción de hierba del valle y la de trigo del cultivo, sino en quienes las aprovechan. Los conejos y los zorros no pueden mejorar las condiciones en que crece la hierba, mientras que los hombres sí podemos alterar las condiciones en que se produce el trigo. Por eso nosotros consideramos el crecimiento entre nuestros datos, y los zorros y los conejos no. Lo malo es hacer como si creyéramos que podremos mejorar indefinidamente esas condiciones, y no aceptar que el cultivo, por mejorable que haya sido y pueda seguir siendo de momento, alcanzará en algún momento su límite máximo de producción, momento en el que sí estaremos igual que zorros y conejos respecto a la hierba.

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    3. No, no es así. Desde el Principio de Liebig (busca en Google) de los factores limitantes, sabemos que la producción tiene un techo y no se peude sobrepasar por más ferilizantes que añadamos

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    4. Vale, pues eso, no es posible el crecimiento indefinido en ninguno de los dos casos; en cuanto a la posibilidad de alterar las condiciones de producción del escalón trófico inferior, eso también lo hacen los conejos con la hierba (en cierto modo la hierba es una función del conejo y no sólo a la inversa, como sabe cualquier ganadero de pastos extensivos) y los zorros con los conejos, y no sólo a la inversa.

      P.S.- el comentario mío anterior se ha cruzado con el último de Vanbrugh y estaría antes del de él.

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    5. ¿"No, no es así"? ¿Cómo no es? ¿He dicho yo en algún momento algo distinto de lo que tú dices a continuación de ese "no", como si me estuvieras rebatiendo? No sé quién es Liebig ni voy a buscarlo en Google, porque no me hace falta para saber que la producción tiene un techo, cosa que he dicho desde mi primer comentario hasta el último. ¿Por qué te gusta tanto empezar negando lo que ha dicho tu interlocutor, aunque no haya por qué? He dicho claramente que el crecimiento indefinido es imposible y que la producción alcanzará en algún momento su límite máximo. ¿Son incorrectas algunas de estas dos afirmaciones? ¿Merecen ser refutadas con un "No, no es así" solo porque no sepa -ni, si te soy sincero, me importe- que se llamen Principio de Liebig?

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    6. Tranqlízate y no comiences intentando adivinar declaraciones de intenciones. Mi "no es así" se refiere a tu afirmación, absolutamente incorrecta desde la teoría ecológica, de que "Los conejos y los zorros no pueden mejorar las condiciones en que crece la hierba, mientras que los hombres sí podemos" . si pueden, al igual que nosotros y básandose en los mismos principios, aunque nosotros obviamente lo hagamos para nuestro beneficio y conscientemente y zorros y conejos no.

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    7. Sin duda los conejos alteran el modo en que crece la hierba, si tú lo dices. Pero tengo entendido que no abonan, ni aran, ni siembran, ni establecen sistemas de regadío, ni seleccionan semillas, ni son capaces de deforestar para aumentar la superficie de cultivo, ni han inventado aún ninguna máquina que les permita hacer lo que quiera que hagan más rápida y eficazmente. Su capacidad de modificar la producción de hierba es inferior en tantas magnitudes a la humana para aumentar la de trigo que, sinceramente, me parece bastante más cercano a la realidad lo que yo digo -que nosotros podemos y ellos no- que lo que dices tú -que ambos podemos por igual-, aunque ninguna de las dos cosas sea del todo exacta.

      Disculpa que haya dado la impresión de juzgar intenciones. Estoy perfectamente tranquilo, pero sí que es cierto que tu costumbre de refutar, de entrada y da toda la impresión de que en bloque, lo que ha dicho el otro, solo porque en alguno de sus detalles no coincida del todo con algo que tú crees importante me resulta, a veces, un poco irritante.

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    8. Sí, si abonan, como cualquier ganado extensivo, con sus excrementos: son máquinas de fertilización semovientes; por eso, cuando se cosecha un campo, se permite la entrada de ovejas en el espigadero, para que fertilice. Y también alteran, para bien, el pastizal, es lo que se conoce como embastecer, despareciendo las leguminosas apetitosas y apareciendo las gramíneas duras. De modo que si se retira el ganando, o los conejos, el herbazal cambia a peor. Pero no, no pueden comentar en los blog ni construir cercas ni escribir églogas al valle que habitan.

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  2. 25 euros la hora, una latinoamericana, no está mal. Eso si que es crecer.
    Si miramos la evolución, en cuanto a candelas obtenidas por watio eléctrico en bombillas,se puede considerar un buen crecimiento tecnológico.Pasando de la incandescente,la de gas y a las modernas de LEDs.Y seguirá...Si no se crece,se llega al decrecimiento,ley de vida.

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    1. Qué visión más limitada la tuya. Como la de esos jugadores de Bolsa que se preguntan por qué bajan sus acciones, pero jamás por qué suben...

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    2. Se lo preguntan, injustamente, los ahorradores. Los "jugadores", no.Están
      a las buenas y a las malas e incluso pagan impuestos,que van en beneficio de todos.Igual que en las quinielas,la lotería...Eso también es una forma de crecimiento.A más juego,más impuestos.A más impuestos más justicia social(escuelas,hospitales...).Dentro de la libertad,si quie
      res juegas y si no te tomas un "medio"(vino de Montilla).Espero que no te
      enfades.

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  3. No me figuraba que los vampiros fueran tan solidarios. ¿Serían las garrapatas un mejor ejemplo natural de lo que popularmente se llama chupasangre? Algunos insectos se llaman ya así, en realidad.

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    1. Pues sí, las garrapatas son solitarias, como los leopardos, y no comparten nada.

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Ansío los comentarios.Muchas cabezas pueden pensar mejor que una, aunque esa una sea la mía