Hubo un episodio en la China de Mao que ejemplifica hasta qué extremos grotescos llegó la censura en su
afán de glorificar la figura del máximo líder y de la Revolución. Se propuso
que los semáforos invirtieran la secuencia de paso de forma que fuera el rojo y
no el verde el que permitiera avanzar. También se sugirió que en los desfiles
todas las formaciones militares girarán y sobre todo variaran sólo a la
izquierda, pero eso planteaba problemas de espacio casi irresolubles para su
despliegue en las explanadas, generando espirales crecientemente amplias
imposibles de constreñir al cabo de pocos movimientos en un espacio
necesariamente limitado. Los astrofísicos chinos tenían rigurosamente prohibido utilizar el término de 'manchas solares' ya que en chino el término significa literalmente 'manchas negras en el Sol', siendo el negro el color de los contrarevolucuionarios, como lo era el rojo de los revolucionarios.
Estas anécdotas pueden tomarse como ejemplos de los
extremos demenciales a los que puede llegar un régimen autocrático en su afán
de controlar toda la sociedad hasta en los más nimios y no sólo mínimos
asuntos, pero yo creo que también ejemplifica un afán al que no se sustraen las
democracias, y es el de ‘quedar bien’, de forma políticamente correcta con sus
seguidores y el de ser, como se suele decir, 'más papistas que el papa'. Esta corrección política quizás no llegue a los patéticos extremos
de la China de Mao, pero, por ejemplo, contamina perversamente el lenguaje, que
ahora nos pretende obligar a prescindir de arraigados genéricos neutros tomados por masculinos y hablar de
diputados y diputadas y un tedioso etcétera. ¿O acaso eso no es también
ridículo? Y no sólo ridículo, porque desencadena persecuciones. En el caso de los semáforos que cedieran el
paso en rojo, el sensato Zhou Enlai, siempre tan diplomático, consiguió
disuadir a los ocurrentes jovenzuelos de la Guardia Roja, pero, en cambio, a un
dibujante y diseñador de papel moneda le enviaron a un campo de trabajo como
castigo por haber colocado en un billete de yuan un grupo de campesinos en una
esquina, y el que llevaba una pala figuraba encima del que empuñaba una hoz, lo
que se interpretó como un deseo velado por parte del dibujante de erradicar el
régimen comunista. Sería interesante constatar cuántas de estas ocurrencias desencadenan
en nuestro entorno como se suele decir, si no persecuciones, sí virulentas
discusiones que han generado simples y bobas ocurrencias, y cuánto tiempo se
desperdicia en tales chorradas. Por otra parte, ser más papista que el papa también puede acarrear problemas; un campesino chino sufrió diez años de prisión por haberle añadido en su casa un barroco marco al retrato del Gran Timonel. Barrocos marcos son los que añaden a nuestro idioma tanto bobo políticamente correcto.
Pues sí, lo políticamente correcto no es algo nuevo, es el nuevo tabú, sólo que algo más suave que los de una dictadura civil o religiosa. Bien nos vendría que hubiera más gente dispuesta a razonar que a castigar, como Zhou Enlai.
ResponderEliminarHitler no era el miembro más avispado entre los nazis, y Mao no dejaba de ser un chino gordo y no muy culto al lado de Zhou Enlai, lo mismo que Fidel frente a Camilo Cienfuegos, o Felipe González frente a Rubalcaba o Javier Solana; por alguna razón esos hombres tenían un tirón ante las masas y sus propios correligionarios que no tenían otros mejor preparados
EliminarLa estúpida manía de usar ambos géneros, o de sustituir las palabras que lo tienen masculino ("los ciudadanos") por otras que lo tienen neutro ("la ciudadanía), y todos los demás irritantes tics en que han dado los que creen que el lenguaje es un vehículo de costumbres machistas y un lugar adecuado para combatirlas, tiene sus ventajas: a mí, por ejemplo, me sirve para clasificar como cretino, directamente, a cualquiera que oiga/lea usarlas, y me ahorra mucho tiempo de atención. A partir de la primera aparición de una de estas gilipolleces, ya sé que nada de lo que diga será interesante. Me pasa igual con algunas palabras que se están poniendo de moda, como "empoderar". En cuanto alguien habla de "empoderar" a alguien, ya sé que, como mínimo, es tonto perdido, y probablemente algo peor.
ResponderEliminarPero, como bien dices, tiene serios inconvenientes cuando se pretende imponerlas. Hay ya instituciones en manos de este género de imbéciles que imparten normativas, libros de estilo, directrices y otras pamplinas en las que se indica que es así como debe hablarse y escribirse. Hay correctores de estilo que añaden femeninos, sustituyen neutros y miran mal a los autores que no respetan las nuevas cucamonas litúrgicas pseudofeministas. No sé cuánto tardarán en multarlos, o en escracharlos, o en enviarlos a campos de reeducación, pero si no queremos que eso llegue deberíamos a empezar a reaccionar contra esta gilipollez más virulentamente que con nuestra mera burla.